viernes, 4 de noviembre de 2011

LA CAMPAÑA ELECTORAL

La primera vez que el teniente Colombo –emocionadísimo- tuvo la oportunidad de votar fue el 6 de diciembre de 1978. Acaba de cumplir 18 años y, en aquel momento, se solicitaba la aprobación, o no, de la Constitución. El resultado de la convocatoria fue un “sí” rotundo.
Al igual que su gabardina, sus cigarros o su coche destartalado; el interés por la política siempre ha sido algo inherente a la vida del teniente Colombo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, ha sido vencido por el desencanto. Por un fuerte desencanto. Quizás… la edad, la consolidación de la democracia, o la falta de carisma de la mayoría de los políticos actuales, le han empujado a ignorar la política e, incluso, le han generando una profunda indiferencia. Es evidente que su idealismo (y activismo) de antaño han sido sustituidos –y no le importa reconocerlo- por un pragmatismo individualista, muy próximo al personaje de Rick Blaine que Humphrey Bogart interpretaba en Casablanca.
Tal es así que ha decidido no dedicar ni un minuto de su vida a la campaña electoral que acaba de ponerse en marcha. El teniente Colombo dedicará las próximas semanas, entre otras cosas, a sentir la brisa otoñal en sus paseos de fin de semana, a visitar la exposición “Arquitecturas pintadas” en el museo Thyssen, a emocionarse –por enésima vez- ante la obra de Goya y Velázquez acudiendo al museo del Prado, a viajar –de forma imaginaria- con el reportero más famoso de la historia (“Las aventuras de Tintín”, de Steven Spielberg), y terminar de leer la última novela de Lorenzo Silva (“Niños feroces”), que, dicho sea de paso, le tiene atrapado desde hace un par de semanas.
Lo dicho: campaña electoral, no gracias.

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