domingo, 29 de julio de 2012

THE AMAZING SPIDER-MAN

El calor apretaba de firme. Era una de esas tardes del mes de julio en las que la calima es tan abrasadora que parece que en el aire se han agotado las existencias de oxígeno. Parecía el día idóneo para ir al cine. Dicho y hecho, el teniente Colombo y su sobrino decidieron disfrutar de la nueva entrega de la saga Spiderman (The Amazing Spider-Man, Dir. Marc Webb, 2012).
Por encima de todo, y con independencia de lo que opinen algunos críticos que han cuestionado la idoneidad de este remake de la primera entrega, el teniente Colombo quiere dejar claro que la película es puro divertimento, de principio a fin. En su opinión, la espectacularidad es la razón de ser del filme, con unas escenas de acción magníficamente bien rodadas. Los efectos especiales son, sencillamente, extraordinarios. En esta ocasión, el hombre araña es interpretado por el joven actor Andrew Garfield (que saltó a la fama con La red social), y al teniente Colombo le ha parecido una decisión de casting muy acertada; mejor, sin duda, que el insípido Tobey Maguire.
“En definitiva, dos horas largas de entretenimiento a raudales. ¿Qué más se le puede pedir a una película?”, se pregunta el teniente Colombo, trazando en su imaginación las ventajas que tendría en la comisaría si pudiera ir de edificio en edificio lanzando telarañas a diestro y siniestro.

lunes, 23 de julio de 2012

¿"MÁS EUROPA"... PARA QUÉ?

Ahora resulta que el Banco Central Europeo (BCE) no tiene entre sus funciones ayudar a los países miembros con problemas financieros, sino únicamente asegurar la estabilidad de precios y contribuir a la seguridad del sistema financiero con total independencia (sic, Mario Draghi, presidente del BCE, 21/7/2012). “¡Acabáramos!”, rezonga el teniente Colombo con un cabreo mayúsculo.
Durante décadas, y sobre todo recientemente, a los políticos españoles se les ha llenado la boca asegurando que un país no puede resolver sus problemas por sí solo, sino dentro de un mercado común europeo, solidario y fuerte. Y se empeñan en resumir ese argumento con la expresión “más Europa”. Después de mucho pensarlo, el teniente Colombo sigue sin entender –sobre todo en este momento- qué significa la dichosa frasecita.
“Resulta que desde que se creó la moneda única en 2002 lo único realmente palmario ha sido un fuerte incremento de los precios internos, una brusca caída de la competitividad, del consumo y de las exportaciones; y un estremecedor crecimiento del paro”, matiza el teniente Colombo, harto y cansado de frases grandilocuentes de una clase política totalmente desprestigiada e incapaz (sin excepción).
“Entonces, si en una situación extraordinaria como la actual, con un ataque indiscriminado y sin razón de los mercados, un país de la eurozona solicita apoyo a la máxima autoridad europea en materia financiera, el BCE, éste le da la espalda y se refugia en la literalidad de sus estatutos… ¿de qué sirve ser un país miembro? en definitiva, más Europa ¿para qué?”, remata el teniente Colombo, perplejo y desorientado como en sus casos de asesinato más enrevesados.
En este momento lo que al teniente Colombo le pide el cuerpo es decirle al presidente del BCE lo siguiente: “Señor Draghi, váyanse usted, el euro y Europa a paseo”.

sábado, 21 de julio de 2012

HOPPER

El teniente Colombo llevaba tiempo sin acudir a alguna de las magníficas exposiciones que se ofrecen en Madrid. La escasez de tiempo, los innumerables casos de asesinato que tiene encima de la mesa, y, en ocasiones, la pereza, le impiden disfrutar más a menudo de una actividad que tanto le oxigena.
Vencida la galbana, se dejó caer por el Museo Thyssen-Bornemisza para adentrarse en la vida y obra del pintor norteamericano Edward Hopper (1882-1967); del que hasta entonces, y no le importa reconocerlo, apenas tenía noticias. El Museo Thyssen, en colaboración con la Réunion des Museés Nationaux de France y la Terra Foundation for American Art, han reunido una amplia y ambiciosa selección de la obra del artista estadounidense, que el teniente Colombo no podía dejar de visitar.
La mayoría de las obras expuestas se desarrollan en lugares públicos, como bares, hoteles, estaciones de servicio, trenes… entornos prácticamente vacíos y con fuertes contrastes entre luces y sombras que acentúan la soledad y el dramatismo del hombre moderno. Los cuadros de Hopper son, en opinión de un asombrado teniente Colombo, un fiel retrato de su país, mostrando la vida cotidiana de la sociedad americana de manera sencilla, sin idealizarla. La afición de Hopper por el cine y su influencia en numerosos cineastas de la época y posteriores, suscitó en el teniente Colombo, en más de una ocasión, el recuerdo de alguna película. “La obra Casa junto a la vía del tren es el vivo retrato del hotel de Psicosis; la acuarela Casas en Squam Light parece sacada de una cinta de culto como Verano del 42; y el óleo Carretera de cuatro carriles tiene, sin duda, el sello de la magnífica película de Spencer Tracy Conspiración de silencio…”, asegura el teniente Colombo, mientras repasa, una y otra vez, su memoria cinematográfica buscando más conexiones entre el cine y la extensa obra de Hopper.
Ni que decir tiene que el teniente Colombo recomienda, encarecidamente, visitar la extraordinaria exposición de Edward Hopper que ofrece –hasta el 16 de septiembre de 2012- el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

martes, 17 de julio de 2012

COLGÁTE VIDELA (léase, a ser posible, con acento argentino)

Hace unos días, el teniente Colombo se desayunaba con una magnífica noticia. Uno de los capítulos más oscuros, y siniestros, en la historia reciente de Argentina había llegado a su fin en un tribunal de Comodoro (Buenos Aires). Tras un interminable proceso, el juzgado federal nº 6 condenaba a Jorge Rafael Videla -cabecilla del golpe militar de 1976 y presidente de facto hasta 1981- a 50 años de prisión por ser cómplice intelectual del robo de bebés nacidos en cautiverio. En ese momento, la tostada con aceite de oliva (extra virgen) que el teniente Colombo estaba degustando le supo a gloria.
En juicios anteriores el ex general golpista ya había sido condenado a cadena perpetua por cometer todos los delitos de lesa humanidad que cabe imaginar, desde privación ilegítima de libertad y ejecuciones sumarias, hasta falsificación y destrucción de documentos, pasando por robo alevoso de las pertenencias de los prisioneros. “Una joya este Videla”, pensó el teniente Colombo, que todavía recuerda, con escalofrío, la imagen desafiante de este sujeto presidiendo la final de la copa del mundo en el estadio Monumental de River en 1978, en la que Argentina derrotó a Holanda en un partido memorable de Marito Kempes.
El teniente Colombo siempre ha tenido la firme convicción de que actos tan execrables como los cometidos por tipos como Videla nunca pueden quedar impunes. Es necesaria su condena por el bien de la democracia y, sobre todo, porque es la manera en la que el Estado de Derecho se legitima a sí mismo (*).

(*) El teniente Colombo dedica esta reflexión, con respeto y admiración, al juez Baltasar Garzón, quien ha ejercido, de forma continuada y valiente, una justicia comprometida con la defensa de los Derechos Humanos en España y en el mundo contra dictadores, terroristas, corruptos y enemigos de la democracia.

viernes, 13 de julio de 2012

EL GÁNSTER Y LA CONDESA

En estos días, al teniente Colombo le ha venido a la memoria la magnífica película de Frank Capra Un gánster para un milagro (1961). En la época de la Ley Seca, Annie Manzanas (papel interpretado de forma magistral por Bette Davis) es una pobre vendedora de manzanas de Broadway, que tiene como mejor cliente a un supersticioso y elegante gánster (Glenn Ford).  
Pues bien, mientras que la película del maestro Capra (su última obra) habla de la esperanza, de la bondad, de los sueños, del amor, del sacrificarse por los demás, de la entrega... la presidenta de la comunidad de Madrid (a la sazón, condesa de Murillo) está en tratos con un gánster moderno, y sin escrúpulos, que quiere convertir a Madrid en la capital mundial del juego y el lenocinio… ¡y gratis!
“Resultan patéticas las muestras de servilismo y mercadeo de la presidenta de la comunidad de Madrid con el magnate estadounidense Sheldon Adelson, que está evaluando la posibilidad de instalar en España el macrocomplejo Euro Vegas, a condición de quedar eximido de un buen número de leyes, tanto a nivel estatal como autonómico”, apunta el teniente Colombo, mientras recoge la gabardina de la tintorería, a primera hora de un sábado veraniego y caluroso.
El teniente Colombo se muestra contrario a la modificación de la legislación fiscal, el Estatuto de los Trabajadores, la Ley de Procedimiento Laboral, la Ley de Extranjería, las exenciones en el pago de la Seguridad Social o la ley antitabaco, para que se lleven a cabo este tipo de inversiones faraónicas, de dudosa legitimidad. “Si la recuperación económica y la relajación de la prima de riesgo pasan por proyectos como el de Euro Vegas, mal vamos”, recapacita el teniente Colombo mientras disfruta en DVD del desenlace final de Un gánster para un milagro. “Desde luego, ni la presidenta de la comunidad de Madrid es Bette Davis ni Mr. Adelson tiene ningún parecido con Glenn Ford”, remata, mientras apura el último habano del día.

lunes, 9 de julio de 2012

¡CÓMO PASA EL TIEMPO!

Hoy es el cumpleaños del teniente Colombo. Hace ya una galopada de años (52) que nació en un pequeño pueblecito leonés, Lillo del Bierzo, en casa de una tía de su madre. Eran tiempos en los que los niños nacían en casa.
A estas alturas del camino, no se queja de cómo le ha tratado la vida. Aunque, la verdad, el destino podía haber sido un poco más generoso con su hermana. “Por lo demás, las cosas vienen como vienen y hay que afrontarlas, siempre, con la vista puesta en el horizonte, sin mirar atrás”, (sic, teniente Colombo). Parafraseando a Antonio Machado: Al andar se hace camino / y al volver la vista atrás / se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar.
Si tuviera que elegir una etapa de su vida, el teniente Colombo no tendría ninguna duda: su época universitaria. Años repletos de amigos, compañeros, magníficos profesores, noches sin dormir preparando un examen y, sobre todo, años de cambio de político. Por fin, la luz al final de décadas de oscuridad y ceniza. Una llama que alumbraba la libertad y la democracia.
Y de aquí en adelante… a seguir dando pedales. No queda otra. Llegados a este punto, el teniente Colombo no le pide gran cosa a la vida. Únicamente salud para su familia (sobre todo, para su hermana), y para él. La necesita para continuar resolviendo casos de asesinato y para seguir viajando por el mundo; porque para el teniente Colombo viajar es transformación y aprendizaje. Y nunca se acaba de aprender en la vida.

lunes, 2 de julio de 2012

IL CARABINIERI

El carabinero (Plesiopenaeus edwardsianus) es un crustáceo que habita en los fondos de arena y fango, y, en cierto modo, es pariente de la gamba y el langostino. Al teniente Colombo le encanta, en cualquiera de sus vertientes culinarias: cocido, a la plancha, en paella, con arroz caldoso… Una mañana de sábado, vencido por el aburrimiento, pensó que, quizás, el carabinero podría combinar bien con la pasta. Dicho y hecho. Se quitó la gabardina, aplastó su puro en un cenicero, se lavó las manos y se puso a cocinar.
Para empezar, el teniente Colombo dispuso una cazuela con abundante agua, una pizca de sal y la puso al fuego (pensó en invitar al capitán, y por eso preparó dos raciones). Una vez que el agua estuvo hirviendo, echó los spaguettis, y… a esperar (pero sin quitarles el ojo de encima para que no se pasen, removiéndolos de vez en cuando). A mitad de cocción de la pasta, en otra cazuela, hizo la misma operación; sólo que en este caso introdujo dos carabineros toda vez que el agua que había preparado (a la que había acompañado con dos hojas de laurel y un buen puñado de sal) estaba hirviendo. Creyó que con cuatro minutos sería suficiente para que los crustáceos estuvieran en su punto, y acertó.
Cuando saquemos los carabineros, los spaguettis ya deben estar cocidos y cada ración debe estar servida en el plato. No puede fallar la coordinación”, avisa el teniente Colombo.
Y llegó el momento crítico: el teniente Colombo agarró cada carabinero con energía y determinación y, con la maestría de un cirujano, les cortó la cabeza con unas tijeras, dejando caer el jugo sobre cada ración de spaguettis. Se aplicó y rebañó bien con un cuchillo hasta extraer toda la sustancia que tienen estos animalitos en la cabeza (es una de esas maravillas de la naturaleza, que el teniente Colombo agradece al Creador). Una vez hecho esto, les quitó el caparazón (se quita muy bien cuando están calientes), y, con las mismas tijeras, fue cortando el cuerpo en rodajitas dejándolas caer sobre los spaguettis, impregnados ya del jugo de las cabezas. Removió bien todo, espolvoreó una pizca de perejil, y listo para comer. Para la ocasión, el teniente Colombo tenía preparado un Enate Chardonnay, blanco, bien frío.