martes, 20 de agosto de 2013

GEORGE ALEXANDER LOUIS


Así se llama el joven vástago de los duques de Cambridge, Kate Middleton y el príncipe Guillermo, que hace unas semanas llegó a este loco mundo, para alegría y alborozo de su familia, y de millones de súbditos ingleses, abducidos por el feliz alumbramiento.
Probablemente, al mismo tiempo, miles de niños nacieron en otros lugares del mundo, sin la pompa y la fanfarria del bebé real británico; y, sobre todo, con la incertidumbre de qué será de sus vidas en el futuro. Sin embargo, y sin más mérito que haber nacido en una cuna de rancio abolengo, el pequeño George Alexander Louis ya sabe que, algún día, será rey de los ingleses. Haga lo que haga: sea tonto o listo, capaz o inútil, sabio o torpe, justo o injusto. “Es decir, nada más nacer ya sabe que va a tener empleo seguro y de por vida. Así da gusto”, grita a los cuatro vientos el teniente Colombo, acordándose en este momento de la Toma de la Bastilla de aquel 14 de julio de 1789…

sábado, 3 de agosto de 2013

CREDO

Una mañana de agosto, en un espléndido día de sol, el teniente Colombo puso rumbo a la villa castellana de Arévalo (Ávila). No se quería perder la 25ª edición de las Edades del Hombre, que, en esta ocasión, se titula “Credo”, y que se distribuye en tres sedes: la iglesia de Santa María la Mayor, la iglesia de San Martín y la iglesia de El Salvador.
 
"La exposición es un recorrido plástico sobre el camino de la fe cristiana, estructurado en un preámbulo (Creo) y tres capítulos (Creo en Dios, Creo en Jesucristo y Creo que en el Espíritu Santo)”, matiza el teniente Colombo, todavía sobrecogido por esta maravillosa exposición de arte sacro, de impecable factura.
 
Las obras que más le llamaron la atención se encuentran en la iglesia de El Salvador: una “Anunciación” de El Greco, el “Bautismo de Cristo”, de Francisco de Goya y, sobre todo, el “Cristo Yacente”, de Gregorio Fernández (una talla barroca de gran realismo e impacto visual). Quizás lo que menos le ha gustado de la exposición al teniente Colombo han sido las obras contemporáneas. Las ha encontrado excesivamente anacrónicas y, en cierto modo, fuera de lugar; en particular, el “Rabino estudiando Torá”, de Daniel Quintero; y el cuadro “Cielo”, de Carmen Laffón.
 
El teniente Colombo remató la visita a Arévalo –como no podía ser de otra manera- con un buen cochinillo, estandarte mundial de la villa castellana. El “Figón de Arévalo” fue el lugar elegido. El resultado fue, sencillamente, sublime,… inolvidable. Con el estómago lleno y el espíritu reconfortado, el teniente Colombo regresó a la capital del Imperio, a media tarde de un sábado de agosto, apurando los últimos rayos de sol.