miércoles, 3 de octubre de 2012

DIMITRI TIOMKIN

Probablemente –en opinión del teniente Colombo- Dimitri Tiomkin (1894-1979) ha sido uno de los grandes compositores de la historia del cine. Nacido en Ucrania, bajo el dominio de la Rusia zarista, se nacionalizó estadounidense años más tarde. Fue nominado al Óscar en 15 ocasiones, ganándolo en tres de ellas por Sólo ante el peligro (1952), Escrito en el cielo (1954) y El viejo y el mar (1958).
El pasado fin de semana, en su visita a la capital londinense, el teniente Colombo encontró una joya en forma de CD: las mejores composiciones de Dimitri Tiomkin, recogidas en un único volumen grabado en 2011 en el Barbican de Londres, bajo la batuta de Richard Kaufman, con la London Symphony Orchestra como sello de garantía. Desde entonces, de camino a la comisaría, y de vuelta a casa, el teniente Colombo lo escucha una y otra vez; sin parar y a todo volumen.
Así, cada día, y durante cerca de una hora, el teniente Colombo se ve envuelto en una atmósfera con sabor a cine clásico, a cine de siempre, a buen cine. Al volante de su coche, y al mismo tiempo que planifica mentalmente cómo resolver los casos de asesinato que, seguro, le esperan en la comisaría, se imagina escalando el acantilado que esconde los cañones de Navarone, junto a Gregory Peck y Anthony Quinn, al ritmo de los acordes majestuosos de The guns of Navarone, que Dimitri Tiomkin firmó en 1961. Otras veces, en plena M-40, se cree atravesando a toda velocidad el rancho de Reata en Gigante (1956), recordando al trío protagonista (Rock Hudson, Liz Taylor y James Dean), que “incendiaba la pantalla” en cada secuencia, acompañados por una banda sonora que engrandece, a cada minuto, la épica de la película. En alguna ocasión, pistola al cinto, sueña con ayudar a Wyatt Earp (Burt Lancaster) y Doc Holliday (Kirk Douglas) en el OK Corral de Duelo de titanes (1957), mientras la inolvidable composición de Tiomkin realza un film legendario.
Y así, tantas y tantas historias, alimentadas por el legado musical de un hombre que supo remarcar, con su amplia variedad de composiciones musicales, historias de amor (¡Qué bello es vivir!, 1946), de pasión (Duelo al sol, 1947), de traición (Crimen perfecto, 1954), de sentido del honor (Río Bravo, 1959), de lucha por unos ideales (El Álamo, 1960),… y el teniente Colombo, siempre en medio de todas ellas (en su imaginación, claro está).

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