En El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009), varios personajes discuten acaloradamente sobre fútbol y, de manera espontánea, uno de ellos afirma: “Un tipo puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de colores”.
En unos días arranca un nuevo campeonato de Liga. El curso 2012-2013. Una nueva temporada, repleta de nuevas ilusiones. Jugadores que cambian de equipo (aunque juraron amor eterno a su scuadra de procedencia, besando su escudo en tantas ocasiones); periodistas deportivos, defendiendo sus colores (dentro y fuera del campo); presidentes de clubs lanzando mensajes de esperanza y, sobre todo, tópicos, muchos tópicos; televisiones que imponen la dictadura de unos horarios disparatados; y… los aficionados, que un año más renuevan (incluido el teniente Colombo) sus ilusiones, sus anhelos y sus expectativas. La fe en los colores –como sentenciaba el personaje de Campanella- más allá de la razón.
“¿Será este año el definitivo, el año en el que el Atleti –la “liturgia” del teniente Colombo- derrote al eterno rival, por lo civil o por lo criminal?”, se pregunta el teniente Colombo con recelo, ante el más que probable este año, tampoco. La primera oportunidad, el 2/12/2012 en el estadio merengue del Paseo de la Castellana; la segunda, el 5/5/2013 en el santuario rojiblanco del Vicente Calderón. ¡Comienza el espectáculo!
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