viernes, 22 de febrero de 2013

REDES.COM

El teniente Colombo creció con Bonanza, con Eliot Ness en blanco y negro, con un único canal de televisión (algunos afortunados también tenían el UHF), con los Planes de Estabilización del general Franco y con bocadillos de pan con chocolate para merendar. Nadie era capaz de imaginar por aquel entonces que la tecnología iba a cambiar la vida de las personas del planeta como lo ha hecho, y como lo está haciendo.
Un aspecto que al teniente Colombo le llama particularmente la atención en este desparrame tecnológico son las llamadas “redes sociales”. Twitter, Facebook, Linkedin… el imperio anglosajón. Confiesa, sin rubor, que únicamente participa –aunque de una manera pasiva- en feisbuk, y en un colectivo relativamente pequeño de contactos y amistades.
En esa participación pasiva, el teniente Colombo observa, de manera permanente, algunos hábitos curiosos: cómo hay personas que se pasan la vida de vacaciones o de fiesta, mostrando al resto de los mortales unas fotos a cual más original; cómo otros –la mayoría- son incapaces de opinar sobre algún tema propuesto con una frase de más de dos palabras, limitándose a un “jejeje” o un “qué bueno”; cómo otros –una minoría- aportan reflexiones y curiosidades interesantes; y cómo todos –sin excepción- buscan comunicación y la amplificación de aspectos de su vida.
A pesar de todo ello, y después del tiempo transcurrido desde que un estudiante de la Universidad de Harvard llamado Mark Zuckerberg se hiciera rico con Facebook, el teniente Colombo no cree que los resultados de las redes sociales hayan sido los esperados. “Es evidente que han demostrado algunas cosas valiosas, pero muchas menos de las expectativas que habían creado”, opina el teniente Colombo, mientras lucha denodadamente por dar vida a uno de sus habanos, a medio encender.
“¡Ay, si Daniel Boone levantara la cabeza!”, rezonga el teniente Colombo, cerrando esta reflexión en una fría mañana de febrero.

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