Hace unos días, el Centro
Cultural Miguel Delibes de Valladolid acogió, con la solemnidad que requería la
ocasión, la Convención Nacional del Partido Popular. Al teniente Colombo el
acto le interesaba lo mismo que la cría del caracol en las laderas del
Himalaya.
Sin embargo, apareció “ella”, la secretaria general del PP, María
Dolores de Cospedal. Esa mujer que, con tanta claridad y precisión fiscal,
explicó a todos los españoles hace un par de años el diferimiento del finiquito
del extesorero del PP, Luis Bárcenas, como si acabara de inventar, ella solita,
la legislación tributaria de la era moderna de la democracia española.
Este
personaje de la comunicación, en lucha permanente por el trono de Epi y Blas, volvió a ser el centro de atención en la Convención de
su partido. En mitad de su discurso –de una calidad gramatical y sintáctica
absolutamente lamentable- lanzó a los cuatro vientos otra de sus perlas: “En la
actual situación del país es el Partido Popular o la nada”. Sus compañeros de
partido, exultantes por tamaña afirmación, saltaron de sus butacas presos de la
emoción.
Al teniente Colombo la señora Cospedal le parece una analfabeta
integral. Una especie de “señorita Pepis”, vacía de contenido, y sin ningún
tipo de valía profesional ni política. Al teniente Colombo, la frase de la
secretaria general del PP le trajo a la memoria a esos líderes que se creen
investidos de un halo divino para gobernar a sus pobres e ignorantes pueblos.
Son ellos o el caos. Asesinos y dictadores como el egipcio Mubarak, Robert Mugabe,
Gadaffi, Hugo Chávez, Lukashenko; y, en su momento, Hitler, el general Franco,
Pinochet… y tantos y tantos otros déspotas, miserables e incultos, que someten
a sus pueblos con políticas de terror y humillaciones permanentes.
El teniente
Colombo, pertrechado con su inseparable gabardina, espera –expectante- la
próxima perla de la secretaria general del Partido Popular. Su caudal es inagotable.
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