Al contrario que en los casos del teniente Colombo -en los que el asesino
se conoce desde las primeras secuencias-, en El Valle de las sombras (novela de Jerónimo Tristante, ediciones
Plaza&Janés, julio 2012), el culpable no es identificado hasta las últimas
páginas.
En esta ocasión, el escritor murciano sitúa la acción en un paraje de
la sierra de Madrid llamado Cuelgamuros, en los años posteriores al final de la
Guerra Civil. Es el lugar elegido por Franco para construir un gran mausoleo
donde enterrarle a él junto a los caídos del bando nacional. Allí se encuentran dos hombres, la
némesis el uno del otro: el recluso Juan Antonio Tornell (antiguo policía de la
República), y Roberto Alemán (oficial del ejército nacional). De repente, uno
de los presos muere en extrañas circunstancias; y, a partir de entonces,
Tornell y Alemán se unen para investigar el hecho, posiblemente un asesinato.
El odio inicial entre ambos dará paso a una sintonía que acabará en una
verdadera y profunda amistad.
El teniente Colombo ha devorado, literalmente, la
novela. Le ha parecido un magnífico estudio de personajes (sobre todo de los
dos protagonistas), con una disección de sus motivaciones absolutamente
brillante. “Sin duda, es una novela negra que rezuma clasicismo desde las primeras
páginas: asesinos, víctimas, policías, malos, buenos, política, amistad… ingredientes
perfectamente combinados por el autor. La prosa es sencilla, sin exuberancias y
con un lenguaje coloquial fácil de seguir”, explica el teniente Colombo, que,
en algunos pasajes de la novela, no ha podido evitar identificarse con su colega Tornell.
Al margen de la calidad
literaria de la novela y del enriquecimiento personal que le ha supuesto al
teniente Colombo, de su lectura ha sacado una gran lección: que ni los malos
son tan malos, ni los buenos son tan buenos; y que lo negro nunca es
absolutamente negro ni lo blanco es absolutamente blanco. “Qué pena que no lo
entendieran así los fanáticos de ambos lados, que, en 1936, se lanzaron a una
guerra fraticida entre hermanos (cruel, absurda y salvaje), con el único
resultado de muerte, rencor y división”, opina el teniente Colombo, todavía con
la emoción a flor de piel.
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