Se desveló el misterio. Hace unos días, el teniente Colombo –y el resto de los ciudadanos- conocieron cuál era la “agenda oculta” que tenía el Presidente del Gobierno para salir de la crisis, y que no quiso desvelar durante la campaña electoral: encomendarse a la Virgen del Rocío.
En su reciente visita al Ayuntamiento de Almonte (Huelva), la ministra de Empleo se encomendó a la Virgen del Rocío porque, según sus propias palabras, “nos ha hecho un regalo en nuestra salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar todos los días de los ciudadanos”.
Y en pleno fervor rociero (“¡Viva la Virgen del Rocío!”, gritó a los cuatro vientos), la ministra declaró el Año Santo Jubilar Mariano de la aldea del Rocío y propuso la inclusión de una enmienda en los Presupuestos Generales del Estado que contemple la aplicación de rebajas fiscales para todas las empresas que colaboren en esta celebración que tendrá lugar desde el 15 de agosto de este año hasta el mes de septiembre de 2013. “Sin duda, este acontecimiento creará empleo y reactivará la economía de Andalucía”, apuntilló la ministra, embargada por la emoción.
Así las cosas, el teniente Colombo sugiere al Gobierno que se ponga en contacto, urgentemente, con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, la Reserva Federal de Estados Unidos, las agencias de rating, el Banco de España, el Ministerio de Economía y demás organismos que luchan cada día, a brazo partido, por dejar atrás esta odiosa crisis, y que no hagan nada: el rescate viene del cielo. Y, para que la ayuda divina tenga la máxima eficacia, propone a la Conferencia Episcopal que declare, al mismo tiempo, el Año Santo Jubilar de San Francisco Javier, el Semestre Mariano de San Onofre de Bouvila, los Días de Recogimiento para la veneración de la Oreja de San Pedro y la Santa Quincena de las reliquias de San Hidulfo de Lotharingen. De esta forma, aumentando las desgravaciones fiscales hasta un 20% para todas aquellas empresas y particulares que apoyen estas celebraciones, se conseguirá el pleno empleo. Adiós a la crisis y asunto resuelto. “Amén”, remató, con devoción, el teniente Colombo.
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