miércoles, 30 de noviembre de 2011

EL ZUMO DE NARANJA

Cada mañana, sin faltar un solo día, y como parte de su nutritivo desayuno, el teniente Colombo se prepara un zumo natural de tres naranjas (con la etiqueta Fontestad), a veces completado con una mandarina (sin etiqueta). No puede salir de casa sin haberse tomado su zumo de naranja. Forma parte de su vida, como su gabardina o su Peugeot 403 del 55.
Muchas lunas atrás, el teniente Colombo leyó en algún sitio que la naranja (Citrus Sinensis), y su zumo, tienen propiedades curativas, con un gran contenido en vitamina C (ácido ascórbico) y sustancias con actividad prebiótica. Uno de los efectos beneficiosos de la naranja más apreciado por los consumidores es el papel que desempeña en la potenciación de la inmunidad. Destaca también su capacidad para prevenir procesos víricos banales, como, por ejemplo, los resfriados. El gran interés que despierta el zumo de naranja se centra en que el consumo regular permite el crecimiento de los microorganismos beneficiosos del colon, lo que indudablemente puede redundar en beneficios para la salud a largo tiempo.
En ocasiones, el teniente Colombo se pregunta si su habilidad –no exenta de esfuerzo- para resolver los casos de asesinato se debe a las vitaminas que le aporta el zumo de naranja que se toma cada mañana…

domingo, 27 de noviembre de 2011

NIÑOS FEROCES

Hace muchos años que el teniente Colombo descubrió la pluma ágil y creativa de Lorenzo Silva, autor de la serie policiaca protagonizada por los investigadores Bevilacqua y Chamorro. Desde entonces, ha demostrado una fidelidad, casi absoluta, a la obra del escritor madrileño (“La flaqueza del bolchevique”, “El alquimista impaciente”, “La estrategia del agua”…).
Su última obra, “Niños feroces”, ha sido devorada por el teniente Colombo con la misma curiosidad y ambición que todas las que la han precedido. La novela abarca exactamente 75 años, desde julio de 1936 hasta junio de 2011, y, en realidad, son dos novelas en una. Las peripecias de un joven aprendiz de escritor, Lázaro, a quien su maestro –un viejo profesor- le regala una historia: la de un joven de su edad que, 70 años atrás, se alista como voluntario de la División Azul para luchar del lado nazi contra el comunismo ruso. Desde el primer momento, la vida de Lázaro y la del expedicionario español que decidió luchar en 1941 contra la Rusia comunista, quedan unidas inexorablemente. Ambas historias encajan a la perfección.
El teniente Colombo ha leído la novela con notable interés. Lorenzo Silva le ha vuelto a demostrar, una vez más, que domina con solvencia el estilo narrativo y el lenguaje conversacional. A lo largo de sus casi 400 páginas, la novela describe, con extraordinaria exhaustividad, los horrores de la guerra y cómo la condición humana alcanza sus cotas más bajas cuando salen a relucir las banderas y la sinrazón. La novela, en opinión del teniente Colombo, es una propuesta para la reflexión. No le cabe la menor duda de que recomendará su lectura a todos los compañeros de la comisaría (“Niños feroces”, Ediciones Destino, 2011).

miércoles, 23 de noviembre de 2011

LA PRIMA DE "RIESGO"

Antonio Riesgo fue compañero de colegio del teniente Colombo. Los Salesianos de la calle García Noblejas fueron testigo de muchas de sus correrías y estudios. Por aquel entonces, la dictadura daba sus últimos estertores, y en el horizonte ya se divisaban los primeros brotes verdes que anunciaban la llegada de la democracia y de la libertad.

Antonio tenía una prima, que se llamaba Mariví. El teniente Colombo la recuerda muy bien. Era algo mayor que él y que sus compañeros de clase, y todos estaban enamorados de ella. Mariví no era especialmente guapa, pero tampoco fea. Agraciada físicamente, pero sin estridencias. Resultona. Y, además, tenía un gran sentido del humor. Un bombón.

Lo que no recuerda el teniente Colombo es que a Mariví le gustase el alpinismo. Hace esta reflexión porque últimamente los medios de comunicación no hacen más que hablar de “la prima de Riesgo”. Que si la prima de riesgo sube, que si la prima de riesgo baja, que si la prima de riesgo de desboca... El teniente Colombo nunca podía imaginarse que, tantos años después, Mariví (la prima de su compañero de colegio Antonio Riesgo) se fuera a convertir en una persona tan mediática. Y, como en sus casos de asesinato, el asunto le tiene perplejo.



sábado, 19 de noviembre de 2011

Los "ODM"

Hace unos días, revisando unas notas de una tesis doctoral, el teniente Colombo volvió a sentir una profunda frustración. O quizás algo más: rabia e indignación. Siempre que se acerca a los temas relacionados con el hambre en el mundo, se le sube la sangre a la cabeza… a borbotones.
En septiembre del año 2000, en la Asamblea del Milenio celebrada en Nueva York, las naciones del mundo aprobaron un conjunto de metas denominadas “Objetivos de Desarrollo del Milenio” (ODM), con el horizonte del año 2015. El primero de esos objetivos (de un total de ocho), consistía en reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos son inferiores a 1$ al día y el porcentaje de personas que padecen hambre.
El teniente Colombo, a punto de encender uno de sus puros con cierto aire de resignación, comprueba, a través de diversos informes de Naciones Unidas y de UNICEF, que, aunque se ha avanzado notablemente, aún queda mucho camino por recorrer.
Según el secretario general de la FAO, Jacques Diouf, en las actuales condiciones, este objetivo no se alcanzará ni en 2150 (“…largo me lo fiáis, amigo Sancho…”). Pese a los avances en Asia Oriental y el Pacífico; el África Subsahariana, América Latina, el Caribe, algunas partes de Europa y Asia Central, no prosperan para alcanzar los objetivos fijados. En estos momentos más de 1.100 millones de personas viven en condiciones de extrema pobreza y 1.600 bajo el umbral de la pobreza. Ello representa cerca del 40% de la población mundial. Nada más y nada menos.
Sin caer en demagogia barata, el teniente Colombo se pregunta –de hecho, lleva décadas preguntándoselo- de qué sirven las numerosas, y multitudinarias, reuniones multilaterales que se celebran periódicamente, a las que acuden los grandes líderes mundiales. Más allá de las bonitas palabras, buenos deseos, fotos y sonrisas… ”¿qué queda de todo ello, en qué se está avanzando realmente?”, se cuestiona el teniente Colombo, perplejo, decepcionado y encolerizado por una situación que considera inaceptable en pleno siglo XXI.
A punto de cerrar esta reflexión, el teniente Colombo toma, de su buen amigo Luis Miguel Gª Cascudo, una frase de la Madre Teresa de Calcuta: “Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite” (“habría que enviársela por mail a todos los líderes mundiales, de cara a la próxima reunión”, sugiere el teniente Colombo).

martes, 15 de noviembre de 2011

CANTINFLAS

En la vida del teniente Colombo ha habido muchos personajes, reales y de ficción, que le han dejado huella. Uno de ellos ha sido, sin duda, Mario Moreno “Cantinflas”. Precisamente en este año 2011 se cumple el centenario del nacimiento del gran cómico mexicano, que hizo del hablar sin sentido una nueva forma de comedia.
“Durante su carrera –le explica emocionado el teniente Colombo a su sobrino, recordando tantos programas dobles en el cine de su barrio, en el que casi siempre ponían una de Cantinflas- encarnó a diversos personajes, vinculados con los sectores más populares de la vida mexicana: barrendero, policía, bombero, sacerdote, doctor, bolero y maestro, entre otros”.
Hace algunos años, en un viaje de trabajo, el teniente Colombo tuvo la fortuna de visitar la ciudad de Cuernavaca (85 kilómetros al sur de México, DF), y cenar en el restaurante que, en su día, fue la casa de vacaciones de Mario Moreno. Desde la primera planta del edificio es posible divisar, en un patio interior, una pequeña piscina con la silueta de una estrella de mar en el fondo. Cuentan que el propio actor la mandó construir, después de que Joan Miró, al final de una velada, garabateara esa figura en una servilleta y la dejase, descuidadamente, abandonada encima de una mesa.
“¡Cuántos puntos en común tenemos entre ambos!”, se congratula el teniente Colombo, recitando de memoria “El padrecito”, “Sube y baja”, “El barrendero”, “El profe”, “El extra”, “La vuelta al mundo en 80 días”, y tantas películas que hacían reír… y llorar. La ropa raída, el impertérrito cigarro, la barba de varios días, la gabardina (aunque la de Cantinflas era un pedazo de trapo que le caía desde el hombro hasta la cadera),… pero, sobre todo, los dos puntos en común que unen, de verdad, al gran actor mexicano y al teniente Colombo son la lucha contra la injusticia y la hipocresía.
En este momento, al teniente Colombo le viene a la memoria una de las frases más famosas de Mario Moreno (la persona, no el personaje), con la que se identifica plenamente: “el mundo debería reírse más, pero después de haber comido”. ¿Cómo la vio,…joven? (*)
(*) Dedicado a Manuel Arias, amigo y maestro del teniente Colombo

sábado, 12 de noviembre de 2011

¡OÍDO COCINA!

El teniente Colombo es un apasionado de la buena mesa. Entre un caso de asesinato y otro, le gusta disfrutar de cualquier producto que estimule sus sentidos, dentro y fuera de casa. Y si las viandas van acompañadas de un buen vino (en general, se inclina por los tintos, pero sin despreciar nunca un blanco, si la ocasión lo requiere), mejor que mejor. A un nivel muy modesto, también disfruta cocinando.

Sin ir más lejos, hace un par de fines de semana decidió experimentar con una de las legumbres más consumidas en la cocina mediterránea: el garbanzo (cicer arietium). La receta la elaboró, más o menos, siguiendo estas pautas:

-          Preparó un sofrito a base de cebolletas y ajo, bien picado todo.

-          Cuando el sofrito estuvo bien pochado, añadió tomate frito y medio vaso de vino blanco. Una vez que el alcohol del vino se hubo evaporado, completó el asunto con un vaso de caldo de verduras, y dejó cocer todo unos 5 minutos (¡chuf, chuf!).

-          Incorporó después el ingrediente principal: los garbanzos (“hoy en día venden unos garbanzos, ya cocidos, magníficos”, recomienda siempre el teniente Colombo). Sal y pimienta al gusto, y una hoja de laurel.

-          Media hora de cocción a fuego medio, y a esperar. Para que la media hora no se le hiciera eterna, aprovechó para degustar una copita de un estupendo Ribera del Duero, crianza 2008, que llevaba algún tiempo en su bodega pidiéndole a gritos "¡bébeme!".

-          Pasada la media hora, dejó reposar el guiso, vigilando que no se enfriase demasiado.

-          Llegado a este punto, se concentró al máximo: tenía que escalfar un huevo. “El asunto es sencillo, aunque conlleva cierto riesgo” (se dijo así mismo, el teniente Colombo): preparó un cazo con agua, añadió un buen chorro de vinagre y una pizca de sal. Cuando el agua estuvo bien caliente, dejó caer el huevo, muy despacio (conviene hacerlo desde un pequeño bol, para evitar accidentes), y otra vez a esperar. Segundo “arreón” al Ribera del Duero.

-          Mientras se iba escalfando el huevo, el teniente Colombo emplató una ración de garbanzos con un poco del caldo de la cocción.

-          A los 5 minutos sacó el huevo con una espumadera, con mucho cuidado, y lo puso encima de los garbanzos. Respiró hondo: la operación había tenido éxito.

-          Encima del huevo añadió unas virutas de foie (bien frío), una pizca de sal en escamas, un poco de perejil picado, un chorrito de aceite de oliva virgen extra, y… listo para comer. Decidió bautizar la receta así: “Nido de garbanzos guisados con huevo escalfado y virutas de foie, a lo teniente Colombo”.

-          A esas alturas de la preparación, la botella de Ribera del Duero agonizaba…












martes, 8 de noviembre de 2011

ARQUITECTURAS PINTADAS

En una mañana otoñal, serena y luminosa, el teniente Colombo se acercó al museo Thyssen-Bornemisza, luego de recorrer –de norte a sur- el Paseo de Recoletos y buena parte del Paseo del Prado, dejando a la izquierda uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: el museo del Prado. Los colores del otoño proporcionan a este rincón de la ciudad un ambiente único y majestuoso. Reconfortante.
La exposición Arquitecturas pintadas. Del Renacimiento al siglo XVIII está organizada en dos grandes apartados. En el Museo Thyssen-Bornemisza el visitante puede contemplar obras que van desde el Renacimiento hasta el siglo XVII, mientras que en la Fundación Caja Madrid se despliega en profundidad el siglo XVIII.
El teniente Colombo no es un experto en pintura. Ni mucho menos. Pero, de vez en cuando, le gusta disfrutar de pequeñas emociones en forma de detalles y composiciones pictóricas. En su memoria han quedado grabadas, particularmente, dos de ellas: La torre de Babel (1595), obra de Lucas van Valckenborch; y Puerto con Villa Medici (1637), de Claudio de Lorena. Durante algo más de una hora, ha recorrido las distintas salas de la exposición, con curiosidad y admiración; esta vez sin su puro, aunque pertrechado con su gabardina.
De vuelta a casa, en la retina del teniente Colombo iban pasando, a modo de zoetrope, cuatro siglos de pintura con un protagonista de excepción: el paisaje urbano. Regresó a casa oxigenado por la experiencia, preparado para afrontar nuevos casos de asesinato.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA CAMPAÑA ELECTORAL

La primera vez que el teniente Colombo –emocionadísimo- tuvo la oportunidad de votar fue el 6 de diciembre de 1978. Acaba de cumplir 18 años y, en aquel momento, se solicitaba la aprobación, o no, de la Constitución. El resultado de la convocatoria fue un “sí” rotundo.
Al igual que su gabardina, sus cigarros o su coche destartalado; el interés por la política siempre ha sido algo inherente a la vida del teniente Colombo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, ha sido vencido por el desencanto. Por un fuerte desencanto. Quizás… la edad, la consolidación de la democracia, o la falta de carisma de la mayoría de los políticos actuales, le han empujado a ignorar la política e, incluso, le han generando una profunda indiferencia. Es evidente que su idealismo (y activismo) de antaño han sido sustituidos –y no le importa reconocerlo- por un pragmatismo individualista, muy próximo al personaje de Rick Blaine que Humphrey Bogart interpretaba en Casablanca.
Tal es así que ha decidido no dedicar ni un minuto de su vida a la campaña electoral que acaba de ponerse en marcha. El teniente Colombo dedicará las próximas semanas, entre otras cosas, a sentir la brisa otoñal en sus paseos de fin de semana, a visitar la exposición “Arquitecturas pintadas” en el museo Thyssen, a emocionarse –por enésima vez- ante la obra de Goya y Velázquez acudiendo al museo del Prado, a viajar –de forma imaginaria- con el reportero más famoso de la historia (“Las aventuras de Tintín”, de Steven Spielberg), y terminar de leer la última novela de Lorenzo Silva (“Niños feroces”), que, dicho sea de paso, le tiene atrapado desde hace un par de semanas.
Lo dicho: campaña electoral, no gracias.

martes, 1 de noviembre de 2011

JÁLOGÜIN

“Dichosa palabreja… y curiosa celebración”, murmura el teniente Colombo, que no acaba de entender cómo algo tan difícil de pronunciar, puede haber arraigado, como una garrapata en celo, en las costumbres de su país. Como en los casos de asesinato más rocambolescos, el enigma le tiene perplejo.
De camino a la comisaría no hace más que darle vueltas al asunto. Finalmente, sólo encuentra una explicación para esa americanización del calendario: la presión consumista. Las grandes cadenas comerciales no dejan pasar ninguna oportunidad, por disparatada que sea, para lanzarse a la yugular de los potenciales clientes. ¡Clink, clink! El caso es hacer caja los 365 días del año.
Puro en mano, el teniente Colombo se pregunta por qué en el mundo anglosajón no se celebra el día de San Isidro, la verbena de la Paloma o la tomatina de Buñol; por ejemplo. “En justa correspondencia, debería ser así, ¿no?”, se responde a sí mismo.
En todo caso, lo que al teniente Colombo le pide el cuerpo en estas fechas es recordar los maravillosos versos de Zorrilla, llenos de pasión y dramatismo: ¡Cuál gritan esos malditos, pero mal rayo me parta, si en concluyendo esta carta, no pagan caros sus gritos!... ¡Viva Don Juan Tenorio!