La última aventura literaria de María Jesús Romero de Ávila, Todo por un sueño gastronómico (Edición Personal, 2010) es un alarde de honestidad y valentía. Apenas iniciada su lectura, un fogonazo de luz atravesó, de norte a sur y de este a oeste, los recuerdos cinematográficos del teniente Colombo: la mítica secuencia de La quimera del oro, en la que Chaplin se aplica, concienzudamente, a devorar su propio zapato, haciéndose la ilusión de que se está comiendo una suculenta langosta.
El estilo literario de María Jesús Romero hace muy fácil y amena la lectura de la novela. La introducción de un ramillete interminable de recetas aporta, en opinión del teniente Colombo, un ingrediente adicional de cercanía y contraste de vivencias. Hace que la novela sea más jugosa.
La novela está trufada de guiños y coincidencias, a través de un hilo conductor documentadísimo: la gastronomía. Las continuas referencias a los mercados (“la plaza”, como se decía hace algunas décadas), la búsqueda de las mejores materias primas, los restaurantes clásicos y las nuevas propuestas, el esfuerzo por conseguir un buen maridaje entre el vino y cada plato, las sobremesas con sus charlas interminables… De alguna manera, y sin haberlo previsto, el teniente Colombo aparece en la novela.
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