domingo, 19 de enero de 2014

EL MISTERIO DE LA CASA ARANDA


En el Madrid de finales del siglo XIX, un joven y brillante detective investiga una serie de extraños asesinatos, producidos en ámbitos diferentes, pero de similar complejidad. Con estas premisas, Jerónimo Tristante da vida, por vez primera, al policía Víctor Ros en la novela El misterio de la Casa Aranda (editorial MAEVA, 2007).
A pesar de ser la primera entrega de Jerónimo Tristante, el teniente Colombo la ha leído en último lugar (de las otras tres ya ha dado su opinión en este blog durante el pasado año 2013). “Una vez más, Víctor Ros vuelve a demostrar una astucia asombrosa y una  capacidad deductiva al alcance de muy pocos -si acaso, sólo Sherlock Holmes supera, ligeramente, al investigador madrileño-, manteniendo al lector en vilo desde la primera página“, opina el teniente Colombo, todavía hipnotizado por la brillantez literaria con la que el autor va desgranando en cada capítulo una trama cada vez más compleja y comprometedora para el policía protagonista.
El hecho de haberla leído en último lugar ha facilitado al teniente Colombo la comprensión de muchos aspectos de la vida personal del detective, que se explican en esta primera entrega, y que afloran en novelas posteriores. “Sin duda, una magnífica novela de misterio, en línea con las obras clásicas de Conan Doyle y Agatha Christie”, concluye el teniente Colombo, recomendando fervientemente la lectura de El misterio de la Casa Aranda.

viernes, 10 de enero de 2014

FUTBOLÍN


En cierta ocasión, el teniente Colombo leyó la siguiente frase, atribuida a Bill Shankly (1913-1981), jugador y entrenador del Liverpool FC: “Algunos creen que el fútbol es solo cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante”.
Esa misma pasión por el fútbol es la que siente Amadeo, un chico vulnerable y soñador, protagonista de la película de animación Futbolín (la última aventura cinematográfica del argentino Juan José Campanella), estrenada en España a finales de 2013. En ella, Amadeo se enfrenta en el partido más importante de su vida, y ayudado por los jugadores de su querido futbolín, a su eterno rival, el “Crack”, que ha regresado al pueblo para vengarse de haber sido derrotado una vez en la infancia.
Al teniente Colombo le ha gustado la película, y mucho. “Posiblemente Futbolín no tenga el nivel de sofisticación de las películas de la factoría Disney-Pixar, pero Campanella demuestra en cada plano una destreza técnica más que notable y, sin duda, ha sabido diseñar un guión que entretiene al espectador de principio a fin”, recalca el teniente Colombo, mientras repasa en su cabeza algunas jugadas del trascendental partido que juega Amadeo contra su eterno rival, el “Crack”, igual de arrogante y engreído que Cristiano Ronaldo.
Probablemente no sea un film redondo, pero tiene la virtud –en opinión del teniente Colombo- de ser un gozoso espectáculo, con momentos francamente brillantes y divertidos. “Recomendable, sin duda, para todos los públicos; si bien resulta difícil seguir la película en una sala abarrotada de niños que comen palomitas, las tiran al suelo, hablan sin parar, piden continuamente a sus padres ir al baño, se levantan de sus butacas para pelearse con sus amiguitos, corretean por el pasillo central en busca de entretenimiento adicional, golpean las butacas con sus tiernos piececitos molestando al espectador de delante…”, comenta finalmente el teniente Colombo, todavía conmocionado por la experiencia vivida durante la proyección de la película.

 

jueves, 2 de enero de 2014

¿LA LETRA CON SANGRE ENTRA?

“Lo que yo digo: la educación es lo primero, y sin educación, ¿cómo quieren que haiga caridad?...” (Misericordia, Benito Pérez Galdós, 1897).
 
Una tarde cualquiera del invierno madrileño, releyendo el suplemento dominical de un diario de tirada nacional, el teniente Colombo se tropezó con un artículo interesantísimo sobre los problemas que aquejan, por norma general, a los adolescentes y preadolescentes. Problemas que la autora del ensayo engloba en tres grandes capítulos: el fracaso escolar, cruzar los límites y el inicio de las relaciones sexuales. Al teniente Colombo le llamó la atención, sobre todo, el relativo al ámbito escolar.
 
Y le llamó particularmente la atención porque, a modo de introducción, el artículo describe la filosofía del teniente Colombo en materia educativa. Señala lo siguiente: “inculcar un hábito de estudio desde primaria. Convertir ese hábito en innegociable. Priorizar el deber por encima del placer. Educar en valores, no hay recompensa sin esfuerzo. Si lo aprenden desde pequeños, será más sencillo que lo sigan respetando y aceptando de adolescentes. Tener en cuenta sus resultados, pero también su rendimiento. Las notas son el termómetro, pero no siempre son el reflejo del esfuerzo y la actitud de los hijos”.
 
¡Así, exactamente así, es como entiende el teniente Colombo el proceso educacional de un niño desde sus primeros años! “Es evidente que la vieja y trasnochada pedagogía de la letra con sangre entra está fuera de lugar, pero valores como el esfuerzo y el hábito de estudio siempre serán eternos”, apostilla el teniente Colombo, mientras relee, una y otra vez, el maravilloso artículo de Patricia Ramírez (EL PAÍS Semanal, nº 1.938 del 17/11/2013), que recomienda encarecidamente.