miércoles, 31 de agosto de 2011

LOS MERCADOS

Un día más, el teniente Colombo estaba preparándose para una nueva jornada de trabajo. Había terminado de desayunar (zumo de naranja natural, café con leche y tostadas con aceite de oliva Virgen Extra), y tenía el transistor encendido. Estaba abrochándose la gabardina cuando, de repente, escuchó al locutor lanzar la siguiente noticia a través de las ondas: “Los mercados desconfían de la Deuda española y el pánico se apodera del IBEX35”. Se quedó perplejo. “Ummm, los mercados,…”, pensó en voz alta, mientras encendía el primer puro del día.
Una lluvia de preguntas bombardeaba su cabeza: “¿Quiénes serán los mercados?”, “¿Dónde tendrán sus oficinas?”, “¿Qué cara tendrán los mercados,… llevarán corbata o vestirán de casual?”, “¿Cómo es posible que un ente abstracto como los mercados pueda influir de manera tan determinante en la economía de un país?”, “¿No se puede hacer nada para defenderse de los mercados?”. Estaba aturdido. Necesitaba, como en la resolución de sus casos de asesinato, atar todos los cabos sueltos.
“Cuando llegue a la comisaría, le preguntaré al capitán, quizás él pueda ayudarme a descifrar este enigma; creo recordar que hizo un par de cursos de Economía Aplicada en la Universidad de Columbia”, pensó, con esperanza, el teniente Colombo. Introdujo la llave en el interruptor de su coche y, al tercer intento, se puso en marcha, rumbo a la comisaría.

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