martes, 17 de julio de 2012

COLGÁTE VIDELA (léase, a ser posible, con acento argentino)

Hace unos días, el teniente Colombo se desayunaba con una magnífica noticia. Uno de los capítulos más oscuros, y siniestros, en la historia reciente de Argentina había llegado a su fin en un tribunal de Comodoro (Buenos Aires). Tras un interminable proceso, el juzgado federal nº 6 condenaba a Jorge Rafael Videla -cabecilla del golpe militar de 1976 y presidente de facto hasta 1981- a 50 años de prisión por ser cómplice intelectual del robo de bebés nacidos en cautiverio. En ese momento, la tostada con aceite de oliva (extra virgen) que el teniente Colombo estaba degustando le supo a gloria.
En juicios anteriores el ex general golpista ya había sido condenado a cadena perpetua por cometer todos los delitos de lesa humanidad que cabe imaginar, desde privación ilegítima de libertad y ejecuciones sumarias, hasta falsificación y destrucción de documentos, pasando por robo alevoso de las pertenencias de los prisioneros. “Una joya este Videla”, pensó el teniente Colombo, que todavía recuerda, con escalofrío, la imagen desafiante de este sujeto presidiendo la final de la copa del mundo en el estadio Monumental de River en 1978, en la que Argentina derrotó a Holanda en un partido memorable de Marito Kempes.
El teniente Colombo siempre ha tenido la firme convicción de que actos tan execrables como los cometidos por tipos como Videla nunca pueden quedar impunes. Es necesaria su condena por el bien de la democracia y, sobre todo, porque es la manera en la que el Estado de Derecho se legitima a sí mismo (*).

(*) El teniente Colombo dedica esta reflexión, con respeto y admiración, al juez Baltasar Garzón, quien ha ejercido, de forma continuada y valiente, una justicia comprometida con la defensa de los Derechos Humanos en España y en el mundo contra dictadores, terroristas, corruptos y enemigos de la democracia.

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