jueves, 2 de enero de 2014

¿LA LETRA CON SANGRE ENTRA?

“Lo que yo digo: la educación es lo primero, y sin educación, ¿cómo quieren que haiga caridad?...” (Misericordia, Benito Pérez Galdós, 1897).
 
Una tarde cualquiera del invierno madrileño, releyendo el suplemento dominical de un diario de tirada nacional, el teniente Colombo se tropezó con un artículo interesantísimo sobre los problemas que aquejan, por norma general, a los adolescentes y preadolescentes. Problemas que la autora del ensayo engloba en tres grandes capítulos: el fracaso escolar, cruzar los límites y el inicio de las relaciones sexuales. Al teniente Colombo le llamó la atención, sobre todo, el relativo al ámbito escolar.
 
Y le llamó particularmente la atención porque, a modo de introducción, el artículo describe la filosofía del teniente Colombo en materia educativa. Señala lo siguiente: “inculcar un hábito de estudio desde primaria. Convertir ese hábito en innegociable. Priorizar el deber por encima del placer. Educar en valores, no hay recompensa sin esfuerzo. Si lo aprenden desde pequeños, será más sencillo que lo sigan respetando y aceptando de adolescentes. Tener en cuenta sus resultados, pero también su rendimiento. Las notas son el termómetro, pero no siempre son el reflejo del esfuerzo y la actitud de los hijos”.
 
¡Así, exactamente así, es como entiende el teniente Colombo el proceso educacional de un niño desde sus primeros años! “Es evidente que la vieja y trasnochada pedagogía de la letra con sangre entra está fuera de lugar, pero valores como el esfuerzo y el hábito de estudio siempre serán eternos”, apostilla el teniente Colombo, mientras relee, una y otra vez, el maravilloso artículo de Patricia Ramírez (EL PAÍS Semanal, nº 1.938 del 17/11/2013), que recomienda encarecidamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario