martes, 15 de noviembre de 2011

CANTINFLAS

En la vida del teniente Colombo ha habido muchos personajes, reales y de ficción, que le han dejado huella. Uno de ellos ha sido, sin duda, Mario Moreno “Cantinflas”. Precisamente en este año 2011 se cumple el centenario del nacimiento del gran cómico mexicano, que hizo del hablar sin sentido una nueva forma de comedia.
“Durante su carrera –le explica emocionado el teniente Colombo a su sobrino, recordando tantos programas dobles en el cine de su barrio, en el que casi siempre ponían una de Cantinflas- encarnó a diversos personajes, vinculados con los sectores más populares de la vida mexicana: barrendero, policía, bombero, sacerdote, doctor, bolero y maestro, entre otros”.
Hace algunos años, en un viaje de trabajo, el teniente Colombo tuvo la fortuna de visitar la ciudad de Cuernavaca (85 kilómetros al sur de México, DF), y cenar en el restaurante que, en su día, fue la casa de vacaciones de Mario Moreno. Desde la primera planta del edificio es posible divisar, en un patio interior, una pequeña piscina con la silueta de una estrella de mar en el fondo. Cuentan que el propio actor la mandó construir, después de que Joan Miró, al final de una velada, garabateara esa figura en una servilleta y la dejase, descuidadamente, abandonada encima de una mesa.
“¡Cuántos puntos en común tenemos entre ambos!”, se congratula el teniente Colombo, recitando de memoria “El padrecito”, “Sube y baja”, “El barrendero”, “El profe”, “El extra”, “La vuelta al mundo en 80 días”, y tantas películas que hacían reír… y llorar. La ropa raída, el impertérrito cigarro, la barba de varios días, la gabardina (aunque la de Cantinflas era un pedazo de trapo que le caía desde el hombro hasta la cadera),… pero, sobre todo, los dos puntos en común que unen, de verdad, al gran actor mexicano y al teniente Colombo son la lucha contra la injusticia y la hipocresía.
En este momento, al teniente Colombo le viene a la memoria una de las frases más famosas de Mario Moreno (la persona, no el personaje), con la que se identifica plenamente: “el mundo debería reírse más, pero después de haber comido”. ¿Cómo la vio,…joven? (*)
(*) Dedicado a Manuel Arias, amigo y maestro del teniente Colombo

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