jueves, 16 de febrero de 2012

MANJARES MARINOS

Al teniente Colombo, como buen ictiófago, le encanta el rape y la langosta. La combinación de ambos le resulta un placer gastronómico sublime. Una de sus recetas favoritas consiste precisamente en eso, en combinar ambos manjares marinos, utilizando uno solo.
El asunto consiste, más o menos, en lo siguiente (receta para que dos personas coman y se sacien a gusto): para empezar, y considerando que el producto reduce bastante, el teniente Colombo sugiere comprar una cola de rape fresco de unos 600 grs. Hay que decirle al pescadero que retire la espina, que divida la cola en dos lomos (en forma de “libro”), y que no olvide incluir la columna vertebral del pececito en el paquete que nos llevaremos a casa.
Una vez organizados los fogones –y después de airear el ambiente con los aromas de un Bullón Cuvée 13, Rioja Alta- el teniente Colombo recomienda seguir los siguientes pasos:
-        La víspera, mezclar en una fuente un buen chorro de aceite de oliva extra virgen, y un par de cucharadas de pimentón. Remover bien.
-         Unir los dos lomos de rape con un cordel para hacer un cuerpo único, apretando lo justo.
-        Embadurnar bien el rape con la mezcla de aceite y pimentón. Salpimentar. Envolver la pieza en papel de aluminio, dejando que repose en la nevera unas 8 horas.
-        Al día siguiente: sin sacarlo del papel de aluminio, y a los acordes de la ópera Rigoletto, introducir el “tesoro” marino en una olla con agua y… ¡a cocer! Si la olla es express con 15 minutos desde que sube la valvulita es suficiente; si no es express tardará unos 35-40 minutos. Para la cocción echarle la espina que con tanta ilusión llevamos a casa, una pizca de sal y media cebolla.
-        Pasado ese tiempo, sacar la pieza de la cazuela, eliminar el papel de aluminio, retirar el cordel y cortar el rape en rodajas (¿o ya es una langosta?) de un dedo de ancho, o de dos, si son dedos de princesa. El teniente Colombo recomienda tomarlo templado. La pitanza se puede acompañar con una salsa al gusto, o una ensalada… a volonté.
El teniente Colombo echó una ojeada a su alrededor, apuró el Bullón Cuvée, y se relamió ante la receta que tenía ante sus ojos, que bautizó –cómo no- rape alangostado. Sus papilas gustativas goteaban saliva a borbotones, como le ocurría en cada episodio al gato patoso que perseguía, sin éxito, al canario Piolín.

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