sábado, 6 de septiembre de 2014

EL VALLE DE LAS SOMBRAS


Al contrario que en los casos del teniente Colombo -en los que el asesino se conoce desde las primeras secuencias-, en El Valle de las sombras (novela de Jerónimo Tristante, ediciones Plaza&Janés, julio 2012), el culpable no es identificado hasta las últimas páginas.
En esta ocasión, el escritor murciano sitúa la acción en un paraje de la sierra de Madrid llamado Cuelgamuros, en los años posteriores al final de la Guerra Civil. Es el lugar elegido por Franco para construir un gran mausoleo donde enterrarle a él junto a los caídos del bando nacional. Allí se encuentran dos hombres, la némesis el uno del otro: el recluso Juan Antonio Tornell (antiguo policía de la República), y Roberto Alemán (oficial del ejército nacional). De repente, uno de los presos muere en extrañas circunstancias; y, a partir de entonces, Tornell y Alemán se unen para investigar el hecho, posiblemente un asesinato. El odio inicial entre ambos dará paso a una sintonía que acabará en una verdadera y profunda amistad.
El teniente Colombo ha devorado, literalmente, la novela. Le ha parecido un magnífico estudio de personajes (sobre todo de los dos protagonistas), con una disección de sus motivaciones absolutamente brillante. “Sin duda, es una novela negra que rezuma clasicismo desde las primeras páginas: asesinos, víctimas, policías, malos, buenos, política, amistad… ingredientes perfectamente combinados por el autor. La prosa es sencilla, sin exuberancias y con un lenguaje coloquial fácil de seguir”, explica el teniente Colombo, que, en algunos pasajes de la novela, no ha podido evitar identificarse con su colega Tornell.
Al margen de la calidad literaria de la novela y del enriquecimiento personal que le ha supuesto al teniente Colombo, de su lectura ha sacado una gran lección: que ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos; y que lo negro nunca es absolutamente negro ni lo blanco es absolutamente blanco. “Qué pena que no lo entendieran así los fanáticos de ambos lados, que, en 1936, se lanzaron a una guerra fraticida entre hermanos (cruel, absurda y salvaje), con el único resultado de muerte, rencor y división”, opina el teniente Colombo, todavía con la emoción a flor de piel.

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