Entre las rarezas del teniente
Colombo está su afición por la ópera. Ya va para dos lustros que su gran amigo,
y compañero de comisaría, Manolo Arias, le metiera el gusanillo en el cuerpo
con aquel Don Carlo de Verdi, que
cosió al teniente Colombo al mundillo del bel
canto para siempre.
El curso 2013-2014 se ha inaugurado en el Teatro Real
de Madrid con la programación de Il
barbiere di Siviglia, de Giachino Rossini (1792-1868), melodrama buffo en dos actos, bajo la batuta del
director checo Tomas Hanus, y Emilio Sagi como director de escena.
Al teniente
Colombo, desde su bisoñez operística, le llamó particularmente la atención la
puesta en escena, estética y colorista. En ocasiones, tuvo la sensación de
estar asistiendo a la composición de un rompecabezas. La originalísima
representación del discurso de la Calumnia,
con unos movimientos de sábana –movidos por el viento- que van in crescendo poco a poco permanecerá en
su memoria por una buena temporada. En cuanto a los intérpretes, el teniente
Colombo destacaría, sobre todo, a Susana Cordón (divertida en su papel de
Berta), al barítono portugués José Fardilha (muy bien en su cómica recreación
de Bartolo), y, en menor medida, al barítono rumano Levente Molnár (en el papel
de Fígaro). El resto del elenco no fue capaz de emocionar al teniente Colombo.
"En líneas generales, Il barbiere di Siviglia es una
representación correcta, amable y digna, pero sin llegar a entusiasmar. En todo
caso, merece la pena el precio de la entrada, sin duda”, concluye el teniente Colombo, mientras repasa
el programa de mano en el metro, de vuelta a casa.
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