domingo, 23 de marzo de 2014

SUÁREZ


La figura de Adolfo Suárez –su ascenso a la presidencia del Gobierno y posterior declive- coincidió con la época más apasionante en la vida del teniente Colombo: los años de la Transición y su paso por la universidad. Años inolvidables, llenos de ilusión, de libertad, de estudios, de compromiso, de películas prohibidas, de apertura, de descubrimiento de nuevos horizontes, de carreras delante de los grises, de inquietud y, sobre todo, de política… de mucha política.
En este momento de la despedida del ex presidente del Gobierno, el teniente Colombo quiere mostrar su respeto, gratitud y agradecimiento al hombre que encabezó, con valentía y determinación, la restauración de la democracia en España. Un hombre que supo estar a la altura de las circunstancias (sobre todo, en los peores momentos de la sinrazón terrorista y en los penosos acontecimientos del 23F), y que siempre tuvo clara su “hoja de ruta”: la necesidad de una Constitución de consenso, como elemento esencial de la convivencia en paz y libertad entre todos los españoles.
Para el teniente Colombo (que, dicho sea de paso, votó a Suárez en las elecciones de 1979; aunque más tarde decidió girar a la izquierda), el recuerdo de Adolfo Suárez siempre estará unido a sus agitados años de juventud y a sus primeras inquietudes políticas. “Sin duda, el legado de Adolfo Suárez está, irremisiblemente, cosido a una palabra: diálogo. El diálogo por encima de las diferencias y los intereses particulares”, opina con tristeza y admiración el teniente Colombo.
Las palabras que el historiador inglés Thomas Fuller (1608-1661) dijo en cierta ocasión, reflejan –en opinión del teniente Colombo- la verdadera dimensión de Adolfo Suárez: “Una determinación invencible puede lograr casi cualquier cosa y en esto radica la gran distinción entre los grandes hombres y los comunes”. El teniente Colombo –emocionado- incluye a Adolfo Suárez entre los primeros.

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