sábado, 26 de abril de 2014

ENTRE PIORNOS Y RABILARGOS


“Un paisaje se conquista con las suelas del zapato, no con las ruedas del automóvil”. Esta aserción del escritor estadounidense William Faulkner (1897-1962), ha sido el punto de partida del teniente Colombo para poner en marcha una serie de excursiones a la sierra madrileña, milimétricamente programadas, en su búsqueda permanente de nuevos alicientes, el fragor de la naturaleza y… algo de paz.  
El primer itinerario seleccionado ha arrancado en la vertiente oeste del valle de la Barranca (a los pies de la Maliciosa, 2.227 m., a la altura del kilómetro 57 de la M-607, en las inmediaciones del pueblo de Navacerrada), con el objetivo de alcanzar, en suave ascensión, la Cuerda de las Cabrillas. A lo largo del recorrido el teniente Colombo tuvo que sortear, no sin esfuerzo, la Senda Ecológica, el Collado de los Emburriaderos (1.847 m.), la Peña del Horcón (1.879 m.), y atravesar el arroyo Chiquillo y el río Navacerrada. En esta ocasión, abandonó la gabardina en casa y sus habituales cigarros fueron sustituidos por dos piezas de fruta y cinco nueces.
El día era espléndido, inmejorable. Los paneles didácticos que se encontró nada más iniciar la marcha fueron un buen presagio de una jornada plena de belleza floral y faunística. En cada tramo de la ruta pudo ver retama, gayuba (el césped montañés), enebros rastreros, pinos silvestres, piornos, narcisos, campanillas; lagartijas, alguna que otra ardilla y varios rabilargos. “Aquello era una sinfonía de luz, color, vida, naturaleza e historia. Una especie de polisíndeton interminable”, recuerda el teniente Colombo con emoción, y todavía algo cansado por el esfuerzo realizado.
4h y 15 m. más tarde regresó al punto de partida, finalizando aquella inolvidable ruta por uno de los parajes más maravillosos de la sierra madrileña.

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