Edith Piaf (1915-1963) fue una de las cantantes francesas más célebres del
siglo XX. Desde el mismo momento de su nacimiento tuvo una vida marcada por la
pobreza, los ambientes marginales y la ausencia de una familia estable. Su
juventud y madurez estuvieron jalonadas por el éxito, el favor del público, los
amores tormentosos, las drogas, el alcohol y los excesos de todo tipo.
Al final
de su vida, cansada y deteriorada físicamente por la morfina, regaló al mundo una
canción que, desde ese mismo momento, se convirtió en un símbolo para las
generaciones de la época, y las venideras: Non,
je ne regrette rien (“No, no me arrepiento nada”), escrita por Michel
Vaucaire en 1960, con música de Charles Dumont.
La figura de Edith Piaf ha
entrado en la vida del teniente Colombo a través del boipic dirigido por Olivier Dahan en 2007 “La Môme”, interpretado
por la oscarizada Marion Cotillard. Y la verdad es que se ha quedado impactado
por la vida y el carácter de Edith Piaf, una mujer de aspecto frágil y
quebradizo, pero de una personalidad arrolladora.
Desde entonces, el teniente
Colombo no ha dejado de escuchar Non, je
ne regrette rien; y, en buena medida, se identifica con su mensaje.
Particularmente con dos estrofas que, en este momento, reflejan el estado de
ánimo del teniente Colombo, cuando su vida ha iniciado el tramo descendente de la campana de Gaüss. Dicen así: “No, no lamento
nada / Ni el bien que me han hecho ni el mal / Todo eso me da igual /… /
Barridos los amores / y todos sus temblores / barridos para siempre / Vuelvo a
empezar de cero…”.
Resolver casos de asesinatos ya no le motiva como antes…
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