domingo, 27 de noviembre de 2011

NIÑOS FEROCES

Hace muchos años que el teniente Colombo descubrió la pluma ágil y creativa de Lorenzo Silva, autor de la serie policiaca protagonizada por los investigadores Bevilacqua y Chamorro. Desde entonces, ha demostrado una fidelidad, casi absoluta, a la obra del escritor madrileño (“La flaqueza del bolchevique”, “El alquimista impaciente”, “La estrategia del agua”…).
Su última obra, “Niños feroces”, ha sido devorada por el teniente Colombo con la misma curiosidad y ambición que todas las que la han precedido. La novela abarca exactamente 75 años, desde julio de 1936 hasta junio de 2011, y, en realidad, son dos novelas en una. Las peripecias de un joven aprendiz de escritor, Lázaro, a quien su maestro –un viejo profesor- le regala una historia: la de un joven de su edad que, 70 años atrás, se alista como voluntario de la División Azul para luchar del lado nazi contra el comunismo ruso. Desde el primer momento, la vida de Lázaro y la del expedicionario español que decidió luchar en 1941 contra la Rusia comunista, quedan unidas inexorablemente. Ambas historias encajan a la perfección.
El teniente Colombo ha leído la novela con notable interés. Lorenzo Silva le ha vuelto a demostrar, una vez más, que domina con solvencia el estilo narrativo y el lenguaje conversacional. A lo largo de sus casi 400 páginas, la novela describe, con extraordinaria exhaustividad, los horrores de la guerra y cómo la condición humana alcanza sus cotas más bajas cuando salen a relucir las banderas y la sinrazón. La novela, en opinión del teniente Colombo, es una propuesta para la reflexión. No le cabe la menor duda de que recomendará su lectura a todos los compañeros de la comisaría (“Niños feroces”, Ediciones Destino, 2011).

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