sábado, 20 de diciembre de 2014

SPENCER TRACY


Spencer Bonaventure Tracy (Milwaukee, Wisconsin,  1900 - Beverly Hills, Los Ángeles, 1967), Spencer Tracy, ha sido, en opinión del teniente Colombo, uno de los mejores actores que ha dado el cine en toda su historia. “Sus películas, y su naturalidad ante las cámaras, así lo avalan”, afirma el teniente Colombo, que llevaba tiempo deseando dedicarle un post a este legendario actor.
De la extensa, y variada, filmografía de Spencer Tracy, el teniente Colombo destacaría las siguientes películas: San Francisco (W.S. Van Dyke, 1936), Capitanes intrépidos (Víctor Fleming, 1937), Forja de hombres (Norman Taurog, 1938), El extraño caso del Dr. Jekyll (Víctor Fleming, 1941), El padre de la novia (Víctor Fleming, 1950), Conspiración de silencio (John Sturges, 1955), Vencedores o vencidos (Stanley Kramer, 1961) y su testamento fílmico, Adivina quién viene a cenar esta noche (Stanley Kramer, 1967), donde formó pareja –por última vez- con Katharine Hepburn, su eterna compañera en la pantalla, y fuera de ella. Diecisiete días después de finalizar el rodaje de Adivina… falleció de un ataque al corazón.
De todas ellas, el teniente Colombo destacaría, precisamente, Adivina quién viene a cenar esta noche. En este filme, Spencer Tracy debe demostrar su ausencia de prejuicios cuando su hija presenta a sus padres a su novio, un yerno perfecto con la única salvedad de que su piel es negra (papel interpretado por Sidney Poitier). “La secuencia final en la que Tracy aboga por el amor entre dos personas que se aman profundamente –sin importar el color de su piel-, rechaza sin paliativos los prejuicios raciales y defiende con determinación el respeto a decidir por uno mismo desde la tolerancia más absoluta, son de una hondura dramática y una brillantez interpretativa al alcance de muy pocos actores de la historia”, opina el teniente Colombo, mientras se acerca, una vez más, el amplísimo testamento cinematográfico de Spencer Tracy.
“No estaría de más que los estamentos judiciales de Estados Unidos y el ministro del Interior español, revisasen, con atención, el último film de Spencer Tracy y su alegato final. Ni la judicatura americana, ni el ministro español, parecen haber dado con la tecla de las libertades y los derechos fundamentales en sus recientes fallos sobre los asesinatos de dos hombres de color a manos de policías blancos; y la llamada Ley Mordaza (eufemísticamente denominada “Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana”), remata el teniente Colombo, a punto de coger su coche para acercarse a la Fundación Mapfre, donde se exponen algunos cuadros del genial pintor Joaquín Sorolla.

sábado, 13 de diciembre de 2014

HERODES, THE KING


Un año más, querámoslo o no, llega la Navidad. Ese periodo del año en el que la condición humana pierde buena parte de su raciocinio y se lanza a un consumismo exacerbado, a una felicidad impostada y a las más altas cotas de estupidez e hipocresía.
En este contexto, y dado que la maquinaria mercantil -revestida de lucecitas de colores- no deja opción al éxodo mental y espiritual, el teniente Colombo quiere reivindicar la figura de un personaje olvidado, e incluso vilipendiado, por los colectivos más fundamentalistas del agip-pro católico: el rey Herodes.
Herodes el Grande reinó sobre el pueblo judío durante las cuatro últimas décadas del siglo I A.C., y destacó por su eficaz gestión administrativa, por las obras de reconstrucción del templo de Jerusalén y por los numerosos gestos humanitarios que llevó a cabo a lo largo de su reinado, repartiendo trigo y alimentos entre todos aquellos que soportaban una terrible hambruna. “Es decir, todo lo contrario que Ana Botella, actual alcaldesa de Madrid”, apuntilla el teniente Colombo.
“Quizás su vida privada no fuera un ejemplo de rectitud y moralidad (por lo visto, fue un polígamo confeso y un precursor avezado de las más grandes orgías y bacanales), pero ello no justifica, en modo alguno, su relegada posición –sólo y triste en su castillo- en todos los belenes de la órbita cristiana”, apunta el teniente Colombo, mientras se apresta, con fruición, a encender uno de sus inconfundibles habanos.
“El rey Herodes se merece, por derecho propio, un lugar preeminente en todos los misterios cristianos. Su preponderancia está, sin duda, al mismo nivel que el líder sindical de los pastores, el rey Melchor, la vaca del portal de Belén, e incluso el mismísimo Niño Jesús”, reivindica el teniente Colombo, en el mismo momento en el que el primer villancico ha empezado a producirle una hipoacusia neurosensorial de inicio súbito (es decir, principio de sordera).

sábado, 6 de diciembre de 2014

DESCEREBRADOS Y ASESINOS


Los recientes acontecimientos ocurridos en las inmediaciones del estadio Vicente Calderón, con resultado de muerte de un aficionado ultra del Deportivo de la Coruña a manos de un grupo de radicales del Frente Atlético (un asesinato en el sentido literal de la palabra), le han hecho reflexionar –y mucho- al teniente Colombo.
De sobra es sabido que el teniente Colombo vive el fútbol con pasión y que por sus venas corre sangre rojiblanca. Todos los poros de su piel transpiran fervor rojiblanco. Pero, al mismo tiempo, el teniente Colombo, desde su pequeño universo familiar y profesional, está firmemente comprometido con la democracia y la legalidad constitucional. Es por ello que rechaza, sin paliativos y sin ningún tipo de ambigüedad, cualquier acto de violencia y de apoyo a estos grupos de miserables y asesinos, revestidos de una falsa estética futbolística.
Desgraciadamente, en los últimos días, el teniente Colombo no ha percibido esa misma contundencia en los dirigentes del Atlético de Madrid (Enrique Cerezo y Miguel Ángel Gil), ni tampoco por parte del entrenador, Diego Pablo Simeone. “Sus declaraciones han sido tibias, ambiguas, cobardes, imprecisas, vacilantes… impresentables”, considera el teniente Colombo, mientras retira –después de 35 años- el escudo del Atleti del cristal trasero de su coche.
“Estos grupos, con independencia del signo político y los colores que pretendan defender, no se representan ni a sí mismos. Son, sencillamente, una turba de descerebrados, delincuentes, asesinos, maleantes, pendencieros… lo mejor de cada casa; apoyados y protegidos, además, por un grupo de dirigentes deportivos sin coraje ni determinación”, concluye el teniente Colombo, mientras se dirige al cuarto de baño de la comisaría para vomitar, por las náuseas que le produce la situación actual en el mundo del fútbol.