lunes, 2 de enero de 2012

SIEMPRE TENDREMOS PARÍS

El teniente Colombo nunca podrá olvidar los casi tres años que ha pasado en la comisaría, que abandonará en los próximos días. En todo este tiempo ha tenido que resolver muchos casos de asesinato –de muy diversa índole-; pero no hubiera podido hacerlo sin el apoyo incondicional de sus compañeros y colaboradores, y, sobre todo, sin su generosidad.

Llegado el momento de decir adiós, el teniente Colombo tiene una profunda deuda de gratitud hacia todos ellos. Por muchas razones. Por haber compartido juntos momentos buenos y momentos menos buenos, por el caudal de aprendizaje que se lleva en la mochila de personas tremendamente sensatas, por haber tenido el enorme privilegio de compartir responsabilidades con una compañera excepcional (trabajar con ella es sinónimo de esfuerzo, compromiso y coherencia),… y, en particular, por las numerosas muestras de cariño y afecto recibidas en las últimas semanas. Al mismo tiempo, pide perdón a cualquiera que se haya podido sentir molesto (o molesta) en alguna ocasión por comentarios o decisiones poco afortunadas. También en este caso, al teniente Colombo le ocurre como en sus viajes de voluntariado: ha recibido mucho más de lo que él haya podido dar. Es un afortunado.

Y en este momento de la despedida, no puede evitar acordarse de Rick Blane e Ilsa Lund (Bogart y Bergman), en la mítica secuencia de Casablanca, que será la antesala de su separación, en la que se prometen mutuamente que “Siempre tendremos París” (We´ll always have Paris). Al teniente Colombo le sucede  algo parecido: siempre le quedará la amistad y el cariño de un buen grupo de amigos y compañeros, allá donde esté. Gracias a todos, de corazón (teniente Colombo, dixit).

¡Pero… las peripecias del teniente Colombo no acaban aquí! Desde su nuevo destino, en otra comisaría diferente, seguirá alimentando este blog con la misma ilusión que lo ha hecho hasta ahora, o más si cabe; y abrazará para sí mismo el pensamiento de William Shakespeare (1564-1616), que reza así: “Los amigos que tienes, y cuya amistad ya has puesto a prueba, engánchalos a tu alma con ganchos de acero”.

“Vaya, hombre, se me ha vuelto a apagar el puro”, refunfuña el teniente Colombo mientras cierra esta reflexión…

1 comentario:

  1. En la nueva comisaría siempre será bien recibido el teniente Colombo. La delincuencia no para y los Colombos siempre son necesarios.

    El capitán de la comisaría.

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