miércoles, 28 de diciembre de 2011

EL MILAGRO DEL "SKREI"

Probablemente, el pescado que más encandila al teniente Colombo es el bacalao. En todas sus versiones. Se acercan los meses en los que el bacalao tiene su momento gastronómico cumbre: se produce, según los noruegos, “el milagro del skrei”. El bacalao ártico siente la necesidad de abandonar las gélidas aguas del mar de Barents y migrar hacia el suroeste, a las Islas Lofoten, el lugar donde nació. El largo viaje suele comenzar en enero y culminar en abril.

Sin embargo, esta mañana, el teniente Colombo ha localizado los primeros bacalaos skrei en su pescadería habitual (“Pescados Luis”, Arturo Soria, 307). Con una precisión de cirujano, Luis ha preparado el bacalao en lomos de unos cuatro dedos de ancho cada uno (retirando la cabeza), y, feliz y contento, bacalao en mano, el teniente Colombo se ha ido canturreando a casa –cual Caperucita Roja- para elaborar su receta preferida. Fuera gabardina, cigarro a la basura, delantal rojiblanco a la cintura y… a cocinar (en esta ocasión, ha abierto un Muga, crianza 2007, para que el trabajo en los fogones fuera más llevadero).

Lo primero que ha hecho el teniente Colombo ha sido preparar un zumo de dos limones y una lima, que ha reservado. A continuación, ha rebozado los lomos de bacalao en harina y huevo (de manera ligera, eliminando el exceso de harina), salando cada lomo por ambos lados, procediendo a freírlos con delicadeza (unos 3-4 minutos por cada lado, sin “achicharrarlos”). Llegados a este punto, el teniente Colombo –que, en este momento, apura ya la segunda copa del Muga- ha retirado los lomos de la sartén, colocándolos de forma ordenada en un plato, o fuente. En la misma sartén en la que ha hecho el bacalao, el teniente Colombo ha frito tres ajos grandes, cortados previamente en rodajitas finas. Los ha dorado un poco, cuidando de que no se quemen. En ese momento, añadió en la sartén el zumo que tenía reservado de los limones y la lima, mezclándolo con los ajos, dejando al fuego hasta reducir. En el punto de reducción adecuado, ha incorporado el jugo, y los ajos, sobre los lomos de bacalao que esperaban pacientemente en la fuente, bañándolos todos bien. El teniente Colombo ha comprobado muchas veces que, si sobra algún lomo por ausencia de apetito, al día siguiente suelen estar igual de sabrosos.

El teniente Colombo, apurando a estas alturas de la faena el maravilloso Muga, ha bautizado esta receta como “Bacalao skrei, en salsa de cítricos con ajos tiernos”. Ahí es nada.

jueves, 22 de diciembre de 2011

EL PRISIONERO DEL CIELO

En apenas tres sesiones de lectura, el teniente Colombo ha dado buena cuenta de la última novela de Carlos Ruiz Zafón: El prisionero del cielo (Editorial Planeta, 2011). La novela, de casi 400 páginas, es un compendio de suspense, misterio, riesgo y seducción. Vamos, como la mayoría de los casos de asesinato del teniente Colombo.
Las aventuras de Daniel Sempere y su amigo Fermín Romero de Torres, han desembarcado en la vida del teniente Colombo, una vez más, como un torbellino de emociones. Aunque El prisionero del cielo puede leerse como una obra independiente de La sombra del viento y El juego del Ángel (las novelas precedentes de esta trilogía, que, en su conjunto, está prevista como una tetralogía), las historias de sus dos protagonistas convergen de una manera magistral y conducen al lector, como un perro guía, al enigma del Cementerio de los Libros Olvidados.
En opinión del teniente Colombo, esta tercera entrega contiene una trama brillante y una estructura argumental sublime y meticulosa. El dominio del lenguaje de Carlos Ruiz Zafón es extraordinario, de altísimo nivel. El prisionero del cielo se lee con una increíble rapidez. “Una novela, a todas luces, recomendable”, le sugiere el teniente Colombo al capitán, nada más llegar a la comisaría.
No todo en la vida del teniente Colombo es resolver casos de asesinato. Siente verdadera pasión por la lectura.


domingo, 18 de diciembre de 2011

LA NINES

La Nines (c/ Chiapas, 4, Las Rozas-Madrid, 91 6392311) se ha convertido en el restaurante de cabecera del teniente Colombo (¿o debiera decir gastrobar?,… el impacto mediático de los jóvenes restauradores y la pléyade de críticos gastronómicos, omnipresentes en la vida pública, que se empeñan en redefinir el mundo de los pucheros, en muchas ocasiones no hace sino confundir al personal).
Situado en la frontera entre Las Rozas y Majadahonda, La Nines es un restaurante con una cocina honesta y cuidada. Durante la semana propone un menú que, con sencillez y profesionalidad, asombra a los parroquianos, que, cada día, acuden fieles a la cita como abejas a un panal de miel. “¡¿Cómo es posible que por 13,5€ se pueda ofrecer un menú de tan alta calidad, tan bien elaborado y con una presencia en el plato tan cuidada!?”, se preguntan a diario, sorprendidos, el teniente Colombo y sus compañeros de comisaría.
Si los garbanzos guisados con calamarcitos presentan una textura ligada y sabrosa; qué decir de las lentejas acompañadas de un salteado de verduras y una rodajita de sobrasada que le da un toque distinto y original; sin olvidar los muslos de conejo rematados al horno, previamente confitados; o ese cazón en adobo con una fina capa de rebozado. Los postres no desmerecen, aunque la piña y el melón suelen ser los más solicitados.
Al margen del menú del día, la carta es amplia y variada, y a precios razonables (las papas negras arrugás, con sus dos mojos, tienen enamorado al teniente Colombo). La propuesta adicional de tapas y pequeñas raciones, completan una oferta gastronómica heterogénea, moderna y atractiva. La bodega está bien surtida, con un puntito de audacia y frescura. Es original y se atreve con marcas poco conocidas. “Siempre es bueno experimentar con los caldos”, reconoce el teniente Colombo.
Y lo mejor, en opinión del teniente Colombo, es el servicio: atento, relajado y con un nivel de asesoramiento (sin atosigar), que agradece el comensal. Por el momento, para el teniente Colombo, La Nines no tiene competencia.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

THE COMPANY MEN

The company men, dirigida por John Wells (2010), ha impactado al teniente Colombo. La película trata el drama del paro desde el punto de vista de un alto ejecutivo que pierde su trabajo de la noche a la mañana. Hasta entonces, Bobby Walker (Ben Affleck) vivía el sueño americano: una gran mansión, una buena familia y un Porsche en la puerta de su casa. Sin embargo, cuando la compañía para la que trabaja decide reducir plantilla, tanto él como sus superiores Phil Woodward (Chris Cooper) y Gene McClary (Tommy Lee Jones) poco pueden hacer para ayudarle, porque tampoco ellos tienen asegurado el puesto de trabajo. Todos ellos tendrán entonces que replantearse (reinventarse) sus vidas y su papel como empleados, maridos y padres.
La película ha hecho reflexionar al teniente Colombo, y mucho. Además de contar con un excelente guión y un elenco de actores que bordan sus papeles (a los citados anteriormente se une Kevin Costner, carpintero de profesión y representante en la película de la clase media americana); la cinta, en opinión del teniente Colombo, es un manual de la A a la Z sobre los efectos devastadores del paro.
El film no incide en las causas de la crisis, sino en las consecuencias que ésta tiene sobre un grupo de hombres (el cuarteto protagonista) que, de alguna manera, representan distintas clases sociales. La película es dura y desgarradora, sin concesiones a la galería. Refleja la deshumanización de las corporaciones (grandes, medianas y pequeñas), cuando se trata de mejorar los ratios financieros y atender con el máximo cariño al accionista. En ese momento, cualquiera es prescindible, sin excepción (peones de un tablero de ajedrez). “Y pobre del que piense otra cosa”, reflexiona entre dientes el teniente Colombo.
Menos mal que, al final, el director se apiada del espectador –piensa el teniente Colombo, tratando de encender por enésima vez su primer puro del día, sin éxito- y, con la misma sinceridad con la que discurren los noventa minutos anteriores, lanza al aire un mensaje de esperanza: el viaje de regreso a casa y a la familia; y la satisfacción de volver a empezar y construir algo desde cero. Nada más y nada menos.

sábado, 10 de diciembre de 2011

EL MEMBRILLO

Siempre que come dulce de membrillo, al teniente Colombo le ocurre lo mismo: le viene a la cabeza, como un recuerdo permanente a modo de eco, la obra del gran pintor manchego Antonio López. Una obra repleta de sencillez, maestría y honestidad.
Una sensación muy parecida tuvo el teniente Colombo hace unos días después de que su buen amigo, y tutor universitario, José Ubaldo Bernardos, le regalara un dulce de membrillo, manufacturado con sus propias manos. Durante dos noches, el fruto del membrillero elaborado de manera sencilla con agua y azúcar, proporcionó al teniente Colombo un delicioso postre, sano y nutritivo (las propiedades saludables del membrillo se deben a su abundancia en fibra y taninos, sustancias que le confieren su propiedad astringente por excelencia); compensando, al menos en parte, los perjuicios de su adicción a los puros baratos.
El dulce de membrillo de José Ubaldo –concluyó el teniente Colombo, relamiéndose los labios cada vez que recordaba los momentos de goce y disfrute vividos- tenía el punto justo de azúcar y se deslizaba suavemente por la garganta, sin apenas necesidad de masticarlo. El grado de humedad y textura combinaban armónicamente, impregnando las papilas gustativas del teniente Colombo como la lava de un volcán empapa todo lo que encuentra a su paso.
De alguna manera, a través del dulce de membrillo, el teniente Colombo estableció una nítida conexión entre el pintor de Tomelloso y el profesor e historiador universitario: ambos rezuman sabiduría, bondad y una absorbente profesionalidad. Raras avis en estos tiempos…

martes, 6 de diciembre de 2011

LLEGA LA NAVIDAD: ¡SOCORRO!

Al teniente Colombo no le gusta la Navidad. Es más, le espanta. Ni la nacional, ni la anglosajona. Ninguna.
Palabras como regalos, turrón, mazapán, felices fiestas, muñeco de nieve, Nochebuena, villancicos, pavo, uvas, estrellas, Reyes Magos de Oriente, burbujas, camello, muérdago, lucecitas de colores, adornos, ángeles, pastorcillos, serpentinas, cabalgata, peladillas, campanitas de Belén, Papá Noel,… le revuelven, literalmente, el estómago. Al teniente Colombo le cambia hasta el carácter (a peor) conforme se van acercando estas fechas.
Y no digamos si la cosa adquiere tintes de globalización: Merry Christmas, gifts, bells, happiness, snowman, Christmas Eve, Christmas Carols, turkey, lights, grapes, stars, camel, the Christmas spirit, ornaments, angels, shepherds, toys, greetings, Santa Claus,… son términos que al teniente Colombo le ponen de color verde,  como le ocurre al personaje de El Increíble Hulk. La época navideña es para el teniente Colombo como una descarga eléctrica que le deja inhabilitado…. hasta el 7 de enero (¡bendito día!).
Lo peor de la Navidad es que no hay forma de escapar de ella. Es como un frankenstein que te engulle, te atrapa, te devora, te abduce… Cada vez con mayor antelación las grandes superficies se encargan de preparar al personal para unas fechas “tan entrañables, llenas del amor y del calor del hogar”… y llenas de consumo exacerbado, deseos forzados y brindis sin sentido.
El teniente Colombo lleva años tratando de dar con la fórmula mágica (cual bálsamo de Fierabrás) para caer en un profundo sueño los días previos al inicio del desenfreno navideño y despertarse, tranquilo y descansado, una vez que haya pasado el tsunami de “alegría y amor”. De momento, sigue buscando…

domingo, 4 de diciembre de 2011

TODO POR UN SUEÑO GASTRONÓMICO

La última aventura literaria de María Jesús Romero de Ávila, Todo por un sueño gastronómico (Edición Personal, 2010) es un alarde de honestidad y valentía. Apenas iniciada su lectura, un fogonazo de luz atravesó, de norte a sur y de este a oeste, los recuerdos cinematográficos del teniente Colombo: la mítica secuencia de La quimera del oro, en la que Chaplin se aplica, concienzudamente, a devorar su propio zapato, haciéndose la ilusión de que se está comiendo una suculenta langosta.

El estilo literario de María Jesús Romero hace muy fácil y amena la lectura de la novela. La introducción de un ramillete interminable de recetas aporta, en opinión del teniente Colombo, un ingrediente adicional de cercanía y contraste de vivencias. Hace que la novela sea más jugosa.

La novela está trufada de guiños y coincidencias, a través de un hilo conductor documentadísimo: la gastronomía. Las continuas referencias a los mercados (“la plaza”, como se decía hace algunas décadas), la búsqueda de las mejores materias primas, los restaurantes clásicos y las nuevas propuestas, el esfuerzo por conseguir un buen maridaje entre el vino y cada plato, las sobremesas con sus charlas interminables… De alguna manera, y sin haberlo previsto, el teniente Colombo aparece en la novela.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

EL ZUMO DE NARANJA

Cada mañana, sin faltar un solo día, y como parte de su nutritivo desayuno, el teniente Colombo se prepara un zumo natural de tres naranjas (con la etiqueta Fontestad), a veces completado con una mandarina (sin etiqueta). No puede salir de casa sin haberse tomado su zumo de naranja. Forma parte de su vida, como su gabardina o su Peugeot 403 del 55.
Muchas lunas atrás, el teniente Colombo leyó en algún sitio que la naranja (Citrus Sinensis), y su zumo, tienen propiedades curativas, con un gran contenido en vitamina C (ácido ascórbico) y sustancias con actividad prebiótica. Uno de los efectos beneficiosos de la naranja más apreciado por los consumidores es el papel que desempeña en la potenciación de la inmunidad. Destaca también su capacidad para prevenir procesos víricos banales, como, por ejemplo, los resfriados. El gran interés que despierta el zumo de naranja se centra en que el consumo regular permite el crecimiento de los microorganismos beneficiosos del colon, lo que indudablemente puede redundar en beneficios para la salud a largo tiempo.
En ocasiones, el teniente Colombo se pregunta si su habilidad –no exenta de esfuerzo- para resolver los casos de asesinato se debe a las vitaminas que le aporta el zumo de naranja que se toma cada mañana…

domingo, 27 de noviembre de 2011

NIÑOS FEROCES

Hace muchos años que el teniente Colombo descubrió la pluma ágil y creativa de Lorenzo Silva, autor de la serie policiaca protagonizada por los investigadores Bevilacqua y Chamorro. Desde entonces, ha demostrado una fidelidad, casi absoluta, a la obra del escritor madrileño (“La flaqueza del bolchevique”, “El alquimista impaciente”, “La estrategia del agua”…).
Su última obra, “Niños feroces”, ha sido devorada por el teniente Colombo con la misma curiosidad y ambición que todas las que la han precedido. La novela abarca exactamente 75 años, desde julio de 1936 hasta junio de 2011, y, en realidad, son dos novelas en una. Las peripecias de un joven aprendiz de escritor, Lázaro, a quien su maestro –un viejo profesor- le regala una historia: la de un joven de su edad que, 70 años atrás, se alista como voluntario de la División Azul para luchar del lado nazi contra el comunismo ruso. Desde el primer momento, la vida de Lázaro y la del expedicionario español que decidió luchar en 1941 contra la Rusia comunista, quedan unidas inexorablemente. Ambas historias encajan a la perfección.
El teniente Colombo ha leído la novela con notable interés. Lorenzo Silva le ha vuelto a demostrar, una vez más, que domina con solvencia el estilo narrativo y el lenguaje conversacional. A lo largo de sus casi 400 páginas, la novela describe, con extraordinaria exhaustividad, los horrores de la guerra y cómo la condición humana alcanza sus cotas más bajas cuando salen a relucir las banderas y la sinrazón. La novela, en opinión del teniente Colombo, es una propuesta para la reflexión. No le cabe la menor duda de que recomendará su lectura a todos los compañeros de la comisaría (“Niños feroces”, Ediciones Destino, 2011).

miércoles, 23 de noviembre de 2011

LA PRIMA DE "RIESGO"

Antonio Riesgo fue compañero de colegio del teniente Colombo. Los Salesianos de la calle García Noblejas fueron testigo de muchas de sus correrías y estudios. Por aquel entonces, la dictadura daba sus últimos estertores, y en el horizonte ya se divisaban los primeros brotes verdes que anunciaban la llegada de la democracia y de la libertad.

Antonio tenía una prima, que se llamaba Mariví. El teniente Colombo la recuerda muy bien. Era algo mayor que él y que sus compañeros de clase, y todos estaban enamorados de ella. Mariví no era especialmente guapa, pero tampoco fea. Agraciada físicamente, pero sin estridencias. Resultona. Y, además, tenía un gran sentido del humor. Un bombón.

Lo que no recuerda el teniente Colombo es que a Mariví le gustase el alpinismo. Hace esta reflexión porque últimamente los medios de comunicación no hacen más que hablar de “la prima de Riesgo”. Que si la prima de riesgo sube, que si la prima de riesgo baja, que si la prima de riesgo de desboca... El teniente Colombo nunca podía imaginarse que, tantos años después, Mariví (la prima de su compañero de colegio Antonio Riesgo) se fuera a convertir en una persona tan mediática. Y, como en sus casos de asesinato, el asunto le tiene perplejo.



sábado, 19 de noviembre de 2011

Los "ODM"

Hace unos días, revisando unas notas de una tesis doctoral, el teniente Colombo volvió a sentir una profunda frustración. O quizás algo más: rabia e indignación. Siempre que se acerca a los temas relacionados con el hambre en el mundo, se le sube la sangre a la cabeza… a borbotones.
En septiembre del año 2000, en la Asamblea del Milenio celebrada en Nueva York, las naciones del mundo aprobaron un conjunto de metas denominadas “Objetivos de Desarrollo del Milenio” (ODM), con el horizonte del año 2015. El primero de esos objetivos (de un total de ocho), consistía en reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos son inferiores a 1$ al día y el porcentaje de personas que padecen hambre.
El teniente Colombo, a punto de encender uno de sus puros con cierto aire de resignación, comprueba, a través de diversos informes de Naciones Unidas y de UNICEF, que, aunque se ha avanzado notablemente, aún queda mucho camino por recorrer.
Según el secretario general de la FAO, Jacques Diouf, en las actuales condiciones, este objetivo no se alcanzará ni en 2150 (“…largo me lo fiáis, amigo Sancho…”). Pese a los avances en Asia Oriental y el Pacífico; el África Subsahariana, América Latina, el Caribe, algunas partes de Europa y Asia Central, no prosperan para alcanzar los objetivos fijados. En estos momentos más de 1.100 millones de personas viven en condiciones de extrema pobreza y 1.600 bajo el umbral de la pobreza. Ello representa cerca del 40% de la población mundial. Nada más y nada menos.
Sin caer en demagogia barata, el teniente Colombo se pregunta –de hecho, lleva décadas preguntándoselo- de qué sirven las numerosas, y multitudinarias, reuniones multilaterales que se celebran periódicamente, a las que acuden los grandes líderes mundiales. Más allá de las bonitas palabras, buenos deseos, fotos y sonrisas… ”¿qué queda de todo ello, en qué se está avanzando realmente?”, se cuestiona el teniente Colombo, perplejo, decepcionado y encolerizado por una situación que considera inaceptable en pleno siglo XXI.
A punto de cerrar esta reflexión, el teniente Colombo toma, de su buen amigo Luis Miguel Gª Cascudo, una frase de la Madre Teresa de Calcuta: “Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite” (“habría que enviársela por mail a todos los líderes mundiales, de cara a la próxima reunión”, sugiere el teniente Colombo).

martes, 15 de noviembre de 2011

CANTINFLAS

En la vida del teniente Colombo ha habido muchos personajes, reales y de ficción, que le han dejado huella. Uno de ellos ha sido, sin duda, Mario Moreno “Cantinflas”. Precisamente en este año 2011 se cumple el centenario del nacimiento del gran cómico mexicano, que hizo del hablar sin sentido una nueva forma de comedia.
“Durante su carrera –le explica emocionado el teniente Colombo a su sobrino, recordando tantos programas dobles en el cine de su barrio, en el que casi siempre ponían una de Cantinflas- encarnó a diversos personajes, vinculados con los sectores más populares de la vida mexicana: barrendero, policía, bombero, sacerdote, doctor, bolero y maestro, entre otros”.
Hace algunos años, en un viaje de trabajo, el teniente Colombo tuvo la fortuna de visitar la ciudad de Cuernavaca (85 kilómetros al sur de México, DF), y cenar en el restaurante que, en su día, fue la casa de vacaciones de Mario Moreno. Desde la primera planta del edificio es posible divisar, en un patio interior, una pequeña piscina con la silueta de una estrella de mar en el fondo. Cuentan que el propio actor la mandó construir, después de que Joan Miró, al final de una velada, garabateara esa figura en una servilleta y la dejase, descuidadamente, abandonada encima de una mesa.
“¡Cuántos puntos en común tenemos entre ambos!”, se congratula el teniente Colombo, recitando de memoria “El padrecito”, “Sube y baja”, “El barrendero”, “El profe”, “El extra”, “La vuelta al mundo en 80 días”, y tantas películas que hacían reír… y llorar. La ropa raída, el impertérrito cigarro, la barba de varios días, la gabardina (aunque la de Cantinflas era un pedazo de trapo que le caía desde el hombro hasta la cadera),… pero, sobre todo, los dos puntos en común que unen, de verdad, al gran actor mexicano y al teniente Colombo son la lucha contra la injusticia y la hipocresía.
En este momento, al teniente Colombo le viene a la memoria una de las frases más famosas de Mario Moreno (la persona, no el personaje), con la que se identifica plenamente: “el mundo debería reírse más, pero después de haber comido”. ¿Cómo la vio,…joven? (*)
(*) Dedicado a Manuel Arias, amigo y maestro del teniente Colombo

sábado, 12 de noviembre de 2011

¡OÍDO COCINA!

El teniente Colombo es un apasionado de la buena mesa. Entre un caso de asesinato y otro, le gusta disfrutar de cualquier producto que estimule sus sentidos, dentro y fuera de casa. Y si las viandas van acompañadas de un buen vino (en general, se inclina por los tintos, pero sin despreciar nunca un blanco, si la ocasión lo requiere), mejor que mejor. A un nivel muy modesto, también disfruta cocinando.

Sin ir más lejos, hace un par de fines de semana decidió experimentar con una de las legumbres más consumidas en la cocina mediterránea: el garbanzo (cicer arietium). La receta la elaboró, más o menos, siguiendo estas pautas:

-          Preparó un sofrito a base de cebolletas y ajo, bien picado todo.

-          Cuando el sofrito estuvo bien pochado, añadió tomate frito y medio vaso de vino blanco. Una vez que el alcohol del vino se hubo evaporado, completó el asunto con un vaso de caldo de verduras, y dejó cocer todo unos 5 minutos (¡chuf, chuf!).

-          Incorporó después el ingrediente principal: los garbanzos (“hoy en día venden unos garbanzos, ya cocidos, magníficos”, recomienda siempre el teniente Colombo). Sal y pimienta al gusto, y una hoja de laurel.

-          Media hora de cocción a fuego medio, y a esperar. Para que la media hora no se le hiciera eterna, aprovechó para degustar una copita de un estupendo Ribera del Duero, crianza 2008, que llevaba algún tiempo en su bodega pidiéndole a gritos "¡bébeme!".

-          Pasada la media hora, dejó reposar el guiso, vigilando que no se enfriase demasiado.

-          Llegado a este punto, se concentró al máximo: tenía que escalfar un huevo. “El asunto es sencillo, aunque conlleva cierto riesgo” (se dijo así mismo, el teniente Colombo): preparó un cazo con agua, añadió un buen chorro de vinagre y una pizca de sal. Cuando el agua estuvo bien caliente, dejó caer el huevo, muy despacio (conviene hacerlo desde un pequeño bol, para evitar accidentes), y otra vez a esperar. Segundo “arreón” al Ribera del Duero.

-          Mientras se iba escalfando el huevo, el teniente Colombo emplató una ración de garbanzos con un poco del caldo de la cocción.

-          A los 5 minutos sacó el huevo con una espumadera, con mucho cuidado, y lo puso encima de los garbanzos. Respiró hondo: la operación había tenido éxito.

-          Encima del huevo añadió unas virutas de foie (bien frío), una pizca de sal en escamas, un poco de perejil picado, un chorrito de aceite de oliva virgen extra, y… listo para comer. Decidió bautizar la receta así: “Nido de garbanzos guisados con huevo escalfado y virutas de foie, a lo teniente Colombo”.

-          A esas alturas de la preparación, la botella de Ribera del Duero agonizaba…












martes, 8 de noviembre de 2011

ARQUITECTURAS PINTADAS

En una mañana otoñal, serena y luminosa, el teniente Colombo se acercó al museo Thyssen-Bornemisza, luego de recorrer –de norte a sur- el Paseo de Recoletos y buena parte del Paseo del Prado, dejando a la izquierda uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: el museo del Prado. Los colores del otoño proporcionan a este rincón de la ciudad un ambiente único y majestuoso. Reconfortante.
La exposición Arquitecturas pintadas. Del Renacimiento al siglo XVIII está organizada en dos grandes apartados. En el Museo Thyssen-Bornemisza el visitante puede contemplar obras que van desde el Renacimiento hasta el siglo XVII, mientras que en la Fundación Caja Madrid se despliega en profundidad el siglo XVIII.
El teniente Colombo no es un experto en pintura. Ni mucho menos. Pero, de vez en cuando, le gusta disfrutar de pequeñas emociones en forma de detalles y composiciones pictóricas. En su memoria han quedado grabadas, particularmente, dos de ellas: La torre de Babel (1595), obra de Lucas van Valckenborch; y Puerto con Villa Medici (1637), de Claudio de Lorena. Durante algo más de una hora, ha recorrido las distintas salas de la exposición, con curiosidad y admiración; esta vez sin su puro, aunque pertrechado con su gabardina.
De vuelta a casa, en la retina del teniente Colombo iban pasando, a modo de zoetrope, cuatro siglos de pintura con un protagonista de excepción: el paisaje urbano. Regresó a casa oxigenado por la experiencia, preparado para afrontar nuevos casos de asesinato.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA CAMPAÑA ELECTORAL

La primera vez que el teniente Colombo –emocionadísimo- tuvo la oportunidad de votar fue el 6 de diciembre de 1978. Acaba de cumplir 18 años y, en aquel momento, se solicitaba la aprobación, o no, de la Constitución. El resultado de la convocatoria fue un “sí” rotundo.
Al igual que su gabardina, sus cigarros o su coche destartalado; el interés por la política siempre ha sido algo inherente a la vida del teniente Colombo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, ha sido vencido por el desencanto. Por un fuerte desencanto. Quizás… la edad, la consolidación de la democracia, o la falta de carisma de la mayoría de los políticos actuales, le han empujado a ignorar la política e, incluso, le han generando una profunda indiferencia. Es evidente que su idealismo (y activismo) de antaño han sido sustituidos –y no le importa reconocerlo- por un pragmatismo individualista, muy próximo al personaje de Rick Blaine que Humphrey Bogart interpretaba en Casablanca.
Tal es así que ha decidido no dedicar ni un minuto de su vida a la campaña electoral que acaba de ponerse en marcha. El teniente Colombo dedicará las próximas semanas, entre otras cosas, a sentir la brisa otoñal en sus paseos de fin de semana, a visitar la exposición “Arquitecturas pintadas” en el museo Thyssen, a emocionarse –por enésima vez- ante la obra de Goya y Velázquez acudiendo al museo del Prado, a viajar –de forma imaginaria- con el reportero más famoso de la historia (“Las aventuras de Tintín”, de Steven Spielberg), y terminar de leer la última novela de Lorenzo Silva (“Niños feroces”), que, dicho sea de paso, le tiene atrapado desde hace un par de semanas.
Lo dicho: campaña electoral, no gracias.

martes, 1 de noviembre de 2011

JÁLOGÜIN

“Dichosa palabreja… y curiosa celebración”, murmura el teniente Colombo, que no acaba de entender cómo algo tan difícil de pronunciar, puede haber arraigado, como una garrapata en celo, en las costumbres de su país. Como en los casos de asesinato más rocambolescos, el enigma le tiene perplejo.
De camino a la comisaría no hace más que darle vueltas al asunto. Finalmente, sólo encuentra una explicación para esa americanización del calendario: la presión consumista. Las grandes cadenas comerciales no dejan pasar ninguna oportunidad, por disparatada que sea, para lanzarse a la yugular de los potenciales clientes. ¡Clink, clink! El caso es hacer caja los 365 días del año.
Puro en mano, el teniente Colombo se pregunta por qué en el mundo anglosajón no se celebra el día de San Isidro, la verbena de la Paloma o la tomatina de Buñol; por ejemplo. “En justa correspondencia, debería ser así, ¿no?”, se responde a sí mismo.
En todo caso, lo que al teniente Colombo le pide el cuerpo en estas fechas es recordar los maravillosos versos de Zorrilla, llenos de pasión y dramatismo: ¡Cuál gritan esos malditos, pero mal rayo me parta, si en concluyendo esta carta, no pagan caros sus gritos!... ¡Viva Don Juan Tenorio!

sábado, 29 de octubre de 2011

LA HONESTIDAD

Uno de los valores más importantes –sino el que más- que rige la vida del teniente Colombo es la honestidad. Desde que se levanta hasta que se acuesta. En la comisaría y fuera de ella. Con gabardina y en pijama.
Hace unos días, revisando unos textos clásicos, el teniente Colombo se tropezó con una frase de Francisco de Quevedo (1580-1645), que, por esos caprichos del destino, tiene mucho que ver con un caso de asesinato que está investigando en estos momentos. Es la siguiente: “Aquel hombre que pierde su honra por el negocio, pierde el negocio y la honra”.
El teniente Colombo siempre ha despreciado a todos aquellos que, de forma fraudulenta y sin escrúpulos, se aprovechan de su posición social o profesional para llenarse los bolsillos. Y si, además, se jactan de ello ante el resto de los mortales, su desprecio alcanza niveles de aborrecimiento.
Para el teniente Colombo la honestidad expresa el respeto por uno mismo y por los demás; una actitud ante la vida, algo tan importante como el respirar. Algo irrenunciable.

domingo, 23 de octubre de 2011

¡NUNCA MÁS!

Decía el poeta mejicano Amado Nervo (1870-1919) que “hay algo tan necesario como el pan de cada día, y es la paz de cada día; la paz sin la cual el mismo pan es amargo”. Algo parecido pensó el teniente Colombo el 20 de octubre de 2011 cuando un rayo de esperanza cruzó el cielo de su país; en esta ocasión parece que con sólidos fundamentos de convertirse en realidad: terminaba, para siempre, casi medio siglo de terror.
Ese día, sin duda histórico, pensó en los más de 800 inocentes que habían sido asesinados vilmente por una banda de fanáticos sin escrúpulos, llevados por el odio y la sinrazón. Vidas truncadas por una banda de criminales totalitarios y fascistas.
El teniente Colombo está absolutamente convencido que en una democracia hay sitio para todas las opiniones, objetivos y realidades históricas; pero nunca, bajo ningún concepto, para la barbarie, el tiro en la nuca, la extorsión y el terror.
Desde la esperanza en una paz para siempre, el teniente Colombo quiere gritar a los cuatro vientos desde su modesto blog… ¡NUNCA MÁS!

martes, 18 de octubre de 2011

SOLUCIONES "A TORO PASADO"

Hace unos días, la Real Academia sueca de las Ciencias concedió el Premio Nobel de Economía a los estadounidenses Christopher A. Sims y Thomas J. Sargent, por sus “investigaciones empíricas de las causas y los efectos de las medidas políticas -como gasto público o tipos de interés- sobre la macroeconomía”.

La primera sensación que se le vino a la cabeza al teniente Colombo, mientras leía la noticia en internet, fue de alivio. “¡Claro, ya está!”, gritó alborozado, lanzando su puro a medio encender contra una impresora de la comisaría. El teniente Colombo estaba absolutamente seguro que unas mentes tan privilegiadas como los dos economistas premiados sabrían cómo terminar con la recesión que, desde hace dos años, asola al mundo occidental.

“Sería tan sencillo como preguntárselo, ¿no?”,…“¿O acaso los economistas sólo saben solucionar las recesiones una vez que han terminado, mediante análisis econométricos y estadísticos rigurosísimos…es decir, a toro pasado”?, reflexionaba en voz alta el teniente Colombo.

sábado, 15 de octubre de 2011

MÁS CINE, POR FAVOR

El teniente Colombo no oculta su pasión por el cine. En particular, por el cine clásico (ver “Leyendas de cine”, del 8/9/2011). Al margen de consideraciones técnicas, las 10 películas que, a lo largo de su vida, le han emocionado de verdad y es capaz de revisar una y otra vez sin el más mínimo síntoma de agotamiento, son las siguientes (por orden de preferencia):

1 - Casablanca (1942), Michael Curtiz. 2 - La diligencia (1939), John Ford. 3 - El hombre tranquilo (1952), John Ford. 4 - Una noche en la Ópera (1935), Sam Wood. 5 - Las uvas de la ira (1940), John Ford. 6 - Centauros del desierto (1956), John Ford. 7- El apartamento (1960), Billy Wilder. 8 - El hombre que mató a Liberty Valance (1962), John Ford. 9 - Matar a un ruiseñor (1962), Robert Mulligan. 10 - Tiburón (1975), Steven Spielberg.

Personajes como Rick Blaine, Ilsa Lund, Sean Thornton, Mary Kate Danaher, CC Baxter, Otis B. Driftwood, Ringo Kid, Atticus Finch…y lugares como Monument Valley, Innisfree, Amity Island, Maycomb, Shinbone… forman parte de la vida del teniente Colombo desde niño. Antes, incluso, de que usara gabardina.

miércoles, 12 de octubre de 2011

COLOMBO&CO.

Don Quijote&Sancho, Holmes&Watson, Pierre&Marie Curie, Stan Laurel&Oliver Hardy, Ortega&Gasset, el teniente Colombo&…
De un tiempo a esta parte, los casos de asesinato se multiplicaban y el teniente Colombo empezaba a sentir el paso de los años. Ni su agilidad mental, ni la física, eran las de antaño. “El tiempo no pasa en balde”, se recordaba a sí mismo cada mañana, mientras se abrochaba el penúltimo botón de la gabardina. Finalmente, comprendió que necesitaba alguien que compartiera con él la resolución de los casos, cada vez más sofisticados y exigentes. La suerte, o el destino, hicieron que diera con la persona adecuada: una ayudante, algo más joven que él.
En poco tiempo comprobó que su ayudante era una persona con un alto sentido de la responsabilidad, muy trabajadora y con un fuerte nivel de autoexigencia. Discreta, prudente y reflexiva. Con una madurez que le permite soportar situaciones de presión y manejarlas con serenidad. Ejecutiva y directa, detesta perder el tiempo. Normalmente, no se limita a cumplir las tareas que le encomienda el teniente Colombo, sino que aporta, además, su punto de vista y plantea alternativas. Y para colmo, tiene la virtud de anticiparse a los pensamientos del teniente Colombo, cada vez más torpe y lento de reflejos.
A estas alturas de su carrera, el teniente Colombo no tiene ninguna duda: para él es un privilegio contar con alguien de esas características en el equipo. Un verdadero lujo. Una persona de la que aprende algo cada día. ¿Se puede pedir más?

sábado, 8 de octubre de 2011

"REMEMBERING" MACROECONOMÍA

En la Facultad de Económicas, al teniente de Colombo le enseñaron que una política fiscal restrictiva (reducción del gasto público) podría generar una contracción de la actividad económica, del consumo y, en consecuencia, un aumento del desempleo. Si en ese escenario los tipos de interés no se reducen para impulsar la inversión, y el sistema financiero no acompaña con acciones crediticias determinantes, la bomba de relojería en que se convierte la situación económica inicia su cuenta atrás. Los manuales de Dornbusch&Fischer, William Branson y Paul Samuelson desarrollaban esa idea con unos modelos extraordinariamente  rigurosos.
Por eso, el teniente Colombo no acaba de entender cómo las políticas de recorte del gasto público pueden devolver la confianza a los actores económicos (incluidas las familias) y reactivar la actividad productiva. No acaba de entender la postura numantina de los políticos por el déficit público. Única y exclusivamente por el déficit público. Debe haber algo que se le escapa. “¿Se habrán quedado obsoletos los viejos manuales de macroeconomía?”, pensaba el teniente Colombo, perplejo y apesadumbrado.
En eso estaba, cuando recibió una llamada del capitán. Arrancó su coche –después de comprobar que el depósito de gasolina lanzaba un S.O.S. desesperado- y puso rumbo a la comisaría. En su cabeza seguían revoloteando conceptos como demanda agregada, multiplicador monetario, perturbaciones económicas, contracción del crédito, medidas de política monetaria y fiscal…

miércoles, 5 de octubre de 2011

EL ORGULLO NACIONAL

Hay cosas que no se pueden tocar. Son inviolables. Sagradas. Es el caso de la sanidad pública. Hace unos días, el teniente Colombo no daba crédito a lo que “oían sus oídos” y “leían sus ojos” en diversos medios de comunicación: la crisis económica había llevado a algunos responsables políticos a plantear la reducción de costes en la sanidad pública, mediante la supresión de servicios, cierre de quirófanos y recortes de plantilla.
La primera idea que se le vino a la cabeza fue que esos políticos eran cualquier cosa menos responsables. Se acababan de situar en las antípodas del sentido común. Más que perplejidad, en este caso la noticia le produjo rabia e indignación. ¡Con la nómina interminable de gastos que se pueden recortar en tiempos de crisis, a algunos políticos sólo se les ocurre dirigir las fauces del tiburón a la sanidad pública!, mascullaba el teniente Colombo, rojo de ira.
El orgullo nacional, como le gustaba definir al sistema público de salud, no puede estar sujeto a las ocurrencias de algunos políticos, con planteamientos disparatados, tendiendo al infinito. No se trata de adoptar una postura ultra-keynesiana, pensaba; pero el gasto, en el caso de la sanidad pública, será “el que tenga que ser”.
A este paso, barruntaba desolado el teniente Colombo, algún día no muy lejano veremos en la puerta de un quirófano el cartel de Vuelva usted mañana.

sábado, 1 de octubre de 2011

LA MAGIA DE LA TELEVISIÓN

El teniente Colombo nunca se imaginó que acudiría a un plató de televisión para hablar de las comunidades indígenas del planeta y su lucha (desigual), contra las grandes corporaciones transnacionales. Gracias a PressTV ha tenido la oportunidad de hacerlo, dentro del programa Objetivo Solidario.
Todo allí era increíble: la sala de maquillaje, el continuo ir y venir de gente, el director del programa (atacado de los nervios: ¡”quedan 20 segundos”!), la persona que se aseguraba de que el sonido fuera perfecto, el productor supervisando cada detalle,…¡¡menudo bullicio!! El teniente Colombo no pudo evitar comparar aquella escena con los ataques de locura de Peter Finch en Network, un mundo implacable.
Al principio estaba nerviosísimo. En algún momento, la situación le recordó los instantes previos a los exámenes de la Facultad. Poco a poco fue tomando confianza, dejó de preocuparse por la cámara y, sin darse cuenta, ¡alehop!, ya estaba metido en harina. Tanto el presentador del programa (por cierto, con un gran parecido a José Ramón Pindado), como la representante de la ONG Survival International (encantadora y gran conocedora de la problemática de los pueblos indígenas), hicieron que la experiencia del teniente Colombo fuera muy agradable y, desde luego, inolvidable.
Con independencia de “la magia de la televisión”, al teniente Colombo le ha resultado gratificante comprobar cómo todavía hay muchas personas que luchan por los más desfavorecidos, y por aquellos que, simplemente, quieren vivir en paz en sus territorios ancestrales…a pesar de las excavadoras. ¡Dichosas excavadoras!
De vuelta a la comisaría no dejaba de pensar en ello, oxigenado por la experiencia que acaba de vivir. Estaba deseando contárselo al capitán y a todos sus compañeros. ¿Le estaría esperando un nuevo caso de asesinato?

viernes, 30 de septiembre de 2011

SOLIDARIDAD SIN GABARDINA

No todo en la vida del teniente Colombo son casos de asesinato. Hace algún tiempo entendió que la solidaridad es un valor a tener en cuenta, y muy importante. El pasado 24 de septiembre de 2011, con el fin de recaudar fondos para ayudar a aquellas personas que el destino abandonó en el km. 0 de sus vidas,  se celebró en Palomarejos Golf (Talavera de la Reina, Toledo, Spain), un torneo solidario de golf, con un éxito total.
En un día radiante de sol, y con una temperatura primaveral, alrededor de 120 personas, entre jugadores y simpatizantes, apoyaron el acto solidario con su juego y su presencia. El teniente Colombo no podía faltar, aunque esta vez, sin su gabardina. El calor apretaba de lo lindo.
El torneo contó también con la colaboración de un buen número de patrocinadores, sin los cuales no hubiera sido posible: ÁGORA KIOTO, AQUANIMA, DELGADO SELECCIÓN, DE RAZA, MEPABAN, PLANINTER, KONECTA BTO y PROSEGUR. Y, por supuesto, con el apoyo de PALOMAREJOS GOLF, cuya Gerencia Deportiva cuidó hasta el más mínimo detalle para que todo resultara perfecto en unas instalaciones impecables.
Un torneo de estas características tiene detrás un importante trabajo de coordinación y esfuerzo personal. Esa labor la realizó, con un entusiasmo desbordante, un gran amigo del teniente Colombo: Enrique Mercant. Sin su apoyo el torneo, sencillamente, no se hubiera podido celebrar.
Actos como éste obligan al teniente Colombo a seguir trabajando por los más desfavorecidos, y a seguir luchando por conseguir pequeños objetivos en un mundo cada vez más complicado.
See you next year at Palomarejos Golf !

sábado, 24 de septiembre de 2011

NOTICIAS DE PRENSA

Muere un hombre tras incendiarse su casa - Las Bolsas se desploman por el temor a la quiebra de Grecia - El INE confirma que la venta de viviendas ahonda su caída - La OCDE aprecia más signos de desaceleración - El deshielo del Ártico se acerca este año al máximo registrado - Al menos 44 muertos en Rusia tras estrellarse un avión Yak-42 que transportaba a un equipo de hockey - Un atentado suicida doble en Pakistán deja al menos 25 muertos y 61 heridos…“¡Qué barbaridad, los titulares de los periódicos no dan tregua!”, pensaba el teniente Colombo, agotado ante el rosario interminable de malas noticias…un día sí y otro también.
Y entre tanta desgracia y fantasmagóricos augurios, descubrió la siguiente noticia, medio escondida en las páginas de sociedad de su periódico de cabecera: Un bebé de un día recibe un marcapasos en un hospital de Granada. La niña está fuera de peligro. El teniente Colombo respiró aliviado.
“¿Por qué las buenas noticias, en particular cuando son de pequeña dimensión, no tienen la repercusión que siempre encuentran los desastres y las tragedias financieras, presentes o futuras?”. “¿Acaso no es más importante la vida de una niña recién nacida que el desplome de las bolsas?”, se preguntaba, perplejo, el teniente Colombo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

MY TAYLOR IS RICH

Aprenda inglés casi sin esfuerzo. Hable inglés con sólo 1.000 palabras. Domine el inglés mientras se afeita…el teniente Colombo lleva más de media vida escuchando estos mensajes, y la otra media intentando dominar el inglés. A pesar de ello, nunca ha conseguido pasar del nivel Intermediate, salvo en una ocasión -y debió ser por error- que alcanzó la calificación de Upper-Intermediate.
“¿No sería más sencillo que los científicos dedicaran todos sus esfuerzos a descubrir una vacuna para aprender inglés, en lugar de estudiar las costumbres del hombre de Neandertal y su efecto en la inclinación de los rayos solares sobre el Golfo Pérsico?”, reflexionaba en voz alta, mientras aparcaba su Peugeot 403 del 55 en zona prohibida.
“Tampoco debe ser tan difícil”, se aventuraba a pensar, al mismo tiempo que trataba de buscar una solución. “Unmm…una vacuna…porqué no…ehhhhh…podría ser algo así como…”: 30 mg de reading, 25 mg de conversation, otros 25 mg de grammar, 30 mg de listening, un poco de excipiente y…¡¡eureka, inglés intravenoso para toda la vida!! Eso sí, conviene consultar al farmacéutico antes de su aplicación y mantener la vacuna alejada del alcance de los niños.

sábado, 17 de septiembre de 2011

PASIÓN ROJIBLANCA, PASIÓN POR LA VIDA

El teniente Colombo siempre ha disfrutado de las pequeñas cosas que tiene la vida y de los detalles que alimentan el espíritu. Le gustan las cosas auténticas, tal y como son, con sus problemas, sus disgustos, sus éxitos, sus sinsabores y sus alegrías. Así es la vida. Así es el Atlético de Madrid (el Atleti), su equipo del alma.

La vida está llena de ilustraciones al estilo cinematográfico. Al teniente Colombo le interesan más las historias de perdedores, y los secundarios, que los protagonistas de las películas. Siente admiración por aquellos que van contracorriente, por los que luchan por unos ideales al margen del poder establecido, por los que consiguen pequeños triunfos -aunque sea de vez en cuando-; por los que nunca lo tienen fácil ni nadie les regala nada. Por eso es del Atleti.

Hay tres personajes que ejemplifican, en su opinión, esa mágica conexión entre el cine y su pasión rojiblanca: el Atticus Finch de Matar un ruiseñor, con un Gregory Peck memorable; el sheriff de Solo ante el peligro, con un Gary Cooper íntegro y crepuscular; y el modesto oficinista C.C. Baxter de El apartamento, con un Jack Lemmon irrepetible. Tres historias sencillas. Tres historias de luchadores.

Así entiende el teniente Colombo la vida, y el fútbol: con autenticidad. Por eso es del Atleti y por eso no le gusta el “merengue”, porque las cosas buenas no empalagan. En la comisaría apenas coincide con nadie por esta pasión. La mayoría de sus compañeros, además del capitán, son simpatizantes “de otro equipo”…

miércoles, 14 de septiembre de 2011

AQUÍ HAY TOMATE

De un tiempo a esta parte, el teniente Colombo se ha hecho agricultor. A pequeña escala, por supuesto. Resulta que lo que empezó siendo un minúsculo esqueje de tomatera (Lycopersicom esculentum), se ha convertido en una planta sana, frondosa y productiva. Los tomates que ha podido recoger hasta el momento, jugosos y de buen sabor, huelen a tomate. Parece algo obvio; pero hoy en día no es fácil encontrar tomates que huelan, y sepan, a tomate. “¿Por qué será?”, se pregunta, perplejo, el teniente Colombo.
Y del precio, mejor no hablar. Ese es otro cantar...y muy desafinado. Va a llegar un momento en el que comprar un kilo de tomates (de los de verdad, de los de toda la vida), va a salir más caro que hacer un crucero por los fiordos noruegos.
El teniente Colombo está orgulloso de su tomatera. Vigila que no le falte agua, que la tierra tenga el refuerzo adecuado de un abono, elimina las ramas que van quedando inservibles….la cuida con cariño. Y, de vez en cuando, la tomatera le recompensa con un fruto rojo, saludable y mediterráneo. Un poquito de sal, aceite de oliva Virgen Extra, unas gotitas de vinagre, unas briznas de orégano molido y, ahelop, a comer.
Entre caso de asesinato y caso de asesinato, el teniente Colombo ha encontrado en esta pequeña y modesta actividad, una forma de relajar su mente y sus nervios. “Los próximos tres tomates que salgan se los llevaré al capitán, para que los pruebe”, dijo esta mañana al levantarse y comprobar los nuevos brotes que habían aparecido.

domingo, 11 de septiembre de 2011

EL SUEÑO DEL CELTA

Hasta este verano (agosto 2011), el teniente Colombo nunca había estado en la República Democrática del Congo, ni en el Putumayo peruano, ni en el cementerio católico de Glasnevin (Dublín, Irlanda). Pero gracias a la novela “El sueño del celta” ha podido recorrer, de la mano de Mario Vargas Llosa, todos esos lugares… tan distantes entre sí.
En este maravilloso recorrido, el teniente Colombo ha contado con un compañero de viaje excepcional: Roger Casement. La aventura arranca en 1903, en el entonces llamado Congo belga, y termina en una cárcel de Pentonville (Londres), una mañana de agosto de 1916.
A lo largo de las casi 500 páginas con que cuenta “El sueño del celta”, Mario Vargas Llosa vuelve a demostrar su habilidad narrativa y su genio para captar la atención del lector desde la primera línea. La novela tiene una fuerza arrolladora. En este caso, ha optado por una crónica periodística, novelada, y extraordinariamente bien documentada. Los hechos históricos descritos -la colonización del Congo belga y la explotación de la selva peruana del Putumayo- tienen un protagonista indiscutible: Roger Casement (cónsul británico, escritor, aventurero e independentista irlandés, 1864-1916).
Sólo con algunas pausas para fumar uno de sus puros, el teniente Colombo no ha podido bajarse ni un minuto de la montaña rusa que es “El sueño del celta”. Las peripecias de Roger Casement, denunciando a la sociedad de la época el proceso de colonización del Congo belga y la devastación del caucho en la Amazonía peruana (asesinatos de indígenas, explotación, torturas, horror…), son descritas por Vargas Llosa a un ritmo frenético, y, una vez más, de forma magistral. “El sueño del celta” es una aventura repleta de sentimientos, pasión, codicia, traiciones, justicia y emociones. Literatura en estado puro.
Tanto ha disfrutado el teniente Colombo con su lectura que al llegar a la comisaría se la ha recomendado a todo el mundo, empezando por el capitán.

jueves, 8 de septiembre de 2011

LEYENDAS DE CINE

El teniente Colombo siempre ha sido un gran aficionado al cine clásico. Sin duda, el director que mejor refleja la esencia del cine, en su opinión, es John Ford. En cuanto a las películas, se decanta por “Una noche en la ópera”, de los hermanos Marx (1935); y “Casablanca” (1942), con la mítica pareja Humphrey Bogart/Ingrid Bergman en estado de gracia.
Entre ambas hay un nexo de unión: hace tiempo que dejaron de ser películas para convertirse en leyendas. Quién no ha gritado en alguna ocasión "...y también dos huevos duros", o quién no ha repetido alguna vez en su vida: “la parte contratante, de la primera parte contratante…”. Y qué decir del final de “Casablanca” (uno de los más famosos de la historia del cine): Louis, tengo el presentimiento de que éste es el comienzo de una hermosa amistad, le decía Rick (Bogart) al corrupto y mujeriego Prefecto de policía (Claude Rains).
El teniente Colombo cree que existen pocas dudas de que los Hermanos Marx y Bogart/Bergman forman parte inexorable de la historia del cine, y que son de esos mitos que hacen que el cine -y la vida- merezcan la pena ser vividos.
Lo único que no le gusta al teniente Colombo cuando va al cine es que no puede fumar…

martes, 6 de septiembre de 2011

PASAJE A LA INDIA (2ª parte, y última)

El teniente Colombo seguía dándole vueltas, como si fuera uno de sus casos de asesinato, a su viaje a la India. Seguía tratando de ordenar sus ideas. El aluvión de estímulos que había recibido durante su voluntariado en Pondicherry había quedado grabado en su memoria para siempre, en forma de imágenes.
Nunca podría olvidar el tráfico (terrible, ensordecedor  y sin normas); la gente aseándose en plena calle (incluyendo la limpieza de dientes); las vacas campando a sus anchas de aquí para allá (y haciendo sus necesidades donde su aparato excretor se lo demanda); las canalizaciones de agua y el alcantarillado (en realidad, la ausencia de él); esos cuervos negros siempre acechantes ante cualquier posibilidad de comida (¡cómo le recordaban la película de Hitchcock “Los pájaros”!); la forma de utilizar sólo la mano derecha para comer (y su continua letanía not spicy, please); el Bazar y las vendedoras de pescado (acompañado siempre de una legión de moscas, contumaces hasta la desesperación); y, sobre todo, el manto de basura y desperdicios que, muchas veces, le hace a uno creer que está viviendo en un escenario irreal.
Hoy, algún tiempo después de haber regresado de la India y estar ya inmerso en su rutina diaria (tenía un nuevo caso encima de la mesa: el asesinato de un amante, por celos, a manos de un marido despechado), estaba convencido de que es imposible ser refractario a este gigantesco país. “Es una realidad que te atrapa nada más aterrizar allí, la India desborda cualquier expectativa”, le dijo, finalmente, al capitán.

domingo, 4 de septiembre de 2011

PASAJE A LA INDIA (1ª parte)

Este verano, durante el mes de agosto, el teniente Colombo decidió desconectar por completo de la comisaría y de la bulliciosa ciudad de Los Ángeles, y se embarcó en un proyecto de voluntariado. En concreto, puso rumbo a Pondicherry, en el sureste de la India, a orillas del Mar de Benghala.
Después de pasar tres semanas allí colaborando en una escuela para niños sin recursos, regresó a la comisaría y el capitán quiso saber qué tal le había ido. Colombo, a modo de preámbulo, le espetó directamente: “mi capitán, no es fácil resumir mi experiencia de voluntariado en la India. Han sido tantos, y tan intensos, los momentos vividos que no sé muy bien por dónde empezar”. Con el dedo índice de la mano izquierda sobre la boca, barruntaba, pensativo, cómo explicar al capitán sus peripecias en la India de una manera medianamente comprensible.
Parece que, por fin, encontró las palabras adecuadas, mientras intentaba recuperar el cigarro que se le acababa de apagar, por tercera vez. “Mi capitán, no creo que haya recetas mágicas, ni infalibles, para enfrentarse por vez primera a una realidad como la India, tan diferente a cualquier otra; no sólo a la nuestra, sino, por ejemplo, también a la Latinoamericana. En la India todo es sorprendente, inabarcable, impactante… y, por qué no decirlo, a veces contradictorio. En muchas ocasiones tiene uno la sensación de ser como ese boxeador aturdido, que está a punto de ser noqueado, y que no sabe muy bien de dónde le viene la lluvia de golpes de su adversario. La India es un bombardeo continuo de estímulos”.
Por fin consiguió encender su cigarro…

viernes, 2 de septiembre de 2011

EL JARDÍN OLVIDADO

“El lugar donde se acurrucó estaba oscuro, pero la pequeña hizo como le ordenaron. La dama le había dicho que aguardara, que aún no estaba a salvo…”. Así comienza la extraordinaria novela que ha terminado de leer el teniente Colombo (buen aficionado a la lectura), y que recomienda fervientemente: El jardín olvidado, de Kate Morton.
La historia se desarrolla en tres lugares y en tres épocas diferentes, a lo largo del siglo XX y principios del XXI. La ejecución narrativa de cada capítulo es magistral. Kate Morton va encajando, de forma milimétrica, las piezas del puzle que, en realidad, es esta novela.
Y en ese juego entrelazado de destinos aparecen unos personajes misteriosos, inquietantes, generosos, inolvidables…, que se desenvuelven en unos escenarios, y en un tiempo, perfectamente conectados entre sí. Cada historia tiene sentido en sí misma, y, al mismo tiempo, en el conjunto de la novela. Kate Morton hace que nuestra imaginación se traslade continuamente, a la velocidad de un Concorde, de Cornualles a Brisbane, y de Brisbane a Londres. En más de una ocasión, el teniente Colombo ha tenido la sensación de estar ante una obra de Antonio López, en la que las 3 ó 4 piezas que la componen encajan armoniosamente en el conjunto global, sin perder su identidad individual.
Eliza, Nell, Nathaniel, la tía Adeline,…son personajes que ya están grabados para siempre en la memoria del teniente Colombo.
En definitiva, leer El jardín olvidado es acercarse a un mundo misterioso y sorprendente. Es adentrarse en una novela maravillosamente bien escrita, que emociona desde la primera página.