En el reciente debate sobre el estado de la ciudad, la alcaldesa de Madrid dio un espectáculo bochornoso. Uno más. Fue incapaz de explicar con claridad el esquema presupuestario que relaciona al Estado con las autonomías. No supo precisar los criterios fijados para la distribución de los gastos de la corporación madrileña. Hizo el ridículo al hablar acerca de las coaliciones de otras fuerzas políticas existentes fuera de la Comunidad de Madrid, haciéndose un lío monumental al estilo Antonio Ozores. Y volvió a hacer gala, una vez más, de su talante chulesco y absolutista. En definitiva, un escándalo clamoroso. Al menos, así lo ha visto el teniente Colombo.
“Alguien que asegura, como lo hace ella, que En invierno nieva o que Las manzanas no son peras, y una manzana y una pera no son dos manzanas, son dos peras, para justificar, respectivamente, su incapacidad de gestión y su postura ultraconservadora sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, no está en condiciones de dirigir ni la caja de un supermercado”, afirma, rotundo, el teniente Colombo, mientras se esfuerza por dar vida a uno de sus puros.
Además de atesorar una buena colección de declaraciones polémicas y fuera de lugar (las citadas anteriormente son sólo una pequeña muestra), esta señora evidencia cada día -en opinión del teniente Colombo- su escasa talla política y su nula capacidad de comunicación. Carece del más mínimo talento y lucidez. Es la campeona olímpica del disparate.
“Es una pena que alguien con la misma facilidad de palabra que Epi y Blas llegue a alcaldesa de una gran ciudad como Madrid”, remata el teniente Colombo, resignado a seguir sufriendo las necedades y estulticias de esta mujer… a una sonrisa pegada. Pero, así es el juego democrático.
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