miércoles, 26 de diciembre de 2012

ESTUDIO EN ESCARLATA

Estudio en escarlata representa el nacimiento oficial del más famoso detective de todos los tiempos: Sherlock Holmes. Escrita por Sir Arthur Conan Doyle en 1887, contiene dos partes bien diferenciadas, aunque estrechamente relacionadas entre sí.

En la primera de ellas, el autor explica cómo se conocieron Holmes y el doctor Watson, y, sobre todo, se consuma el crimen que ambos deben resolver (“bueno, en realidad, hay más de un crimen”, apuntilla el teniente Colombo, todavía relamiéndose de gozo después de haber leído la novela). Pasados unos días de su primer contacto, el doctor Watson define así al padre de todos los detectives: un tipo más que peculiar, excéntrico y ávido lector, un maestro del disfraz, que toca el Stradivarius, fuma en pipa, consume cocaína —diluida al 7%— y examina el mundo a través de su lupa. Un tipo inteligente, calculador y arrogante, que se sabe superior por sus dotes extraordinarias para la lógica y el razonamiento deductivo.

En la segunda parte de la historia, Conan Doyle plantea al lector una nueva intriga: Holmes y Watson desaparecen de la trama, situando los acontecimientos en Estados Unidos, muy lejos de las calles de Londres. Aparentemente, esta segunda parte parece no tener ninguna relación con la anterior, hasta que al final el lector empieza a deducir que es la historia que antecede al crimen inicial. Las piezas, finalmente, empiezan a encajar…

Es evidente que el teniente Colombo no sería el que es –ni se hubiera hecho policía- sin la inspiración de su gran maestro Sherlock Holmes, llevado al cine y a la televisión en tantas ocasiones, que la nómina de actores que lo han interpretado resulta interminable: Basil Rathbone (probablemente, el más emblemático), Peter Cushing, Jeremy Brett y Christopher Plummer, entre otros. Sin embargo, el teniente Colombo siente verdadera debilidad por la aventura conocida como La vida privada de Sherlock Holmes, cuya divulgación cinematográfica en 1970 se debe al gran Billy Wilder, y en la que aparece la mujer que consiguió estar a la altura del gran detective y cautivarle con sus encantos e inteligencia.

Sin duda, la lectura de Estudio en escarlata ha reafirmado en el teniente Colombo su espíritu deductivo y el amor por su profesión. Elemental.


sábado, 22 de diciembre de 2012

UNA DIVINIDAD ANDA SUELTA

Circula por internet un extracto del libro de memorias del ex presidente del gobierno, José María Aznar. El texto es el siguiente: “La primera vez que supe que no era un ser humano corriente, lo recuerdo bien, fue cuando ETA voló mi coche conmigo dentro. Salí de allí, envuelto en llamas, y pensé: ¿cómo es posible que haya sobrevivido? Nadie se lo explicaba. Los médicos no encontraban una respuesta, tampoco mi personal de seguridad. A todo el mundo le pareció… milagroso. Esa noche soñé con Dios. Era una luz, no tenía rostro, pero sí voz. Me iluminó con su haz y me dijo: José Mari, si te he salvado es porque te necesito vivo para que lideres a la humanidad. Me dijo un par de cosas más, pero son personales. Aquella experiencia me cambió, por supuesto. Desde entonces soy mucho más humilde”. El teniente Colombo ha acudido a la fuente original (el libro) y ha comprobado que, efectivamente, el extracto es literal.
Y ha acudido al propio libro de memorias porque no podía creer que alguien, en su sano juicio, hubiera escrito algo así. Para el teniente Colombo –nunca lo ha negado- el Sr. Aznar ha sido, y sigue siendo, el personaje más infausto, sombrío y tenebroso de la historia de la democracia española. Su actitud arrogante, chulesca y de tintes fascistoides siempre le ha causado una profunda repugnancia. Al teniente Colombo le parece que es sumamente peligroso que un tipo así ande suelto por la calle. “Deberían meterlo en una jaula y echarle cacahuetes”, sugiere, mirando a su alrededor, receloso, por si el Sr. Aznar anduviera cerca. 
Además, el teniente Colombo ha comprobado una nueva faceta del ex mandatario español: se piensa que es como aquellos faraones y emperadores romanos que obligaban a sus súbditos a tratarles de Divinidad. “Pobre diablo”, sentencia el teniente Colombo, mientras trata de borrar de su mente –como hacía Rick con Ugarte en Casablanca- a un sujeto tan nefasto de la reciente historia de España.

domingo, 16 de diciembre de 2012

PLEONASMO versus OXÍMORON

Como el teniente Colombo ha comentado en más de una ocasión, viajar es transformación y aprendizaje. “Es necesario tener los ojos bien abiertos y una actitud receptiva para no rechazar lo diferente”, afirma en un momento de pausa entre dos casos de asesinato. Lo mismo le ocurre con la lectura. Siempre que su trabajo se lo permite, le apasiona adentrarse en otros mundos y en otras historias diferentes a la suya. Probablemente ese hábito le ha convertido en una persona con unas modestas inquietudes gramaticales.
En esa búsqueda permanente de palabras nuevas, el teniente Colombo ha encontrado recientemente dos términos contrapuestos que, curiosamente, han llegado hasta él por caminos diferentes: pleonasmo y oxímoron. Para conocer con precisión los términos que explican cada uno ha necesitado acudir al diccionario (de mano, no al digital).
Pleonasmo es una expresión en la que aparecen uno o más términos redundantes (sal para afuera, lo vi con mis propios ojos, cómete la comida, sube para arriba…). Oxímoron, por el contrario, es una figura retórica que consiste en reunir dos palabras de sentido inverso (un silencio atronador, una dulce amargura, luz oscura...).
Decía André Maurois (novelista francés, 1885-1967) que “la lectura de un buen libro es un diálogo incesante en el que el libro habla y el alma contesta”. Algo parecido le ocurre al teniente Colombo cada vez que tiene en un libro en sus manos.

lunes, 10 de diciembre de 2012

LA MARCA DEL MERIDIANO

Resuelto el caso de asesinato en el que llevaban varias semanas trabajando, el brigada Bevilacqua le confiesa a su inseparable compañera, la sargento Chamorro, un sentimiento que, en realidad, se gestó veinte años atrás en ese mismo escenario (una playa de la costa catalana): ningún hombre que se muera sin haber llorado alguna vez frente al mar puede decir que ha vivido. La reflexión forma parte de la última novela de Lorenzo Silva, La marca del meridiano (editorial Planeta, 2012), que el teniente Colombo –colega de profesión de la pareja de investigadores creados hace ya 14 años por la pluma del prolífico escritor madrileño- ha devorado con verdadera pasión durante dos días.
En esta ocasión –la séptima entrega de la saga- Lorenzo Silva plantea a la pareja protagonista una trama que conecta de lleno con la realidad española actual: crisis económica y moral de la sociedad, corrupción, mafias, problemas políticos entre autonomías, delincuencia organizada, etc. Aunque la investigación se centra en el asesinato, cruel y despiadado, de un ex Guardia Civil, amigo y maestro de Bevilacqua, rápidamente avanza por otros derroteros, entrelazados entre sí por el autor de una manera inteligente y con un final donde todo encaja a la perfección. En términos policiales: no queda ningún cabo suelto.
El teniente Colombo ha comprobado (una vez más) cómo Lorenzo Silva maneja, con asombrosa maestría, los resortes literarios del género policíaco creando una atmósfera absorbente y cautivadora, capaz de atraer el interés del lector prácticamente desde la portada del libro. En esta ocasión, además, la novela aporta unos rasgos biográficos y psicológicos del protagonista, no revelados hasta entonces, con los que el teniente Colombo se identifica plenamente, y que hacen a Bevilacqua más cercano al lector. Al igual que el maduro policía de la novela de Lorenzo Silva, el teniente Colombo piensa –en el meridiano de su vida- que la línea que separa el bien del mal sólo depende de la fuerza de ese demonio que todos llevamos dentro.

jueves, 6 de diciembre de 2012

EVERYBODY COMES TO RICK´S

Siete décadas después de su estreno, el tiempo, y varias generaciones, han convertido a Casablanca (Michael Curtiz, 1942) en un icono del Séptimo Arte. En un principio, la película iba a titularse Everybody Comes to Rick´s, pero, en un giro del destino, el productor Hall B. Wallis optó finalmente por Casablanca. Y el verdadero golpe de suerte fue la elección del dúo protagonista: Humphrey Bogart (“¡menos mal que Ronald Reagan rechazó el papel!”, reflexiona, aliviado, el teniente Colombo) e Ingrid Bergman, convirtiéndose para siempre en dos mitos del celuloide.
El teniente Colombo siente verdadera pasión por esta película (ver entrada “Más cine, por favor”, el 15/10/2011). Probablemente no sea la mejor película de todos los tiempos en cuanto a valores cinematográficos, pero sin duda, contiene una serie de alicientes y casualidades que la han convertido en algo más que una simple película de la década de los cuarenta: Casablanca es una leyenda.
Cuenta en su reparto con dos actores del cine clásico en estado de gracia (Bogart y Bergman), con una soberbia galería de secundarios, con una fotografía en blanco y negro sencillamente sublime, con un guión trufado de frases y diálogos grabados en la retina de millones de espectadores para siempre, con uno de los mejores compositores musicales de todos los tiempos (Max Steiner), con primeros planos llenos de magnetismo, con una atmósfera repleta de fascinación, con una historia de amor eterna y, sobre todo, con un final inmortal: “Louis, tengo el presentimiento de que este es el comienzo de una hermosa amistad”.
Bogart será para siempre Rick, y Casablanca será, para el teniente Colombo, una película eterna, mítica…la película de su vida.

sábado, 1 de diciembre de 2012

ALUMBRADO NAVIDEÑO

El 6 de diciembre de 2011, bajo el título “Llega la Navidad: ¡Socorro!”, el teniente Colombo reflexionaba sobre esa época del año, que desgraciadamente –por culpa del merchandising- se alarga cada vez más en el tiempo. Uno año más tarde no ha cambiado de opinión, más bien al contrario.
Hace unos días, el teniente Colombo, ante ese tsunami llamado Navidad que arrasa con todo lo que encuentra a su paso (de una magnitud comparable a la que exhibe Juan Antonio Bayona en su taquillera película Lo imposible, recientemente estrenada), leía en un periódico de tirada nacional que el Ayuntamiento de Madrid tenía previsto gastar esta próxima Navidad casi 1,9 millones de euros en el alumbrado navideño. Las lucecitas de marras lucirán durante algo más de un mes.
Aunque el coste representa un 27,6% menos que en 2011, al teniente Colombo el asunto le parece un despropósito. Si los durísimos recortes del gobierno han afectado a partidas críticas como la sanidad, la educación, las pensiones… y se han aplicado sin contemplaciones, ¿por qué gastar un solo euro en el alumbrado navideño? Al teniente Colombo le parece un gasto superfluo y perfectamente prescindible.

domingo, 25 de noviembre de 2012

SUOR ANGELICA

El pasado 12 de noviembre, después de resolver varios casos de asesinato, el teniente Colombo se acercó al teatro Real de Madrid para disfrutar de una jornada de ópera. Vaya por delante que no es un entendido en la materia, pero, de vez en cuando, su espíritu necesita oxigenarse con el bel canto. En esta ocasión, acudía abierto a la sorpresa, expectante y libre de conjeturas, puesto que no conocía ninguna de las dos obras programadas.
El templo operístico madrileño ofrecía, al mismo tiempo, Il prigioniero (ópera en un prólogo y un acto de Luigi Dallapiccola, 1904-1975), y Suor Angelica (ópera en un acto de Giacomo Puccini, 1858-1924).
Lo mejor de Il prigioniero fue su brevedad (55 minutos). A pesar de estar tremendamente concentrado, el teniente Colombo no entendió absolutamente nada del argumento.
Sin embargo, Suor Angelica emocionó  al teniente Colombo. La acción transcurre en un convento de monjas italiano cerca de Siena en la segunda parte del siglo XVII. Es una obra típicamente verista, y una de las pocas que sólo cuenta con intérpretes femeninas. En opinión del teniente Colombo, el papel protagonista fue magníficamente ejecutado por la soprano rusa Veronika Dzhioeva, que recibió una merecida y larga ovación en reconocimiento a una interpretación llena de pasión y recursos técnicos. Por otro lado, la puesta en escena de Lluís Pasqual –una construcción en forma de jaula, con escaleras adosadas que no llevan a ninguna parte- sencillamente magistral.
Terminada la función, el teniente Colombo recogió la gabardina del guardarropa y se encaminó al parking de la plaza de Oriente para recoger su coche. Esa noche volvía a casa reconfortado por la experiencia. “Si la ópera, como las demás artes escénicas, desempeña alguna función en nuestras vidas, ésta tiene mucho más que ver con las emociones y el entretenimiento”, reflexionaba el teniente Colombo mientras esperaba a que un semáforo se pusiera en verde.

lunes, 19 de noviembre de 2012

LA REFORMA LABORAL, TRAGEDIAS FAMILIARES Y OTROS EFECTOS COLATERALES

No hay día en el que el teniente Colombo no abra un periódico, o una página de internet, y no se encuentre con un rosario de noticias similares a éstas:
Iberia prescindirá de algo más de 4.500 empleados, lo que representa una cuarta parte de su plantilla.
El conflicto laboral en el diario El País entra en una nueva fase después de que la plantilla rechazara en asamblea la última propuesta de la empresa, que recientemente presentaba un expediente de regulación de empleo (ERE) para un tercio de su redacción.
La agencia EFE, amenazada por un déficit de 16 millones, plantea un ERE drástico a su plantilla.
Telefónica presenta al gobierno un ERE para despedir a 8.500 trabajadores.
El ‘cerebro’ del fracaso de Cajasur ejecuta ahora los despidos en la entidad mediante un ERE.
“Se suponía que la Reforma Laboral, aprobada en la presente legislatura por el gobierno del Partido Popular, iba a ser un instrumento que serviría –al menos- para amortiguar la sangría de despidos por EREs. Parece evidente que, de momento, no está sirviendo para nada. No se están notando en absoluto los efectos de una Reforma Laboral que, según lanzó el presidente del Gobierno a los cuatros vientos (nimbado por una aureola de optimismo) iba a ser algo parecido al bálsamo de Fierabrás en la recuperación del empleo”, sentencia el teniente Colombo, mientras asiste, un día sí y otro también, al terrible drama del paro que sufren millones de personas.
“Y mientras tanto, el gobierno, erre que erre, obsesionado únicamente con la reducción del déficit público, aplicando medidas económicas de carácter restrictivo (fundamentalmente de tipo fiscal), que lo único que están consiguiendo es devastar a las clases más vulnerables del país, en una situación cada vez más desesperada”, murmura el teniente Colombo, mientras busca en los bolsillos de la gabardina un lapicero, sin éxito.

jueves, 15 de noviembre de 2012

AHÍ NOS VEMOS, CAPITÁN

En los próximos días, el capitán dejará la comisaría. Al teniente Colombo el asunto le tiene contrariado. Aunque en el día a día se esfuerza porque no se le note, está triste y cabizbajo; pero reconoce que es ley de vida.
La relación entre el capitán y el teniente Colombo se inició hace “muchas lunas” (allá por los años 80), cuando el capitán era ya un policía curtido en mil batallas y el teniente Colombo tenía serias dificultades para distinguir una reserva para gastos de una provisión de terceros (de materia fiscal, mejor no hablar). El tiempo ha ido consolidando una amistad, dentro y fuera de la comisaría. Una amistad que, en opinión del teniente Colombo, tiene tres pilares fundamentales: la confianza, la lealtad y el respeto mutuo.
Al teniente Colombo no le resulta fácil definir al capitán. Diría que es, por encima de todo, una persona honesta, trabajadora y transparente. Un hombre hecho a sí mismo, al que nadie le ha regalado nada, y de firmes convicciones. Siempre dice lo que piensa y es capaz de defender una idea hasta en las Naciones Unidas, si fuera preciso. Es tremendamente apasionado (y, en ocasiones, impulsivo), pero no solo en el trabajo en la comisaría; sino, sobre todo, narrando un gol in extremis de su querido Real Valladolid o dibujando en el aire una media verónica  de esa leyenda viva del toreo llamada José Tomás. El capitán es una persona que sabe crear ilusión entre sus colaboradores más directos, y no le gusta ver los toros desde la barrera, sino involucrarse al máximo, como uno más. Es un verdadero hacedor de equipos. Y a decir verdad, no hay caso de asesinato que se le resista.
El teniente Colombo le va a echar de menos, y mucho, pero otra comisaría requiere de sus servicios y su sentido de la profesionalidad, y de la disciplina, le obligan a hacer las “cajas”. No se va muy lejos, por eso el teniente Colombo –parafraseando al gran Mario Moreno Cantinflas- le quiere despedir así: “ahí nos vemos, capi… ¿cómo la vio?”.

domingo, 11 de noviembre de 2012

BLANCO Y EN "BOTELLA"

El viaje de la alcaldesa de Madrid a un spa de lujo en Portugal tras la tragedia del Madrid Arena el pasado 1 de noviembre, ha provocado en el teniente Colombo una sensación de asco y repugnancia. La regidora municipal no anuló las vacaciones que tenía planificadas para esos días (ella misma lo ha reconocido), pese a la incertidumbre de no conocer el número definitivo de víctimas, viajando incluso a tierras portuguesas mientras una de las jóvenes de la fatídica fiesta agonizaba en un hospital madrileño.
Al margen de las consideraciones políticas y judiciales que rodean el caso, y de que, todavía, nadie en el Ayuntamiento de Madrid ha asumido ninguna responsabilidad por las graves irregularidades cometidas en la gestión pre y post de la macrofiesta del Madrid Arena; al teniente Colombo el hecho de que la alcaldesa de Madrid (por cierto, una alcaldesa a la que no ha votado nadie) no suspendiera su viaje de placer, le parece incalificable, indigno y reprochable. De una bajeza moral que la descalifica como responsable política y como persona.
“Desde este momento, es una alcaldesa que ya no se representa ni a sí misma”, remata el teniente Colombo, lleno de rabia e indignación, mientras trata de imaginar qué hubiera ocurrido si este mismo episodio lo comete cualquier miembro del partido de la oposición… probablemente a estas alturas, la propia alcaldesa, y sus correligionarios del Partido Popular, estarían exigiendo su “crucifixión”, con escarnio público, en la puerta del Sol de Madrid. Sin embargo, por el momento, aquí no ha pasado nada y la señora alcaldesa sigue dedicada a lo suyo: a inaugurar actos y a entregar premios. Pues eso, blanco y en Botella.

jueves, 8 de noviembre de 2012

DONDE SE ALZAN LOS TRONOS

Ángeles Caso tiene, para el teniente Colombo, un magnetismo especial. Desde que leyó El peso de las sombras (1994), y, más tarde, Contra el viento (2009), quedó seducido por esta genial escritora. Con su última novela, Donde se alzan los tronos (Editorial Planeta, 2012), el teniente Colombo ha vuelto a comprobar la asombrosa capacidad que tiene Ángeles Caso para construir una novela (magnífica), en la que la documentación sobre los hechos narrados, además de ser impecable, es fiel a la realidad histórica en la que se contextualiza; sin dejar de lado apuntes de la propia cosecha de la autora. Como bien advierte en el prólogo, “Esto es una novela. O sea, ficción. Está basada en hechos y personajes reales, pero no todo lo que se cuenta en ella sucedió. Al menos, no de la misma manera”.
Donde se alzan los tronos nos muestra –en opinión de un teniente Colombo algo resfriado- cómo los principales momentos históricos se deciden entre bastidores, a través de intrigas, conspiraciones y movimientos en la sombra, con personajes movidos por la ambición del poder. La historia refleja, de forma muy descriptiva, el día a día en la Corte de Felipe V (primera mitad del siglo XVIII), donde reina la vanidad, el orgullo, la ambición, la falta de escrúpulos, el egoísmo, la traición y la venganza. “Da la sensación de que Ángeles Caso ha radiografiado la sociedad española actual”, opina el teniente Colombo, que ha disfrutado, página a página, de una novela que envuelve al lector con un sinfín de resortes literarios.

jueves, 1 de noviembre de 2012

EL BOTILLO

“Manjar sublime de ancestral misterio / que das al paladar sutil delicia / tú eres en la mesa la primicia / con efluvios gozosos de sahumerio”. Esta suculenta cita, atribuida al periodista berciano Héctor Blanco Terán, se refiere –cómo no- a uno de los tesoros gastronómicos de la comarca de El Bierzo: el botillo.
El teniente Colombo (berciano de nacimiento), nada más llegar los primeros fríos del otoño, se aplica con determinación a disfrutar de un producto excelente, autóctono, que se consume sobre todo en invierno y que el cuerpo agradece, entre otras cosas, por su contundente aporte calórico (su influencia en el colesterol es otro cantar… y muy desafinado).
No queda muy claro el origen del Botillo del Bierzo (tampoco es que al teniente Colombo le preocupe demasiado). Algunos historiadores consideran que es de origen romano, el botellus romano al que hace referencia el gastrónomo Marcus Gavius Apicius del siglo I d. C., bien podría ser el antecedente del Botillo del Bierzo. Otros, por el contrario, creen que fueron los monjes del Monasterio de Carracedo, situado en la sima berciana y que se remonta al año 990. También se cree que pudo ser concebido por un monje eremita; de hecho, en ambos casos se alude al término butiro, botulus o botellus en los documentos que se conservan de esa época, al final del primer milenio. Lo cierto es que el Botillo del Bierzo terminó convirtiéndose en un manjar para las clases pudientes y grandes personalidades, reyes, obispos, etc.
El botillo –un buen botillo- debe contener, en opinión del teniente Colombo,  diferentes partes de la carne y huesos del cerdo, costillas, rabo, lengua, carrillera, espinazo, etc., todos ellos en su justa proporción y adecuadamente combinados. Su color rojizo (por el aporte del pimentón), su aroma, su sabor y su consistencia son inconfundibles. Para que pueda expresar plenamente su sabor, es necesario meter el botillo en una bolsa de tela de lino y posteriormente introducirlo en una olla con agua hirviendo durante una hora, hasta que el botillo se agriete un poco. Pasado este tiempo podrá añadirse el resto de componentes del plato, como los cachelos y la berza, dejándolo cocer todo, como mínimo, una hora más. “Y si el botillo se acompaña con un vino autóctono, tinto Mencía de la zona de Cacabelos o Villafranca, a una temperatura de unos 16º, el comensal piensa que ha llegado al paraíso terrenal”, concluye el teniente Colombo, mientras se quita la gabardina y la chaqueta para sentarse a la mesa y convertirse por un rato en un miembro activo de la Cofradía del Botillo (*).
(*) El teniente Colombo dedica esta entrada, con todo el cariño del mundo, a sus primos de Ponferrada, la capital mundial del Bierzo.

viernes, 26 de octubre de 2012

SAUL BASS: CARTELES DE CINE

Desde el pasado 10 de octubre, el Círculo de Bellas Artes de Madrid expone buena parte de la obra de Saul Bass, bajo el cinematográfico título “Saul Bass: carteles de cine”. Evidentemente, el teniente Colombo no podía dejar de asistir. Por eso, en una preciosa mañana de domingo (pasear, en otoño, por el Paseo del Prado es una las debilidades del teniente Colombo) se acercó a la sala Picasso de la entidad cultural madrileña para revisar algunos de los carteles que forman ya parte de la iconografía del séptimo arte.
La exposición está dedicada al célebre diseñador gráfico estadounidense Saul Bass (Nueva York, 1920 – Los Ángeles, 1996), autor de algunos de los carteles más memorables de la historia del cine, como los de Psicosis, Vértigo, Anatomía de un asesinato, Exodus o El hombre del brazo de oro, entre otros. Bass no sólo fue uno de los grandes diseñadores de mediados del siglo XX; es incontestable además su trabajo artístico en la industria cinematográfica -gracias a sus colaboraciones con Alfred Hitchcock, Otto Preminger y Martin Scorsese-, y en el diseño de algunas de las identidades corporativas más importantes de Estados Unidos -AT&T, United Airlines, Minolta, Bell o Warner Communications-.
Al teniente Colombo, envuelto en una atmósfera puramente cinematográfica, le llamó particularmente la atención uno de los carteles del maestro Bass: el de la película “Uno, dos, tres” (Billy Wilder, 1961). Si nadie le hubiera dicho que había sido realizado por el diseñador neoyorquino, hubiera jurado que había sido firmado por el mismísimo Antonio Mingote. “Más coincidencia, imposible”, recordaba el teniente Colombo, mientras degustaba una caña de cerveza (pincho de tortilla, incluido) en la taberna La Dolores (zona Huertas), una vez que finalizó su visita a la exposición.

domingo, 21 de octubre de 2012

TO KILL A MOCKINGBIRD

El pasado 10 de septiembre, en un brillante y extenso artículo en el diario EL PAÍS, César Molinas reflexionaba sobre la clase política española y proponía un cambio radical y urgente del sistema electoral para adoptar un modelo mayoritario. Uno de los puntos tratados en el artículo hacía referencia a la incapacidad de la clase política de ser ejemplar, además de no haber tenido el coraje y la dignidad de pedir disculpas por las burbujas creadas en las últimas décadas y, por ello, haber empobrecido de manera indiscriminada a una ciudadanía cansada de unos políticos (lo que el articulista denomina una “élite extractiva de rentas”), ciegos e ignorantes ante una crisis que dura ya más de un lustro (y lo que queda…).
Casi de forma instantánea, el magnífico artículo de César Molinas le trajo a la memoria al teniente Colombo una de esas películas que forman parte de la leyenda del cine: “To kill a mockingbird” (“Matar a un ruiseñor”, dirigida por Robert Mulligan en 1962), de la novela homónima de Harper Lee.
Probablemente en el mejor papel de su carrera, Gregory Peck interpreta a un abogado en la época de la Gran Depresión, en una población sureña de EE.UU., que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, los prejuicios y el racismo de la sociedad americana, acusan, y sentencian de antemano, al granjero de color. Atticus Finch (Gregory Peck) acepta el caso, aún a sabiendas de que tendrá que hacer frente a la intolerancia y enemistad de sus conciudadanos, llenos de odio y desprecio hacia la comunidad negra. Como era de esperar, pierde el caso, pero gana, para siempre, el respeto y la admiración de sus dos hijos. Con su ejemplo, Atticus transmite a sus hijos -y al resto de la comunidad- el sentido de la responsabilidad, la honradez, la fe en unos principios morales y la firmeza en unas convicciones.
El teniente Colombo propone la aprobación inmediata de un Real Decreto Ley que obligue a todos políticos españoles a ver, al menos una docena de veces, “Matar a un ruiseñor”, antes de incluir su nombre en una lista electoral; y a escribir 500 veces (en una pizarra, y con tiza) la reflexión que Atticus le hace a su hija al final de la película: “Nunca se conoce realmente a un hombre hasta que uno se ha calzado sus zapatos y ha caminado con ellos”.

miércoles, 17 de octubre de 2012

EL DEBATE DE LA INDEPENDENCIA

El presidente de la Generalitat de Cataluña ha puesto sobre la mesa, con contundencia y ciertas dosis de acidez, el debate de la independencia. A decir verdad, no se ha andado por las ramas. La duda que le tiene perplejo al teniente Colombo es si la cosa va en serio, y es un desafío en toda regla, o simplemente es un amagar y no dar para desviar la atención de sus conciudadanos ante los fuertes recortes, presupuestarios y fiscales, aplicados en Cataluña durante los últimos meses (to be, or not be: that is the question, mi querido príncipe Hamlet).

Al respecto, el teniente Colombo tiene muy claro lo siguiente: 1º) Que el Gobierno de España no puede ignorar el debate de la independencia; 2º) Que no se puede obligar a nadie –y menos imponer- a pensar de una determinada manera ni a sentir los colores de una determinada bandera; 3º) Que cuando alguien no está a gusto en un sitio, no se le puede retener por la fuerza; 4º) Que es un disparate tratar de españolizar a nadie; y 5º) Que si la mayoría del pueblo catalán decide, libre y voluntariamente, la autodeterminación, hay que escucharlo y dirimir la decisión mediante el diálogo.

“Ahora bien, si se concreta el 5º supuesto… ¡con todas las consecuencias!”, remata su argumento el teniente Colombo. Con todas las consecuencias de tipo económico, social, empresarial, jurídico, fiscal y extraterritorial. Y es en este punto en el que el teniente Colombo tiene serias dudas del órdago lanzado por el presidente catalán. Dudas porque está razonablemente convencido de que ni el propio Mas, ni su partido, han evaluado y cuantificado con seriedad y rigor las consecuencias, de todo tipo, que tendría su envite si éste llegase a materializarse. Por eso, al teniente Colombo le parece que todo esto es una pataleta “Mas”, un brindis al sol, porque el máximo responsable del ejecutivo español, Mariano Rajoy, no ha atendido las enésimas reclamaciones económicas del Honorable President.

“En fin, veremos en qué queda todo esto, y qué respaldo obtiene el Sr. Mas en los comicios del próximo 25 de noviembre”, masculla el teniente Colombo, mientras se aplica, con escaso éxito, a reanimar uno de sus habanos a medio fumar.

domingo, 14 de octubre de 2012

CON CORAJE Y DETERMINACIÓN

El teniente Colombo –como socio de Médicos Sin Fronteras- acaba de recibir la Memoria 2011, que describe la acción médico-humanitaria desarrollada por esa organización en diferentes zonas del planeta. Durante ese ejercicio, y en lo que llevamos de 2012, los drásticos recortes de los presupuestos españoles en materia de cooperación y ayuda al exterior han tenido –por fortuna- escasa influencia en el extraordinario trabajo de esta ONG, ya que la mayor parte de sus recursos provienen de particulares (prácticamente, el 90%). Para el teniente Colombo, su labor tiene, por tanto, mayor mérito.
A los conflictos armados de Somalia, Siria y Yemen; se une la cronificación de problemas en numerosos países, que parecen no tener fin: la desnutrición infantil, la escasez de medicamentos básicos, el cólera y el VIH, la ausencia de atención hospitalaria a la población más vulnerable, el abandono de millones de refugiados, la violencia social, etc., etc.
“Y mientras tanto las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el G20… nimbados por su aureola de poder, de vacaciones permanentes”, refunfuña el teniente Colombo, mientras, puro en mano, repasa el destino que ha hecho Médicos Sin Fronteras en 2011 de los 110 millones de euros que ha recibido en donaciones.
En una ocasión, le preguntaron al actor y director Fernando Fernán Gómez (conociendo el entrevistador su posición agnóstica) si, en realidad, estaba convencido de que no existía Dios. Fernán Gómez respondió: “Para mí, Dios no existe… salvo que reaccione”. Es exactamente lo mismo que le ocurre al teniente Colombo con algunos Organismos Internacionales por su pertinaz pasividad ante los gravísimos problemas que asolan cada día a millones de personas. Menos mal que existen ONGs como Médicos Sin Fronteras que, con coraje y determinación, realizan una labor admirable.

martes, 9 de octubre de 2012

ENTRE PALOS

Han pasado cerca de dos siglos desde que un estudiante de teología del colegio de Rugby, en el condado de Warwickshire (medio oeste de Inglaterra), “con desobediencia de las reglas del football”, agarró la pelota con las manos y la llevó hasta la meta contraria, obteniendo un gol. Corría el año 1823 y la versión es aceptada por la International Rugby Board como el primer antecedente conocido del rugby moderno.
Hace apenas un año, a través del Club de Rugby El Salvador de Valladolid, el teniente Colombo descubrió la grandeza de este deporte. Aunque todavía no domina las complejas reglas del rugby, el ambiente que vivió en el primer partido al que asistió en el Pepe Rojo (el estadio en el que juega el C.R. El Salvador), le atrapó irremediablemente.
En este tiempo, y después de haber asistido en directo a varios encuentros, el teniente Colombo tiene anotados en su bloc los valores que más le llaman la atención de este deporte: el enorme esfuerzo que cuesta avanzar un metro, la perseverancia, el trabajo en equipo, la nobleza, el respeto mutuo, la tenacidad, el compañerismo… la vida misma (*).

(*) El teniente Colombo dedica esta entrada a todos aquellos que luchan cada día por mantener viva la llama del rugby, a pesar de los problemas económicos por los que atraviesa el deporte oval y los escasos apoyos que recibe. En especial a Juan Carlos Martín “Hansen”, presidente del C.R. El Salvador.

sábado, 6 de octubre de 2012

LONDON EYE

Desde su inauguración en el año 2000, the London Eye (El ojo de Londres) se ha convertido en uno de los iconos más emblemáticos de la capital londinense. También conocido como Millennium Wheel (Noria del Milenio), fue la mayor noria-mirador del mundo hasta la apertura de la Estrella de Nanchang (China) en mayo de 2006, y la posterior Singapore Flyer en 2008.
The London Eye ofrece unas vistas panorámicas impresionantes; pudiéndose alcanzar, en los días claros, una visibilidad de hasta 40 kilómetros a la redonda (circunstancia que pudo comprobar el teniente Colombo en su reciente visita a Londres). “La noria es, por encima de todo, un logro de la ingeniería moderna; y permite disfrutar de una perspectiva diferente, casi a vista de pájaro, del  Támesis, de la Abadía de Westminster, de Buckingham Palace y del Big Ben”, opina el teniente Colombo, todavía impresionado por la experiencia.
Inevitablemente, y mientras disfrutaba de los 30 minutos que emplea el London Eye en completar una vuelta, al teniente Colombo le vino a la memoria otra famosa noria. La Noria de Viena, ubicada en el parque de atracciones del Prater (que también visitó hace algo más de 15 años), y en la que Joseph Cotten y Orson Welles firmaron una secuencia memorable en la inolvidable película El tercer hombre (Carol Reed, 1949).

miércoles, 3 de octubre de 2012

DIMITRI TIOMKIN

Probablemente –en opinión del teniente Colombo- Dimitri Tiomkin (1894-1979) ha sido uno de los grandes compositores de la historia del cine. Nacido en Ucrania, bajo el dominio de la Rusia zarista, se nacionalizó estadounidense años más tarde. Fue nominado al Óscar en 15 ocasiones, ganándolo en tres de ellas por Sólo ante el peligro (1952), Escrito en el cielo (1954) y El viejo y el mar (1958).
El pasado fin de semana, en su visita a la capital londinense, el teniente Colombo encontró una joya en forma de CD: las mejores composiciones de Dimitri Tiomkin, recogidas en un único volumen grabado en 2011 en el Barbican de Londres, bajo la batuta de Richard Kaufman, con la London Symphony Orchestra como sello de garantía. Desde entonces, de camino a la comisaría, y de vuelta a casa, el teniente Colombo lo escucha una y otra vez; sin parar y a todo volumen.
Así, cada día, y durante cerca de una hora, el teniente Colombo se ve envuelto en una atmósfera con sabor a cine clásico, a cine de siempre, a buen cine. Al volante de su coche, y al mismo tiempo que planifica mentalmente cómo resolver los casos de asesinato que, seguro, le esperan en la comisaría, se imagina escalando el acantilado que esconde los cañones de Navarone, junto a Gregory Peck y Anthony Quinn, al ritmo de los acordes majestuosos de The guns of Navarone, que Dimitri Tiomkin firmó en 1961. Otras veces, en plena M-40, se cree atravesando a toda velocidad el rancho de Reata en Gigante (1956), recordando al trío protagonista (Rock Hudson, Liz Taylor y James Dean), que “incendiaba la pantalla” en cada secuencia, acompañados por una banda sonora que engrandece, a cada minuto, la épica de la película. En alguna ocasión, pistola al cinto, sueña con ayudar a Wyatt Earp (Burt Lancaster) y Doc Holliday (Kirk Douglas) en el OK Corral de Duelo de titanes (1957), mientras la inolvidable composición de Tiomkin realza un film legendario.
Y así, tantas y tantas historias, alimentadas por el legado musical de un hombre que supo remarcar, con su amplia variedad de composiciones musicales, historias de amor (¡Qué bello es vivir!, 1946), de pasión (Duelo al sol, 1947), de traición (Crimen perfecto, 1954), de sentido del honor (Río Bravo, 1959), de lucha por unos ideales (El Álamo, 1960),… y el teniente Colombo, siempre en medio de todas ellas (en su imaginación, claro está).

domingo, 30 de septiembre de 2012

LAS HORAS DISTANTES

Todavía con el recuerdo a flor de piel de El jardín olvidado (ver entrada en este blog del 2/9/2011), el teniente Colombo no ha podido resistir la tentación de adentrarse, casi sin descanso, en la lectura de la nueva novela de Kate Morton,  Las horas distantes (Editorial Suma de Letras).
En esta ocasión, todo comienza con una carta. Un domingo por la tarde llega a casa de Edie Burchill una carta, perdida durante más de medio siglo en una saca de correos, con el remite de Milderhurst Castle, en Kent (Inglaterra). La carta va dirigida a su madre, con la que Edie mantiene una fría relación. Edie empieza a pensar que su madre oculta un antiguo secreto. Durante la Segunda Guerra Mundial, la madre de Edie fue evacuada de Londres y acogida por la misteriosa Juniper Blythe en Milderhurst Castle, donde vivía con sus hermanas gemelas y su padre, Raymond, autor del clásico infantil La verdadera historia del Hombre de Barro. Cincuenta años más tarde, cuando Edie busca las respuestas al enigma de su madre, se siente atraída por Milderhurst Castle, donde, ya ancianas, las excéntricas gemelas y Juniper viven todavía.
Las horas distantes, en opinión del teniente Colombo, ofrece un estilo sugestivo y sorprendente. Kate Morton vuelve a demostrar, una vez más, su habilidad para manejar los saltos temporales, sin que la narración pierda ni un ápice de continuidad y coherencia. Todo encaja perfectamente. Quizás, en ocasiones, las descripciones excesivamente pormenorizadas aportan a la historia un ritmo lento y pausado, en medio de un ambiente oscuro y gótico (en más de una ocasión, mientras disfrutaba de la novela, Milderhurst Castle le ha recordado al teniente Colombo la tenebrosa mansión de Manderley, de la oscarizada Rebeca, Alfred Hitchcock, 1940); pero el final está bien resuelto y es convincente.
El teniente Colombo recomienda,  sin ninguna duda, la lectura de Las horas distantes; una novela que tiene como punto central los secretos y las atmósferas intrigantes, como la mayoría de los casos de asesinato a los que se tiene que enfrentar cada día el teniente Colombo.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

¡BYE, BYE, SRA. AGUIRRE!

Decía el escritor francés Charles Pinot Duclos (1704-1772) que “la arrogancia de corazón es un atributo de los hombres de bien, la arrogancia de los modales es un atributo de los imbéciles”.
El teniente Colombo ha desempolvado del cementerio de las citas olvidadas esta brillante reflexión, después de conocer, con sorpresa, la reciente dimisión de la Presidenta de la Comunidad de Madrid de su cargo y su retirada de la primera línea de la actividad política.
El teniente Colombo ha reaccionado a esta “bomba periodística” con absoluta indiferencia. No ha movido ni un músculo. “Una cosa es ser valiente –como han sostenido durante años los correligionarios de la lideresa- y otra muy diferente ser arrogante, altiva, altanera, engreída, soberbia, insolente, impertinente, petulante, envanecida, despreciativa, ofensiva, desconsiderada, esquiva, chula, burlona, displicente, jactanciosa, irrespetuosa, desatenta, provocativa, prepotente…”, reflexiona el teniente Colombo sobre la trayectoria política de la ya expresidenta, mientras enciende uno de sus puros con cierto aire de satisfacción.
Con independencia de las razones que la han llevado a tomar ésta, sin duda, difícil decisión, el teniente Colombo toma nota en su bloc de este dichoso día, y encabeza la noticia con el siguiente titular: “Bye, bye, Sra. Aguirre, que usted lo disfrute”.

sábado, 22 de septiembre de 2012

HORARIOS DE DISCOTECA

“La gota que ha colmado el vaso del despropósito se ha puesto de manifiesto este año en toda su dimensión. Alguien ha decidido cargarse el fútbol, tensando la goma de la paciencia de los aficionados más allá de lo que las leyes de la física pueden soportan”, opina el teniente Colombo, lleno de ira e indignación.
Los horarios de los partidos de la temporada 2012-2013 son un auténtico disparate, un desbarro, un dislate, un desatino, una animalada, una insensatez… un insulto a los aficionados al fútbol. En el caso particular de los que, además, son abonados –como es el caso del teniente Colombo- y, por tanto, pagan por adelantado la asistencia a los partidos en directo, el asunto alcanza niveles de desprecio absoluto.
Ni se piensa en el aficionado, ni parece haber interés por ver los estadios llenos, ni que las nuevas generaciones -¡los niños!- acudan a los campos de fútbol para ver a sus ídolos en directo. Nada. Sólo se piensa en los share, en los ingresos por publicidad, en aumentar el coste de los abonos… en definitiva, en el reparto del pastel. Al teniente Colombo le cuesta creer que un partido tenga más audiencia a las 11 de la noche -¡y en lunes!- que a una hora “civilizada” como las 9 de la noche, por ejemplo; e incluso a las 7-8 de la tarde.
El teniente Colombo aporta, al respecto, el siguiente dato: en las cuatro primeras jornadas de Liga han acudido a los estadios de Primera División 1.002.983 espectadores (aún falta por disputarse un partido aplazado), lo que ha supuesto 136.000 menos (un 12%) que hace un año y 144.000 menos que hace tres. Y los partidos jugados en ese horario de discoteca de las 11 de la noche en la primera jornada registraron casi un 53% de asientos vacíos. Escalofriante.
Por lo que al teniente Colombo respecta, no le van a engañar nunca más. Ya le han tomado el pelo durante demasiados años. Se siente estafado. ¡El teniente Colombo compra su abono para ver a su equipo en el estadio, no para verlo por televisión! Dicho lo cual, con todo el dolor de su corazón, y después de tantísimas décadas de fidelidad inquebrantable, la temporada 2012-2013 será la última como abonado de su querido Atleti. El lunes, en cuanto llegue a la comisaría, se lo comunicará al capitán (supporter incondicional del Real Valladolid).

martes, 18 de septiembre de 2012

MALDITO KARMA

El teniente Colombo, por lo general, suele apoyarse en las críticas literarias (profesionales o no) para adentrarse en los entresijos de una novela, aunque en la mayoría de las ocasiones deja la decisión a su propio instinto. En el caso de Maldito Karma, de David Safier  (Editorial Seix Barral) ha seguido la pauta de “el libro más vendido del año”.
La trama de la novela es realmente ingeniosa, y, en opinión del teniente Colombo, con tintes de disparate: relata las peripecias de una famosa presentadora de la televisión alemana que se dedica en cuerpo y alma a su trabajo, descuidando a su familia, pasando por encima de sus colegas sin ningún tipo de escrúpulo para conseguir el puesto deseado y viviendo una vida artificial en la que su matrimonio se tambalea y su hija vive completamente alejada de su madre. El día de una entrega de premios, en la que es la candidata más firme, engaña a su marido con un apuesto presentador con el que sueñan todas las televidentes. Y en ese momento, mientras reflexiona sobre su situación, en la azotea del edificio donde ha consumado su infidelidad, el retrete de una estación espacial se estrella sobre su cabeza. Evidentemente, se muere. A partir de ese momento es cuando empiezan sus problemas, porque no se va al infierno, como podría deducirse por la manera en la que ha llevado su vida, sino que se reencarna en una simple, pequeña y frágil hormiga.
Partiendo de la base de que el teniente Colombo no cree en la reencarnación, y mucho menos en la acumulación de buen karma (en todo caso, si pudiera, algún día le gustaría reencarnarse en el médico borrachín de La Diligencia de John Ford, magistralmente interpretado por Thomas Mitchell), reconoce que el autor ha sabido sacarle partido a ese proceso de subir peldaños en la pirámide de la evolución, con una novela entretenida, graciosa y, sobre todo, surrealista. No obstante, no es una novela que haya entusiasmado al teniente Colombo. “Maldito Karma es una novela de lectura fácil y ligera para pasar el rato, para esos momentos en los que uno busca un poco de entretenimiento y reírse de vez en cuando,… que no es poco”, concluye el teniente Colombo, con la mirada puesta en el horizonte de un maravilloso atardecer de septiembre.

martes, 11 de septiembre de 2012

VOLVAMOS A KEYNES, ESTÚPIDOS, VOLVAMOS A KEYNES

En numerosas ocasiones, a lo largo de los últimos meses, el teniente Colombo ha manifestado su incredulidad –y su irritación- ante las medidas de política monetaria y fiscal que estaba adoptando el Gobierno para salir de la crisis. Bueno, en realidad, medidas para reducir el déficit público, que no es lo mismo.
Todas las previsiones macroeconómicas indican que en lo que queda de 2012, y prácticamente en todo el 2013, tanto el crecimiento como el empleo seguirán una tendencia similar a la actual; es decir, negativa. En concreto, no hay expectativas mínimamente optimistas para un repunte de la demanda interna, para el flujo normal del crédito (entre bancos y desde la banca a los ciudadanos), ni tan siquiera para mitigar las dudas que existen en el exterior de la solvencia de España. Si a esto se une que la reforma laboral aumenta el paro de forma inmediata, y lo hará todavía en mayor medida debido a los recortes de plantilla pendientes en el sector privado y en el público, junto con políticas de venta de activos de las empresas (las que puedan hacerlo) ante las nulas perspectivas de aumentar la capacidad productiva por la caída de las ventas, y la desesperante opacidad del Gobierno ante la decisión de solicitar un rescate a Bruselas (al menos financiero)… la profundización de la recesión está servida. Una auténtica bomba de relojería económica y social.
Y, mientras tanto, el gobierno español, azuzado por el Banco Central Europeo, sigue obsesionado con el déficit público a corto plazo. Erre que erre. Las políticas adoptadas –todas de carácter restrictivo- han demostrado, y siguen demostrando, que no son la solución para salir de la crisis, y mucho menos para volver al crecimiento y al empleo. Han confirmado, en definitiva, la idea básica del pensamiento del economista inglés John M. Keynes (1883-1946): recortar drásticamente el gasto en una economía deprimida la deprime todavía más.
Este pensamiento ocupaba la mente del teniente Colombo de camino a la comisaría una calurosa mañana de septiembre. No podía dejar de pensar en ello. Por eso, desde lo más profundo de su interior, un grito desgarrador se abría paso en su garganta henchida de rabia y agitación: “¡Volvamos a Keynes, estúpidos, volvamos a Keynes!”.

viernes, 7 de septiembre de 2012

MONACATUS

En el año 1011, Sancho García, tercer conde de Castilla, y nieto de Fernán González, fundó el monasterio benedictino de San Salvador, en Oña (Burgos). La celebración de su milenario ha motivado que la Fundación Las Edades del Hombre haya elegido esta localidad emblemática como sede de la 17ª edición de sus exposiciones. En esta ocasión, la muestra lleva por título Monacactus, transcripción fonética de “monachatus”, término tomado del latín “monachus”, cuyo significado es “solitario”.
Y de esa manera, en solitario, se presentó el teniente Colombo en la localidad de Oña, un sábado de mediados de agosto, bajo un sol de justicia. Después de pagar la entrada (un precio simbólico de 3€), y de tomar un aperitivo en una taberna castellana, se adentró en el monasterio burgalés con ánimo teológico y eclesial.
La exposición, temáticamente ligada en seis apartados, se reparte por la iglesia, la sacristía, la sala capitular y el claustro que Simón de Colonia construyó en el siglo XVI. La muestra, sin duda, es breve; pero lo verdaderamente importante –en opinión del teniente Colombo- son las obras: no muchas (138), aunque magníficas. Nombres como Zurbarán, Ribera, El Greco, Goya, Pedro y Alonso Berruguete… comparten espacio con creadores modernos como Santiago Rusiñol o Vázquez Díaz. Las joyas expuestas restan algo de atención –en parte, es lógico- al continente: la iglesia gótica, la capilla mayor con un panteón real y condal, el órgano, los frescos de la vida de Santa María Egipciaca, el claustro… que el teniente Colombo trataba de identificar a lo largo del recorrido, entre las obras expuestas.
Finalizada la visita, y reconfortado por la experiencia monástica, ascética y cultural, el teniente Colombo enfiló la AP-1, de vuelta a casa.

lunes, 3 de septiembre de 2012

HASTA SIEMPRE, AMIGO Y MAESTRO

Se fue con el mes de agosto. El pasado fin de semana, ojeando el diario EL PAÍS, el teniente Colombo se tropezó, casi por casualidad, con una esquela en la que aparecía el nombre de un amigo, ex jefe y compañero de sus primeros pasos profesionales. Se llamaba Luis y había fallecido en Madrid el 31 de agosto de 2012 (sic).
Luis fue la primera persona que conoció el teniente Colombo cuando, recién salido de la Facultad, y sin ser capaz de distinguir apenas el activo del pasivo, inició una carrera profesional que, de momento, le mantiene en activo. “Hola, Luis, soy el nuevo assistant, y me han dicho que me presente a ti”, dijo balbuceando el teniente Colombo, con una mezcla de miedo y precaución, ante el nuevo horizonte que se presentaba en su vida (¡su primer trabajo!). “Bien, pues coge la maleta que nos vamos a Vigo a auditar un astillero”, contestó él. Hasta ese momento el teniente Colombo jamás había montado en avión, ni había dormido en un hotel de cuatro estrellas. De los astilleros, sólo había oído que solían estar al borde del mar.
Luis ha sido, sin duda alguna, el maestro del teniente Colombo. Fue él quien le mostró el camino –con una paciencia infinita- para soportar situaciones límite, quien le explicó la técnica para la resolución de los casos de asesinato más enrevesados, quien le inculcó rigor y criterio, quien le marcó la línea divisoria entre lo urgente y lo importante, quien le explicó una metodología de trabajo que el teniente Colombo todavía sigue aplicando hoy día... Y, por encima de todo, fue quien le inoculó en las venas la idea de ser exigente con uno mismo, de disfrutar de un trabajo bien hecho. ¡Hasta le enseñó a hacerse el nudo de la corbata, porque hasta entonces el teniente Colombo nunca se había puesto una corbata! Y así, durante más de tres años. Luis escribió, de alguna manera, el guión de lo que sería la forma en la que el teniente Colombo afrontaría, a lo largo de su vida profesional, la resolución de los casos de asesinato.
Y el pasado fin de semana, mientras repasaba el periódico, tranquilo y relajado, vio su esquela. La tuvo que leer varias veces, porque no daba crédito. Pero, sí, era él, Luis, su amigo y maestro. Desgraciadamente, coincidían todos los datos. Fue un shock. ¡Cuántos recuerdos, anécdotas, viajes, “hojas amarillas”, cruces de referencia, scopes, inventarios, clientes, cuadres, informes, ajustes, “cotejado a mayor”, reuniones, files, etc., se agolparon, de repente, en la cabeza del teniente Colombo! Fotogramas de cuatro años, como en aquella memorable secuencia final de Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988), en la que el maduro director de cine rememoraba en tres minutos las enseñanzas de su maestro, fallecido, a través de los recortes de películas censurados durante tantos años por el párroco del pueblo.
El teniente Colombo sabe que ya no le verá más por el barrio (vivía a dos cuadras de él); e ignora dónde estará ahora. Quizás haya vuelto a Factorías Vulcano en Vigo, o al Grupo de Empresas Álvarez, o a los Astilleros San Carlos de Cádiz (¡qué langostinos cenaron aquella noche en el restaurante “El Faro”!), o a la Unión Naval del Levante o…. ¡vaya usted a saber! para revisar, una vez más, los papeles de trabajo y poder concluir sobre la razonabilidad de los estados financieros cerrados al 31 de diciembre de… Esté donde esté, el teniente Colombo siempre estará en deuda con él. No le olvidará nunca.

jueves, 30 de agosto de 2012

PRIMER ANIVERSARIO

Hoy hace exactamente un año, el 30 de agosto de 2011, nacía este blog: El espíritu del teniente Colombo. Desde entonces, con una fidelidad inquebrantable y un estado de ánimo solícito y atento a la realidad, el teniente Colombo ha transmitido a sus fieles seguidores (una “pequeña legión” ya) sus sentimientos, sus opiniones, sus emociones, sus penas, sus dudas, sus inquietudes, sus desasosiegos, sus temores, sus alegrías,… siempre con sinceridad y pasión. Y lo va a seguir haciendo, con más ilusión si cabe.
Dicho lo cual, el teniente Colombo aplasta el cigarro en el cenicero de su coche rebosante de colillas, sacude la boquilla, se la guarda en el bolsillo de la americana y pone en marcha su Peugeot 504 de 1959, rumbo a la comisaría en busca de nuevos casos de asesinato que resolver.
Una vez allí, deja la gabardina en el perchero, enciende un nuevo cigarro, dispone su bloc de notas y comprueba la mina del lapicero: ¡en perfecto estado! A partir de este momento, todo lo que ocurra a su alrededor puede ser motivo de una nueva reflexión en su blog…

viernes, 24 de agosto de 2012

DE PASEO POR MARTE

Hace algunas semanas, mientras miraba de reojo un informativo cualquiera, el teniente Colombo no salía de su asombro al ver a un nutrido grupo de especialistas de la NASA dar saltos de alegría y abrazarse entre sí como si a cada uno de ellos le hubiera tocado la lotería primitiva (con bote).
Resulta que un vehículo de exploración robótica llamado Curiosity había aterrizado en Marte, con una precisión milimétrica. Cinco años había tardado la NASA en decidir el lugar exacto del aterrizaje, revelaba el locutor. Este laboratorio lunar –seguía el periodista con sus explicaciones- realizará numerosos análisis químicos con el fin de estudiar si en el cráter Gale hay minerales que pueden haberse formado con agua. El objetivo básico de la misión, en todo caso, es averiguar si el planeta rojo fue, en algún momento, adecuado para la vida, remataba el informador en su análisis de la noticia.
“¡Ahí es nada, resulta que tanta algarabía y emoción para esto!”, concluye, sorprendido, el teniente Colombo, al comprobar el origen real de aquel alboroto de los cerebros de la NASA. En un principio, y dado que apenas estaba prestando atención a los comentarios del periodista, el teniente Colombo pensó que aquellas muestras de alegría –algunos científicos casi tocaban el techo con sus cabezas, con saltos más propios de canguros australianos que de seres humanos- estaban justificadas por algún hallazgo de la máxima importancia para la Humanidad: el descubrimiento de la vacuna definitiva contra el cáncer, un acuerdo a nivel mundial contra la hambruna de millones de personas, la extensión de la sanidad pública para cualquier ser humano del planeta, un pacto firme y decidido por parte de todos los países miembros de las Naciones Unidas para luchar contra las dictaduras del siglo XXI y evitar millones de muertes y personas desplazadas, etc., etc., etc. Pero resulta que la causa era otra bien distinta: la posible existencia de vida en Marte… ¡nada más y nada menos!
El teniente Colombo enciende uno de sus puros y, desolado, comprueba, por enésima vez, a qué dedican las grandes potencias mundiales el dinero, el tiempo y la inteligencia de personas de gran valía: a matar moscas con el rabo.

lunes, 20 de agosto de 2012

UN PARAÍSO ENTRE PINOS

Vilviestre del Pinar es un municipio del sureste de la provincia de Burgos, bañado por las aguas del río Arlanza, en la comarca de la Sierra de la Demanda. La mayor parte del término se dedica a monte alto de pino silvestre o pino albar  y pino negral, para producción de madera y muy secundariamente para pastos.

Este fin de semana, el teniente Colombo ha tenido la fortuna de disfrutar, con intensidad, de este entorno maravilloso. Ha conocido el frontón viejo y el frontón nuevo de Vilviestre (por lo visto, una de las grandes aficiones de sus habitantes), la plaza del Ayuntamiento, el nuevo Centro de Salud, el parque del Alto del Campo con su parque infantil y su zona ajardinada, sus empinadas calles, la iglesia de San Martín de Tours (que combina los estilos gótico, renacentista y barroco), la localidad próxima de Quintanar de la Sierra (que ofrece una gastronomía extraordinaria), las estribaciones de la Sierra de Neila, los Picos de Urbión… en definitiva, dos días alejado del ritmo frenético de la ciudad y de los casos de asesinato que tanto perturban su estado de ánimo.

Pero, sobre todo, el teniente Colombo (quien en esta ocasión había dejado su gabardina en casa, debido a la ola de calor que ha asolado el país) ha podido disfrutar de una compañía excepcional: la familia de su compañero y amigo Javier Mediavilla. Una familia que le ha acogido como uno más, abriéndole las puertas de su casa y de su corazón. Si el teniente Colombo (subido a una torre de alerta de incendios, a 21 metros de altura) ha podido respirar en Vilviestre un aire puro y reconfortante como hacía tiempo que no conocían sus pulmones, el aire que ha respirado en compañía de esta familia ha sido un vendaval de honestidad, de naturalidad, de afabilidad y franqueza. Desde este mismo momento, el teniente Colombo sitúa Vilviestre del Pinar en el mapa, y en su corazón (*).

(*) El teniente Colombo dedica esta reflexión, con afecto y profundo agradecimiento, a Javier Mediavilla, amigo, excelente profesional y mejor persona.

martes, 14 de agosto de 2012

NUEVA TEMPORADA, ILUSIONES RENOVADAS

En El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009), varios personajes discuten acaloradamente sobre fútbol y, de manera espontánea, uno de ellos afirma: “Un tipo puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de colores”.
En unos días arranca un nuevo campeonato de Liga. El curso 2012-2013. Una nueva temporada, repleta de nuevas ilusiones. Jugadores que cambian de equipo (aunque juraron amor eterno a su scuadra de procedencia, besando su escudo en tantas ocasiones); periodistas deportivos, defendiendo sus colores (dentro y fuera del campo); presidentes de clubs lanzando mensajes de esperanza y, sobre todo, tópicos, muchos tópicos; televisiones que imponen la dictadura de unos horarios disparatados; y… los aficionados, que un año más renuevan (incluido el teniente Colombo) sus ilusiones, sus anhelos y sus expectativas. La fe en los colores –como sentenciaba el personaje de Campanella- más allá de la razón.
“¿Será este año el definitivo, el año en el que el Atleti –la “liturgia” del teniente Colombo- derrote al eterno rival, por lo civil o por lo criminal?”, se pregunta el teniente Colombo con recelo, ante el más que probable este año, tampoco. La primera oportunidad, el 2/12/2012 en el estadio merengue del Paseo de la Castellana; la segunda, el 5/5/2013 en el santuario rojiblanco del Vicente Calderón. ¡Comienza el espectáculo!

viernes, 3 de agosto de 2012

RIÑA DE GATOS. MADRID 1936

La temporada de verano es propicia para la lectura. Sobre todo, para el teniente Colombo, ya que a lo largo del año le resulta muy difícil adentrarse en las profundidades de una buena novela. La escasez de tiempo, y el cansancio, son sus peores enemigos. En esta ocasión ha recurrido a un viejo conocido, Eduardo Mendoza, que recupera el pulso de sus mejores dotes narrativas con “Riña de gatos. Madrid 1936” (Ed. Planeta, 1ª edición, octubre 2011).
La acción transcurre en el Madrid de 1936, poco antes de la sublevación militar que desembocaría en la Guerra Civil española. El protagonista es un ciudadano británico, Anthony Whitelands, que llega en tren a Madrid tras aceptar realizar un trabajo para la aristocrática familia del duque de la Igualada, que quiere que le tase unos cuadros de su colección, con objeto de vender uno en el extranjero, y poder disponer de dinero fuera si necesita escapar cuando la situación en el país desemboque en un conflicto armado. A Mr. Whitelands le vigila la policía y, sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto en una compleja confabulación marcada por oscuros intereses.
La idea central de la novela, que al teniente Colombo le ha parecido muy ingeniosa, le sirve al autor para sacar a la luz un ramillete de personajes, en unos casos de ficción y, en otros, históricos como Rafael Sánchez Mazas  -fundador de la Falange- y el propio José Antonio Primo de Rivera, que ven como sus aventuras y desventuras se entrecruzan en un Madrid prebélico, abducidos por una atmósfera de conspiración y alboroto. El talento descriptivo de Mendoza, en opinión del teniente Colombo, se vuelve a poner de manifiesto en esta ocasión, como ya ocurriera en “La ciudad de los prodigios”, una de sus novelas más exitosas.
“Sin duda, Riña de gatos. Madrid 1936 tiene interés y atrapa al lector de principio a fin. Se trata de un buen libro, con una adecuada combinación de humor y rigor histórico y, desde luego, muy recomendable”, concluye el teniente Colombo, atrincherado en el salón de su casa con el aire acondicionado a pleno rendimiento.

domingo, 29 de julio de 2012

THE AMAZING SPIDER-MAN

El calor apretaba de firme. Era una de esas tardes del mes de julio en las que la calima es tan abrasadora que parece que en el aire se han agotado las existencias de oxígeno. Parecía el día idóneo para ir al cine. Dicho y hecho, el teniente Colombo y su sobrino decidieron disfrutar de la nueva entrega de la saga Spiderman (The Amazing Spider-Man, Dir. Marc Webb, 2012).
Por encima de todo, y con independencia de lo que opinen algunos críticos que han cuestionado la idoneidad de este remake de la primera entrega, el teniente Colombo quiere dejar claro que la película es puro divertimento, de principio a fin. En su opinión, la espectacularidad es la razón de ser del filme, con unas escenas de acción magníficamente bien rodadas. Los efectos especiales son, sencillamente, extraordinarios. En esta ocasión, el hombre araña es interpretado por el joven actor Andrew Garfield (que saltó a la fama con La red social), y al teniente Colombo le ha parecido una decisión de casting muy acertada; mejor, sin duda, que el insípido Tobey Maguire.
“En definitiva, dos horas largas de entretenimiento a raudales. ¿Qué más se le puede pedir a una película?”, se pregunta el teniente Colombo, trazando en su imaginación las ventajas que tendría en la comisaría si pudiera ir de edificio en edificio lanzando telarañas a diestro y siniestro.

lunes, 23 de julio de 2012

¿"MÁS EUROPA"... PARA QUÉ?

Ahora resulta que el Banco Central Europeo (BCE) no tiene entre sus funciones ayudar a los países miembros con problemas financieros, sino únicamente asegurar la estabilidad de precios y contribuir a la seguridad del sistema financiero con total independencia (sic, Mario Draghi, presidente del BCE, 21/7/2012). “¡Acabáramos!”, rezonga el teniente Colombo con un cabreo mayúsculo.
Durante décadas, y sobre todo recientemente, a los políticos españoles se les ha llenado la boca asegurando que un país no puede resolver sus problemas por sí solo, sino dentro de un mercado común europeo, solidario y fuerte. Y se empeñan en resumir ese argumento con la expresión “más Europa”. Después de mucho pensarlo, el teniente Colombo sigue sin entender –sobre todo en este momento- qué significa la dichosa frasecita.
“Resulta que desde que se creó la moneda única en 2002 lo único realmente palmario ha sido un fuerte incremento de los precios internos, una brusca caída de la competitividad, del consumo y de las exportaciones; y un estremecedor crecimiento del paro”, matiza el teniente Colombo, harto y cansado de frases grandilocuentes de una clase política totalmente desprestigiada e incapaz (sin excepción).
“Entonces, si en una situación extraordinaria como la actual, con un ataque indiscriminado y sin razón de los mercados, un país de la eurozona solicita apoyo a la máxima autoridad europea en materia financiera, el BCE, éste le da la espalda y se refugia en la literalidad de sus estatutos… ¿de qué sirve ser un país miembro? en definitiva, más Europa ¿para qué?”, remata el teniente Colombo, perplejo y desorientado como en sus casos de asesinato más enrevesados.
En este momento lo que al teniente Colombo le pide el cuerpo es decirle al presidente del BCE lo siguiente: “Señor Draghi, váyanse usted, el euro y Europa a paseo”.

sábado, 21 de julio de 2012

HOPPER

El teniente Colombo llevaba tiempo sin acudir a alguna de las magníficas exposiciones que se ofrecen en Madrid. La escasez de tiempo, los innumerables casos de asesinato que tiene encima de la mesa, y, en ocasiones, la pereza, le impiden disfrutar más a menudo de una actividad que tanto le oxigena.
Vencida la galbana, se dejó caer por el Museo Thyssen-Bornemisza para adentrarse en la vida y obra del pintor norteamericano Edward Hopper (1882-1967); del que hasta entonces, y no le importa reconocerlo, apenas tenía noticias. El Museo Thyssen, en colaboración con la Réunion des Museés Nationaux de France y la Terra Foundation for American Art, han reunido una amplia y ambiciosa selección de la obra del artista estadounidense, que el teniente Colombo no podía dejar de visitar.
La mayoría de las obras expuestas se desarrollan en lugares públicos, como bares, hoteles, estaciones de servicio, trenes… entornos prácticamente vacíos y con fuertes contrastes entre luces y sombras que acentúan la soledad y el dramatismo del hombre moderno. Los cuadros de Hopper son, en opinión de un asombrado teniente Colombo, un fiel retrato de su país, mostrando la vida cotidiana de la sociedad americana de manera sencilla, sin idealizarla. La afición de Hopper por el cine y su influencia en numerosos cineastas de la época y posteriores, suscitó en el teniente Colombo, en más de una ocasión, el recuerdo de alguna película. “La obra Casa junto a la vía del tren es el vivo retrato del hotel de Psicosis; la acuarela Casas en Squam Light parece sacada de una cinta de culto como Verano del 42; y el óleo Carretera de cuatro carriles tiene, sin duda, el sello de la magnífica película de Spencer Tracy Conspiración de silencio…”, asegura el teniente Colombo, mientras repasa, una y otra vez, su memoria cinematográfica buscando más conexiones entre el cine y la extensa obra de Hopper.
Ni que decir tiene que el teniente Colombo recomienda, encarecidamente, visitar la extraordinaria exposición de Edward Hopper que ofrece –hasta el 16 de septiembre de 2012- el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.