sábado, 24 de marzo de 2012

DOS HOMBRES TRANQUILOS

Es cierto que los tiempos cambian y las tradiciones se desvanecen como azucarillos en una taza de poleo menta, pero el teniente Colombo está convencido de que no siempre es así. Existe, en su opinión, un ejemplo en la historia del cine que demuestra, con una hondura inabarcable, que las tradiciones permanecen eternamente: El hombre tranquilo, de John Ford (1952).
Al teniente Colombo le resulta difícil explicar porqué es una de sus tres películas favoritas. Desde la primera secuencia, el maestro Ford traslada al espectador el ambiente de una Irlanda legendaria, idílica y costumbrista. La película es un homenaje a la amistad, a la camaradería, a la nostalgia… a las ganas de vivir. Contiene, al mismo tiempo, secuencias y diálogos irrepetibles; como ése en el que la temperamental Mary Kate Danaher (personaje al que da vida Maureen O´Hara) le ofrece al casamentero Michaleen Flynn (el entrañable personaje interpretado por Barry Fitzgerald) un poco de agua para rebajar el whisky, y éste responde “no, gracias, yo cuando bebo agua bebo agua, y cuando bebo whisky bebo whisky”.
Para el teniente Colombo, como ya ha explicado muchas veces en este blog, las cosas que realmente tienen valor son aquellas que ejemplifican lo sencillo de la vida, lo auténtico. Y El hombre tranquilo representa ese territorio de los sueños, de las tradiciones, del romanticismo, de la magia... Desde el punto de vista cinematográfico, no hay suficientes adjetivos para describir esta obra maestra, imperecedera y eterna. En su opinión, hay muy pocas películas en la historia del cine que hayan sido capaces de transmitir tantas emociones y sentimientos como The Quiet Man (el teniente Colombo evidencia, una vez más, su dominio de la lengua de Shakespeare).
Además, reflexiona el teniente Colombo mientras se esfuerza en encender uno de sus puros, el personaje de Sean Thornton –probablemente el mejor papel en la carrera de John Wayne, junto con el Ethan Edwards de Centauros del desierto- tiene mucho que ver con él mismo: los dos son “hombres tranquilos y pacíficos”.

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