En el inicio del otoño madrileño, el teniente Colombo se ha reencontrado
con la grandeza del Siglo de Oro español, gracias a la pluma de Alfonso
Mateo-Sagasta. Su novela El gabinete de
las maravillas (ediciones Debolsillo, primera edición, mayo 2014) ha supuesto
un nuevo espacio narrativo para el teniente Colombo, repleto de aventuras,
misterios, humor, crímenes y personajes maravillosos.
El escritor madrileño
sitúa la acción en el Madrid de 1614. Isidoro Montemayor (un hidalgo cuyo
título ha costado algo más que la inevitable “limpieza de sangre”, y amante de
la condesa de Cameros) es el encargado de desarrollar la senda argumental de la
novela. El marqués de Hornacho, tío de la
condesa, encuentra asesinado a su archivero, Gonzalo Escondrillo, en el gabinete
de su propiedad, un lugar misterioso y enigmático. Un microcosmos en el que
convergen todo tipo de tesoros y reliquias, además de una curiosa colección de
monstruos. Animado por la condesa, Isidoro toma el lugar del muerto y se
convierte en el nuevo archivero del marqués. A partir de ese momento se lanza a
una aventura sin precedentes.
Lo que más le ha llamado la atención de la novela
al teniente Colombo ha sido la fabulosa ambientación que realiza al autor de
una época tan excepcional y sugestiva. Las descripciones de los quehaceres cotidianos,
y los hábitos de vida de las diferentes clases sociales, transportan en
volandas al lector al Madrid del siglo XVII. “En este apartado, Alfonso
Mateo-Sagasta demuestra una habilidad narrativa, no exenta de un humor -en
ocasiones hilarante- al alcance de muy pocos escritores”, apuntilla el teniente
Colombo, mientras trata de reanimar uno
de sus puros, en estado agonizante.
Y, cómo no, la figura de Isidoro Montemayor,
protagonista absoluto de esta historia de crímenes y misterios. Con su
sagacidad y fina ironía bien podía ser el ancestro madrileño del teniente
Colombo. Quizás, algún día, el teniente Colombo debería explorar esta
posibilidad…