sábado, 14 de septiembre de 2013

CAMILLE PISSARRO


Aprovechando los últimos días de su periodo vacacional, y antes de regresar a la vorágine de la comisaría, el teniente Colombo se dejó caer por el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. No quería dejar pasar la oportunidad de ver la exposición dedicada a Camille Pissarro (1830-1903), el creador olvidado del impresionismo.
El teniente Colombo ha disfrutado –y de qué manera- de la primera retrospectiva del artista en España, centrada en el paisaje, tanto rural como urbano, el género abrumadoramente dominante en la producción de Pissarro. La muestra, que presenta 79 óleos, se articula cronológicamente en función de los lugares donde residió y que inspiraron su pintura, como Louveciennes, Pontoise y Éragny.
Sin ser un experto en pintura, al teniente Colombo le llamaron particularmente la atención dos obras: Camino de Versalles, Louveciennes, sol de invierno y nieve (1870), que tiene la singularidad de presentar unos árboles, a ambos lados de un camino, que no están alineados mientras que sus sombras sí lo están (“un prodigio de técnica y originalidad”, apunta el teniente Colombo); y el óleo Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto lluvia (1897), que muestra una bulliciosa escena en la que se ven varios coches tirados por caballos y numerosos paseantes con sus paraguas abiertos (en opinión del teniente Colombo, “un cuadro precioso que presenta una atmósfera fascinante”).
Finalizada la visita a la exposición, el teniente Colombo enfiló el Paseo del Prado en dirección a la calle de Alcalá para tomar el autobús que le llevaría de regreso a casa. Le esperaba una paella mixta, que su madre prepara como nadie.

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