Avanza la temporada de ópera en
el Teatro Real de Madrid. En esta ocasión, el teniente Colombo se dejó caer por
el templo operístico de la plaza de Oriente para asistir a la representación de
L´elisir d´amore de Gaetano Donizetti
(1797-1848), cantada por el elenco principal: Nino Machaídze (Adina), Celso
Albelo (Nemorino), Fabio Maria Capitanucci (Belcore) y Erwin Schrott
(Dulcamara).
Como hecho absolutamente excepcional, el director de escena
Damiano Michieletto sitúa la historia en una playa, en plena temporada de
verano. Una playa llena de luz y color, con toda la batería de tópicos habidos
y por haber: un chiringuito, palmeras, muchas sombrillas, un vendedor de
flotadores, hamacas y… niños, muchos niños, jugando en la arena y molestando al
personal.
Vaya por delante que el teniente Colombo no conectó, en ningún
momento, con la representación. Ni con la música, ni con los cantantes, ni con
la escenografía. En su opinión, L´elisir
d´amore es un barullo encima del escenario. “Resulta difícil mantener la
concentración en el catálogo de melodías de Donizetti cuando, al mismo tiempo,
una camarera está barriendo un chiringuito, diez personas juegan al voleibol,
varios niños corretean entre las hamacas, un cuarteto juega una partida de cartas
mientras toma el aperitivo, una pareja se afana en mantener en el aire una
pelota de tenis, otra pareja cercana se broncea mutuamente… lo dicho: un
barullo abigarrado y heterogéneo”, apunta el teniente Colombo, decepcionado por
una representación en la que había puesto muchas esperanzas.
Así las cosas,
abandonó el Teatro Real pasadas las once de la noche, se abrochó bien la
gabardina para protegerse del frío otoñal, y decidió dar un paseo por la Gran
Vía madrileña hasta la estación de metro de Banco de España.