domingo, 11 de septiembre de 2011

EL SUEÑO DEL CELTA

Hasta este verano (agosto 2011), el teniente Colombo nunca había estado en la República Democrática del Congo, ni en el Putumayo peruano, ni en el cementerio católico de Glasnevin (Dublín, Irlanda). Pero gracias a la novela “El sueño del celta” ha podido recorrer, de la mano de Mario Vargas Llosa, todos esos lugares… tan distantes entre sí.
En este maravilloso recorrido, el teniente Colombo ha contado con un compañero de viaje excepcional: Roger Casement. La aventura arranca en 1903, en el entonces llamado Congo belga, y termina en una cárcel de Pentonville (Londres), una mañana de agosto de 1916.
A lo largo de las casi 500 páginas con que cuenta “El sueño del celta”, Mario Vargas Llosa vuelve a demostrar su habilidad narrativa y su genio para captar la atención del lector desde la primera línea. La novela tiene una fuerza arrolladora. En este caso, ha optado por una crónica periodística, novelada, y extraordinariamente bien documentada. Los hechos históricos descritos -la colonización del Congo belga y la explotación de la selva peruana del Putumayo- tienen un protagonista indiscutible: Roger Casement (cónsul británico, escritor, aventurero e independentista irlandés, 1864-1916).
Sólo con algunas pausas para fumar uno de sus puros, el teniente Colombo no ha podido bajarse ni un minuto de la montaña rusa que es “El sueño del celta”. Las peripecias de Roger Casement, denunciando a la sociedad de la época el proceso de colonización del Congo belga y la devastación del caucho en la Amazonía peruana (asesinatos de indígenas, explotación, torturas, horror…), son descritas por Vargas Llosa a un ritmo frenético, y, una vez más, de forma magistral. “El sueño del celta” es una aventura repleta de sentimientos, pasión, codicia, traiciones, justicia y emociones. Literatura en estado puro.
Tanto ha disfrutado el teniente Colombo con su lectura que al llegar a la comisaría se la ha recomendado a todo el mundo, empezando por el capitán.

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