La figura de Adolfo Suárez –su
ascenso a la presidencia del Gobierno y posterior declive- coincidió con la
época más apasionante en la vida del teniente Colombo: los años de la
Transición y su paso por la universidad. Años inolvidables, llenos de ilusión,
de libertad, de estudios, de compromiso, de películas prohibidas, de apertura,
de descubrimiento de nuevos horizontes, de carreras delante de los grises, de inquietud y, sobre todo, de
política… de mucha política.
En este momento de la despedida del ex presidente
del Gobierno, el teniente Colombo quiere mostrar su respeto, gratitud y agradecimiento
al hombre que encabezó, con valentía y determinación, la restauración de la
democracia en España. Un hombre que supo estar a la altura de las circunstancias
(sobre todo, en los peores momentos de la sinrazón terrorista y en los penosos
acontecimientos del 23F), y que siempre tuvo clara su “hoja de ruta”: la
necesidad de una Constitución de consenso, como elemento esencial de la
convivencia en paz y libertad entre todos los españoles.
Para el teniente
Colombo (que, dicho sea de paso, votó a Suárez en las elecciones de 1979;
aunque más tarde decidió girar a la izquierda), el recuerdo de Adolfo Suárez
siempre estará unido a sus agitados años
de juventud y a sus primeras inquietudes políticas. “Sin duda, el legado de
Adolfo Suárez está, irremisiblemente, cosido a una palabra: diálogo. El diálogo por
encima de las diferencias y los intereses particulares”, opina con tristeza y
admiración el teniente Colombo.
Las palabras que el historiador inglés Thomas
Fuller (1608-1661) dijo en cierta ocasión, reflejan –en opinión del teniente
Colombo- la verdadera dimensión de Adolfo Suárez: “Una determinación invencible
puede lograr casi cualquier cosa y en esto radica la gran distinción entre los
grandes hombres y los comunes”. El teniente Colombo –emocionado- incluye a Adolfo
Suárez entre los primeros.