Cuatro jóvenes atletas (un
británico, un checo, un estadounidense y un australiano) se preparan de modo
diferente para correr la maratón en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960. Todos
ellos tienen sus propios problemas personales, sus ambiciones, sus esperanzas y
motivaciones diferentes que les impulsan a participar.
La historia de esos
cuatro atletas fue llevada al cine en 1970 por el director británico Michael
Winner bajo el título The Games (en
castellano, La prueba del valor). Winner
contó para los principales papeles con Ryan O´Neal, Charles Aznavour, Stanley
Baker y Michael Crawford (quien una década más tarde estrenaría, a nivel
mundial, El fantasma de la ópera, en
el West End londinense).
Para el teniente Colombo, La prueba del valor (estrenada en España en 1972) significa algo
muy especial. Si bien es cierto que no fue un film de éxito, ni tuvo un amplio reconocimiento
internacional (se puede decir que, incluso, pasó bastante desapercibida por los
circuitos cinematográficos), en la vida del teniente Colombo representa sus primeros
años de acercamiento a la segunda gran pasión de su vida: el cine (la primera
es, cómo no, el Atlético de Madrid).
La
prueba del valor trae a la memoria del teniente Colombo recuerdos
imborrables de su infancia y su adolescencia, cuando pasaba tardes enteras en
el cine de su barrio (“el Galaxia”), consumiendo películas y más películas,
bajo unos programas dobles que permitían ver dos películas el mismo día, por
partida doble y por el mismo precio (¡12 pesetas!). El teniente Colombo lleva
décadas tratando de hacerse con La prueba
del valor; pero, a pesar de estar en la era de la tecnología, no ha sido
capaz de conseguirla. Y eso que ha puesto patas arriba, en varias ocasiones, la
comisaría, encargando a varios agentes tareas de Indiana Jones… sin éxito. En todo caso, lo seguirá intentando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario